Capítulo 012 Las Fobias

8PICT0004 caballos web 2Principalmente tenía fobia a tres o cuatro especies de animales: caballos, gatos, ovejas y algunos perros «de raza peligrosa «,  su reacción era fundamentalmente ladrarles porque otra cosa nunca llegó a hacer.

LOS CABALLOS: Desconocíamos completamente su vida anterior y comenzamos a notar en su comportamiento que a veces se alteraba mientras tomaba el sol en la terraza. La terraza de la vivienda  (segunda planta) no estaba cerrada y aunque no le cabía sacar la cabeza entre los barrotes tenía amplias vistas de toda la calle en ambos sentidos.
Al poco tiempo descubrimos cual era el motivo, se trataba de «los caballos», con muy poca frecuencia pasaba un vecino a caballo por la calle y se volvía loco ladrándole, sin embargo el resto del tiempo que estaba tumbado allí no daba ni un ladrido salvo que le pisaras. Ladraba al caballo con mucho ahínco, yo le miraba y le regañaba, él me miraba (de reojillo), parecía que me había comprendido pero solo bajaba un poco el volumen y al momento otra vez igual mirándonos y regañándole hasta que se alejaba con tu clack clock clack clock de las herraduras contra el asfalto.

Poco tiempo después cerramos la terraza pero el perro seguía ladrando de vez en cuando, bastaba con escuchar o salir a la terraza y asomarse para comprobar que allí estaba el caballo marcando el paso con su golpeteo de herraduras, no le era necesario el verlo, o bien por el sonido de las herraduras o por el olor lo detectaba a más de cien metros.

En una ocasión fuimos a visitar unos amigos que vivían en una finca con caballos, el Yuco salvo en la ciudad (por el peligro de los coches) siempre iba suelto, mientras acompañaba a mi amigo a ponerles unas alpacas de paja el perro no perdió un momento, en cuanto los vio se metió en su plaza donde pastaban a ladrarles y provocarles, había tres o cuatro caballos y ninguno le hacía caso pero el perro se iba acercando más corriendo en círculos alrededor de ellos mientras les ladraba y llegó a molestarles hasta que alguno intentaba seguirle, yo por más que le llamaba no me hacía ni caso se había convertido en sordo, yo esperaba que pronto se cansara porque siempre hacía lo mismo que era comportarse como un chulito valiente.KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA
Trotaba delante de ellos como si fuera un torero pero como tenía mucha más velocidad y aceleración que ellos (porque era joven, quizás cuatro años)  estaba seguro que no le pillarían pero mira por donde entre que yo le estaba llamando y junto que ya había dado bastante el espectáculo cuando se disponía a abandonar el enrejado se acercó uno de los caballos y le lanzó una coz que si le pilla me quedo sin Yuco en «cero coma» porque el perro no le vio venir, en ese momento estaba más atento a mis gritos que a los caballos y bajó la guardia mientras que el caballo le entraba por detrás.
Afortunadamente no hay muchos caballos por las calles y no fue gran problema o molestia.
Los pony  de los feriantes también le caían mal.
Nunca supimos cual era la causa de tener esa fobia a los caballos.

Los gatos siempre fue un espectáculo verle ladrarles y hacerse el chulito delante de ellos, luego cuando el gato se paraba y se arqueaba y le hacía cara no se atrevía a acercarse y con la excusa de mis voces volvía con un trotecillo chulesco como diciéndome ¿a que soy muy valiente ¡eh!? mi vecino y yo que compartimos muchos paseos juntos con él nos reíamos del comportamiento tan cómico del animal.

LAS OVEJAS. Hacía poco tiempo que estaba con nosotros y no conocíamos muy bien sus costumbres, esa vez en la ruta después de comer nos dirigíamos caminito arriba hacia el repetidor de tv del pueblo. Una vez más recordaré dos cosas, que el perro casi siempre iba suelto por el campo y que no había ni una décima parte de perros que hay hoy de mascotas por lo que no era fácil encontrar alguno en el campo; ese día y en ese lugar no había más que un rebaño de ovejas a lo lejos, en principio ningún problema.

