La Pedriza llamábamos en Alcorlo al paraje situado en una de las dos montañas que forman actualmente la presa. Como su nombre indica es un lugar bastante rocoso con ausencia de tierra por lo que el caminar por ella tiene cierta dificultad hasta que se corona la cima.
Esta excursión (para mi gusto) es de las más bonitas de la zona ya que desde ese lugar se contempla gran parte del territorio quedando el agua del pantano en un nivel muy inferior, algo a lo que no estamos muy acostumbrados a ver.
A pesar de que en un principio se apuntaron muchos compañeros/amigos para hacer la ruta debido al mal tiempo de estos días a última hora desistieron pues el día anterior estuvo prácticamente todo el día lloviendo pero aunque la predicción meteorológica indicaba que no llovería pocos tuvieron fe en «el hombre del tiempo» y optaron por quedarse en casa, yo ya tenía la idea echada e iría al lugar «aunque cayeran chuzos de punta» porque como decían mis padres «siempre que ha llovido ha escampado».
La ruta inicial era de 8,5 km pero se ha transformado en 10 ya que la hemos modificado en el último tramo. Estaba previsto salir desde la Ermita, caminar por la pista dirección a La Toba durante 1k, luego comenzar a subir hasta el punto más alto, pasaríamos por uno de los dos únicos puntos de acceso al carrascal ya que la montaña forma una pared natural que no es accesible más que por esos dos puntos, no recuerdo cual es cual pero uno es «el Portillo de los Ajos» y el otro «el Portillo de los Lobos». 
Ya situados en uno de los puntos más altos el paisaje que se divisaba era espectacular. En estos momentos los campos muestran un verdor especial principalmente ayudado por las lluvias de los últimos días, un cielo de nubes de esas «algodonosas» que no te cansabas de mirar para arriba ya que cada momento eran diferentes pues se movían a gran velocidad a pesar de que no apreciábamos viento alguno, vamos lo que se llama una mañana ideal de primavera. Una vez arriba el camino estaba esponjoso, ideal para caminar, eso sí, mirando donde pisas porque piedras hay de lo lindo sobre todo cerca del precipicio, los buitres siempre vigilando arriba por si te despeñas y tuvieran suerte…. 
Abajo quedaba la Ermita, lo peor ya había pasado, la cuesta _formada a veces por un pedregal de pequeñas piedras sueltas y resbaladizas_ ya no había que tenerle miedo, era sin duda el peor tramo.
Continuamos camino hacia la presa recordando la vida de nuestros antepasados, padres y abuelos, las dificultades que tuvieron para sobrevivir, historias de la guerra civil, las 
últimas fiestas de Alcorlo, el desalojo de los vecinos y por supuesto los problemas phsicológicos que acompañaron a muchos vecinos hasta el final de sus días intentando comprender qué había pasado y soñando que llegaría un día en el que toda esa pesadilla daría marcha atrás y volvería a ser todo como antes… 
Casi sin darnos cuenta metidos en estas conversaciones llegamos a uno de los puntos más deseados: Encima de la presa; la carretera queda casi a tus pies muchos metros por debajo.
Continuamos caminando (ya de bajada) hasta llegar al puente romano y la cueva «Grande» pero antes hemos visitado uno de las residencias de los años 70 más lujosas de la zona (por no decir la única) donde eran famosas las fiestas particulares ofrecidas en ella.
Las aliagas comienzan a florecer _esa zona estaba plagada de ellas_ y multitud de florecillas de plantas desconocidas para mi llaman la atención y echo de menos una sesión de fotografía macro dedicada a ellas.
Alguna que otra «foto obligada» aprovechando la belleza de la primavera.
En aquellos años en España la clase obrera no conocía la existencia de los «Chalet» y la finca era conocida como «El Hotel» o «Los Hoteles» ya que estaba compuesta por varios edificios. Al fondo San Andrés del Congosto.
