Capítulo 015, El Celo

IMG_8818 cerco webNo he conocido animal más «cariñoso» que el Yuco en cuanto a la reproducción se refiere, a veces cuando se encontraba con alguno de sus semejantes por la calle (le daba igual de qué sexo fuera) se ponía nerviosito perdido con un afán de subirse encima que me resultaba embarozoso, hasta tal punto insistía que pronto teníamos que alejarnos pues se ponía muy pesado con sus gemidos, al poco tiempo se le pasaba totalmente y continuaba buscando nuevos olores.
Varias anécdotas puedo recordar sobre este tema: la más antigua fue por el año 2007, en plena edad reproductiva pues tenía seis años.

LA PERRA DEL PASTOR.
Era una mañana de gran escarcha como suele ser frecuente en este lugar en invierno PICT0014(luego diré por qué recuerdo este detalle), como ya comenté en el capítulo anterior (los km que recorrimos juntos) a primera hora nos solíamos dar una buena caminata. No muy lejos del pueblo y volviendo ya hacia casa había una pequeña casa donde guardaban no más de 30 ovejas y alguna cabra, un burro y varios perros. Estaba protegida por una valla metálica para que no se escaparan los animales pero a veces veíamos alguno de los perros por el exterior lo que significaba que algún agujero había en ella.

El perro en esas fechas iba siempre suelto exceptuando la parte en la que ya llegábamos a casa, en esos años no había ni una décima parte de perros mascota en el pueblo  por lo que el Yuco se podía permitir disfrutar de esa libertad.
Más de cien metros antes de llegar a la casa de las ovejas ya vio que la «perra del pastor» estaba por fuera de la alambrada; como un misil guiado por láser salió corriendo en su encuentro, la perra estaba  en celo en esos días y el Yuco se puso catatónico perdido.
Era muy gracioso ver como la «perra» se reía de él, le esperaba, se dejaba olisquear y cuando se disponía a subir salía corriendo, así una y otra vez ¡¡¡como se ríen las hembras de los machos en el mundo animal!!!
Cuando llegué a la alambrada los dos perros se habían colado dentro de la finca, de nada me hubiera servido llamar al mío pues nunca me hacía caso y ante semejante situación mis voces no llegarían de ninguna manera a su cerebro.
El caso es que correteaban entre las ovejas con tanta pasión que estas se empezaron a amontonar espantadas; yo no sabía como hacerme con la situación, intenté entrar y cogerlo en brazos pero había un candado en la puerta, saltar me parecía demasiado brusco y más teniendo en cuenta que el dueño no tardaría en ir a sacarlas a pastar pero la suerte quiso que en un momento la perra para huir de esa situación o a modo de juego encontró el agujero y salió fuera del vallado.Yo intenté por varias veces correr  para cogerlo pero como los dos eran  mucho más ágiles tuve que desistir y utilizar otras estrategias.

Lástima de no tener una foto para enseñar pero el momento más gracioso de todo el rato lo recuerdo perfectamente. Esta era la fotografía: la perra era más alta que el Yuco, estaba quieta como esperando a que el perro se acoplara, el Yuco al ser más bajo pegaba  pequeños saltos que de nada le servían pero del calentón sexual sumado al físico producido por las cortas e intensas carreras que llevaba durante un rato exhalaba un vaho por encima del lomo de la perra que visto a contraluz del sol parecía una locomotora de vapor, me partía de la risa. Como la operación no la podía acabar entre otras cosas por cuestiones físicas después de unas carreras le eché el  lazo» y seguimos muestro camino….

EL PERRO DE ELENA:
Era en él tan potente el instinto reproductor que en unas navidades subió la niña de mi vecino con su juguete que era un perro blanco del tamaño de un gato, caminaba eléctricamente a través de un fino cable hasta el controlador, el Yuco estaba tumbado en su cuna plácidamente como de costumbre pero en cuanto lo vio se le metió en la cabeza que tenía que montar aquella perrita tan mona y no había consuelo para él. Daba lástima verle como luchaba y como gemía mientras sorteaba nuestras piernas y las patas de las sillas, no atendía a razones, hubo que esconder el muñeco para que se le pasara el sofoco.

EL CELO Y LA MALDITA LEY DE MURPHY.
En una excursión que hice con Martín a un lugar bastante olvidado y poco accesible en el cauce del río Bornova a su paso por Hiendelaencina _lugar escasamente frecuentado por los humanos_. Ese día nos pasamos varias horas sin ver a nadie por lo tanto el perro siempre caminaba suelto muy cerca de nosotros pues era difícil encontrarse a nadie en esos parajes, estoy seguro que si tienes cualquier accidente te tienen que recoger en helicóptero porque normalmente no hay nadie en la zona y para los vehículos resulta totalmente inaccesible.

Para hacernos una idea comentaré que el lugar era tan escarpado y con tanta pendiente que cuando lo abandonamos para regresar al auto tuve que emplear la correa de la cámara para ayudar a que el perro subiera en algunos tramos por la enorme pendiente.

