Algunas líneas desde mi diario: Después de seis días vuelvo a conducir, necesito nuevas fotos, nuevos paisajes, nuevos motivos, porque como decía unos días atrás todas las fotografías de este lugar ya parece que las tengo hechas.
El punto más cercano y que conozco desde una sesión de fotografía nocturna del año pasado es la playa de la Carolina y hasta allí me he acercado.
Es media tarde, más de 35 grados, llena de gente, algo muy normal en esta época, esta vez me he llevado al perro, es un lastre pero aprovecho para darle un baño y otra buena caminata.
Con o sin gente me da igual, a primera vista nada interesante que fotografiar, decido subir a la montaña para divisar la línea de la costa por si encuentro algo interesante como rocas, calas, o alguna construcción interesante. Esta vez voy ligero de equipaje, solo la cámara y un puñado de filtros para aquello de la puesta de sol y la polarización.
Un hilito de sendero se distingue entre la maraña (matorral bajo) comienzo la escalada más bien con pocas ganas, entre el calor húmedo y el olor que desprenden las heces de las que se pueden contar media docena detrás de cada mata acompañadas de sus correspondientes clinex, por momentos veo que tengo que abandonar sin embargo supongo que a medida que la cuesta se hace más pronunciada ese ambiente desaparecerá.
Llevo los pies desnudos, sandalias de cuero con suela de goma, la cuesta es corta pero muy empinada y resbaladiza, unos cuarenta metros puede tener, a veces no se que sendero tomar porque todo está muy cerrado incluso el sendero desaparece por completo, no está muy transitado, la planta que más prolifera es una especie de aliaga, creo que vive del rocío y de los restos de piel y sangre que roba a los senderistas, para hacer más ameno el camino alguna mosca “cojonera” de esas que tienen igual parte de pequeñas que de avispadas también se deja ver, estas sí que tengo claro de qué viven (clínex y compañía).
Ya coronando y en el punto más alto hay tres gaviotas comunes, dos blancas y una negra, parece que me están esperando para reírse de mí (ellas tienen alas) parecen mansas pero sé que no me van a dejar acercarme, preparo mi cámara, iso alto, abertura alta y enfoque continuo porque alguna de ellas ya ha comenzado el vuelo y hace círculos alrededor de la roca apareciendo y desapareciendo, la distancia es buena pero Murphy estaba mirándome y ni siquiera me ha dado un intento para disparar.
Ya en la parte más alta hay una pequeña llanura, los conejos viven por allí y me pregunto de donde beben agua, derecha izquierda-izquierda y derecha “mare nostrum” por todas partes y más de lo mismo esto no es Cantabria ni la Costa Brava, ya que llegué hasta aquí y probablemente ni el perro ni yo volvamos a este punto he tomado unas fotos de tal hazaña solo para recordar esta tarde, recordaré también que justo detrás de la bolsa hay una pendiente casi completamente vertical y el perro en estos lugares siempre tiene querencia a asomarse hasta el límite y con lo torpe que está no he perdido mucho tiempo en las fotos por si se le ocurría bajar volando y modificar el plan de mis vacaciones.La bajada ha sido más rápida y a la vez más peligrosa, otro sendero mucho más dificultoso nos ha devuelto a la playa, allí nos hemos dado unos refrescones en sus aguas totalmente transparentes, mansas y cálidas, cuando me he querido dar cuenta el perro estaba como en la fotografía, disfrutando del frescor de la arena y rebozado de ella, parecía una rata mojada.
Todavía quedaba media hora de sol y me he acercado a otra playa, más de lo mismo, pequeños acantilados de roca principalmente arenosa en un mar de un perfecto azul donde a esa hora se suele perder con el cielo en un degradado rosado-ananjado-azulado.Cierto es que estoy cansado de tanto ajetreo,. ahora ya es mañana, apuro de un trago la cerveza doble malta que me queda en el vaso y me voy a dormir, veremos mañana……
Gracias por vuestro APOYO y comentarios. alcorlopantano.com