Era un lugar sin parangón en la comarca pero como consecuencia de sus fechorías los propietarios acabaron en la cárcel por tantos años que hoy los edificios presentan un aspecto de ruina lamentable 
donde casi da miedo el pasar al interior a cotillear lo que allí se encuentra sin embargo se hace uno la idea del nivel social que tenían a juzgar por las dimensiones y diseño de la mansión, entre ellas una enorme piscina donde el punto menos profundo ronda el 1.5 mtrs.
En este punto había perdido al grupo pues trepé hasta un lugar más alto para tomar estas fotos y cuando quise alcanzarlos ya estaban trepando para llegar a la cueva Grande por
lo que no llegamos a comentar nada sobre el puente romano que permite cruzar el río y de la cueva que existe en ese lugar, cueva que pasa desapercibida por encontrarse totalmente obstruida por espinos y zarzales pero que nuestros padres muchas veces estuvieron en el interior y contaban que desciende por debajo del nivel del río. 
La cueva tiene una entrada grande tapada parcialmente por la maleza, en su interior los murciélagos revoloteaban, la humedad y temperatura se notan desde los primeros metros. Tiene una bóveda alta y una pequeña abertura en la parte superior por lo que no es absolutamente necesaria la luz artificial para poder caminar por ella a pesar de que el suelo está lleno de piedras redondeadas que ruedan con facilidad en cuanto las pisas. Caminando hacia el interior encontramos una segunda sala con otra bóveda también alta con otra abertura en la parte superior, allí hemos tomado estas «fotos obligadas» con una exposición de 10 segundos ya que la 7D a veces se «vuelve loca» con el Magic Lantern y me puso el ISO a 100 y no tuve especial cuidado en ello así que todos estamos «movidos». Al ver el resultado en la pantalla a todos nos resultó «misterioso» como la máquina es capaz de ver muchísimo mejor que el humano en ese lugar tan oscuro.
Técnicamente comentar que aunque parece que hay suficiente luz como para hacer una foto sin complicaciones es el resultado de los 10 seg de exposición porque no se veía un «carajo» y la parte delantera (las caras) están iluminadas con la linterna de un iphone).
La siguiente con el mismo iphone pero ya a pulso a iso 6400. 
Ya puestos allí teníamos que visitar la «Torrecilla» que se encuentra en la parte superior de la cueva, son los restos de una construcción del siglo XV.
Desde allí y para evitar subir los más de 100 mts de desnivel de la presa hemos optado por rodear un poco y visitar la cantera de donde extrajeron parte del material con el que está construida la presa, un enorme socavón ha quedado en el lugar. 
De vez en cuanto seguíamos mirando al cielo pues no teníamos una fe ciega el hombre del tiempo que había asegurado que no llovería _especialmente por la tarde_ y las nubes estaban cambiando su «semblante»… Esta es una de mis fotografías preferidas del día.
Desde ahí ya era todo bajar y llegar hasta el punto de salida o sea: La Ermita, justo llegando comenzaron las primeras gotas de un aguacero que pasaba en dirección Atienza.
Todo salió más/menos según lo planeado, os animo a que hagáis la ruta solos o acompañados ya que el recorrido ya lo conocéis y os puedo asegurar que merece la pena, no obstante espero que no sea esta la última vez que pise la Pedriza pues tengo pendiente varias fotografías nocturnas de los lugares que hemos visitado, eso sí, con luna llena para tener un poco de iluminación en el campo.
Recordad que ni el campo ni los animales NO NECESITAN nada de lo llevamos como latas de cerveza, botellas de agua de plástico, cáscaras de naranja, de plátano, etc que te vas encontrando con frecuencia y que los demás nos cansamos de recoger, si cargaste con ello cuando pesaba ¿por qué no cargar con ello cuando está vacío).
AQUÍ un enlace a otras fotos de ese mismo día. Gracias por llegar hasta aquí. alcorlopantano.com (si te gustó no te importe compartirlo).