Después de llevar ya varias horas en el lugar de repente y gracias a la ley de Murphy (alcorlopantano.com_humor_La ley de Murphy) nos encontramos en la misma senda con un grupo de senderistas que venían en dirección contraria y con una perra en el más absoluto celo. Inmediatamente y para poder continuar la ruta hubo que ponerle la correa y durante media hora no hubo manera de que caminase con la cabeza para el frente, todo el rato gimoteando, parándose e intentando volver a toda costa para reunirse con su amor, ¡con lo grande que es el campo y nos tenemos que cruzar con una perra en celo!!!  ¡probablemente la única perra en celo en 50 km a la redonda! ¡¡me caguen la ley del puto Murphy!. Ojito las maldiciones que pude escupir por mi boca durante aquella media hora. A continuación unas fotos de ese día, Abril de 2011.IMG_0414PS web IMG_0499PS web  IMG_0511PS webIMG_0523 web

AMORÍOS EN EL PANTANO.
En otra ocasión que estábamos en la Ermita de Alcorlo pasando el día sufrió otro ataque sexual como los que he relatado, no lo vi porque me había ido un rato a la orilla del pantano pero cuando regresé me encontré al perro totalmente mojado y jadeando, no era normal, me lo contaron así.

Resulta que llegaron unos antiguos vecinos y conocidos del pueblo y traían una pequeña perrita, no se si en celo o no pero el Yuco no necesitaba de ese estado para alterarse, como se le metiera algo en la cabeza estabas perdido. Resulta que se puso tan alterado y nervioso que según mi mujer el corazón le latía de una manera estrepitosa, jadeaba como un loco y gemía que daba lástima, mi mujer trataba de sujetarle y tranquilizarle pero no había manera alguna, tal calentón tenía que mi mujer temía por su salud, aquel corazón golpeando con fuerza y aquel calor…. total que le empapó la cabeza con agua a ver si se refrescaba un poco y le bajaba la «fiebre». Cuando llegué y lo vi con medio cuerpo calado y sin haber bajado al pantano me sorpendio, luego me lo contaron y ya me imaginé la escena, otra más, idéntica a las anteriores.

EL PELUCHE DE FELIPE.
Este fue el último episodio de un ataque de celo más grabe y pesado de todos que recuerdo. Resulta que  nos habíamos reunido un grupo de amigos en la Ermita de Alcorlo para pasar el día, la familia de Felipe tenía un perrito semejante a un peluche y del tamaño de un gato grande y venía con ellos.Cuando llegaron y se encontraron hicieron como hacen siempre estos animales que es sacarse toda la información a través de los olores, principalmente la cabeza y el culo. después de la ceremonia de reconocimiento en principio los dos perros no se llevaban mal por lo que les olvidamos porque cada uno iba su bola como si fueran invisibles el uno para el otro.

Unas horas después y como era verano nos acercamos hasta el agua con los niños y los perros para darnos un chapuzón.
Fue ver el Yuco al «peluche» mojado y entrarle un subidón sexual acompañado de los incesantes gemidos que no encontraba la manera de consolarse.

A mi perro no le gustaba el agua, nunca se metió por su «bella gracia» más arriba de la tripa, en cuanto le llegaba el agua a la colilla se volvía, en esta foto del 2005 vemos como se retuerce como una culebra para evitar entrar en el pantano IMG_1453 web. El perrillo de mi amigo Felipe bautizado como Otto Froilán (Otto para los amigos)  al sentirse tan acosado optó por adentrarse en el pantano porque al menos allí no se encontraba tan acosado pero en cuanto se acercaba a la orilla ya estaba el Yuco molestándole y se intentaba refugiar entra las piernas de cualquiera pero no era suficiente.

Dejamos atrás el agua del pantano para reunirnos nuevamente con el grupo que estaban en la Ermita pero al Yuco no se le disipaba el calentón, mi amigo tuvo que subir a Otto Froilán en brazos mientras que el mio no le quitaba la mirada por si tuviera ocasión…DSC_9964 web

Por una parte daba lástima verlo así y por otra parte no podíamos hacer gran cosa mas que atarlo y así se pasó gran parte del día, atado y gimiendo, si no hubiese sido verano hubiera pasado el día dentro de la furgoneta ¡qué mal día pasamos todos, al menos el perro y yo. Durante todo el día hubo un ambiente poco agradable con el Yuco todo el rato gimoteando, aunque querías ignorarlo no podías pero ¿qué otra cosa podíamos hacer?.

EL PEQUEÑO SALTARÍN
Había un señor en el barrio que tenía (sigue teniendo) un perrito pequeño, era el preferido del Yuco, no había noche que nos los encontrásemos y no se alterara el perrito en cuanto estábamos cerca ya que conocía el tema, en cuando nos veía comenzaba a dar pequeños saltitos para que su dueño lo tomara en brazos porque el Yuco era «mu pesao»; no distinguió nunca el sexo o le daba igual, le superaba el instinto de reproducción.

Sexualmente no fue animal afortunado pues nunca se apareó, al menos mientras estuvo con nosotros, tan solo una vez tuvo la oportunidad de hacerlo pues aun amigo de mi vecino quería que su perita tuviera descendencia y se llevó al Yuco una tarde entera pero por lo visto pero no le sonrió la suerte porque actuaron como «novios regañados» cada uno por cada lado, ¡mala suerte!.

En el último año (noviembre 2014) andábamos un día paseando tranquilamente por el barrio y nos encontramos con una perra en celo y ¡lo que es el instinto de reproducción! el Yuco apenas podía caminar por culpa de sus patas traseras sin embargo en cuanto que la vio intentó seguirla corriendo y de hecho corrió unos metros ignorando totalmente sus problemas físicos pero unos segundos después ya no le sujetaban las patas traseras, yo en vez de ir rápidamente a por él saqué el móvil y grabé unos segundos para el recuerdo… Puedes ver el Vídeo AQUÍ (solo son 30 segundos).

Parece ser que la resistencia frente al dolor en los animales no tiene mucho que ver con los humanos, un perro se tiene que ver muy mal para dar síntomas de dolor mientras que los humanos en cuanto nos duele cualquier cosa ya lo estamos comunicando a la comunidad (unos más que otros).

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