Siempre caminaba a su tran tran pero no le dejaba alejarse más de quince o veinte metros porque nunca se sabe la reacción de un animal y puede jugarte alguna trastada.

Pues eso es lo que hizo ese día, cuando nos encontrábamos a ciento cincuenta metros de las ovejas salió corriendo a su encuentro y comenzó a rodearlas ladrándolas, el pastor y sus tres perros no podían controlar la situación el caso es que salí corriendo detrás de él en cuanto que vi que el perro salía «arreado» pero la cuesta, mis años, la falta de entrenamiento y tal y tal hicieron que llegara casi tarde.
¡Qué drama! se me salían los pulmones del pecho, el panorama que veía era el siguiente: el pastor corriendo e intentando coger o retirar al perro para que no molestara a sus ovejas que estas a la vez ya se encontraban berreando todas aremolinadas contra la valla de la carretera R2, incluso unas encima de otras, a punto de saltar por encima de la valla producto del pánico que el Yuco les había generado, yo dando voces mientras llegaba gritando ¡dale dos palos al perro! pero el problema era que «el perro» era tan jóven que no había quien le pillara para darle tales palos…. Sus perros que parece que no comprendieron el problema perseguían al Yuco en plan «tenemos chucho nuevo » el caso es que entre los tres perros cercaron a las ovejas en muy pocos segundos.
Total que cuando llegué ya se había mejorado un poco la situación, las ovejas ya estaban todas en el suelo, el problema de la R2 desapareció y morder no mordió a ninguna, le enganché de la correa, le pedí disculpas al «buen pastor» ya que no me echó una gran bronca y continuamos la marcha hasta el llegar al alto de la colina del repetidor.
Curiosamente nunca más vi ese comportamiento en él con ovejas y eso que con ese pastor y sus ovejas nos encontramos muchísimas mañanas pero aquel primer contacto y a la vez incidente quedará como «misterioso».

OTROS PERROS: En pocos meses ya teníamos conocidos a todos los perros y sus dueños de varios barrios tanto en los paseos mañaneros como del medio día como por la noche. Pronto clasifiqué el nivel de «amiguismo» que el mío tenía con el resto, había algunos que no los soportaba, era verlos a lo lejos y ya estaba esperando llegar a su altura para ladrarles con toda su fuerza, normalmente el otro no se quedaba atrás por lo que con sus dueños no llegamos a intercambiar más un ¡buenos días! no como en el caso contrario donde hicimos grandes amistades, charlas y coloquios entre dueños y que no teníamos prisa en volver a casa.KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA

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Supongo que esta reacción ante algunos otros perros no era exclusivo del Yuco porque siempre encontré a alguien que decía lo mismo del suyo, la causa para mí sigue siendo un misterio, lo que sí puedo asegurar es que eran esos perros de «razas peligrosas» los que más odio les tenía aunque había algún que otro pequeño que también tenía mala leche pero que sus dueños opinaban lo mismo, que mucho guau guau pero era porque se encontraba atado y en alguna ocasión tuvimos la oportunidad de comprobarlo, era valiente por el simple hecho de ir atado.

Voy a aprovechar la ocasión para contar lo que sucedió una mañana aunque volveré a hacerlo en otro artículo que hablaré del CIVISMO.

Era un perrito del barrio (sigue siendo a día de hoy) del tamaño no superior a 6 kg, de raza de esos que le tapan las greñas la cara, el caso es que ya sabíamos ambos dueños que no se podían ni ver.  El mío en los últimos cuatro años siempre iba atado porque mi vecino y yo caminábamos medio enfrascados en conversaciones y a veces se nos despistaba así que como su velocidad ya no era «la que era» me despreocupaba de se me perdiera.

Una mañana caminabamos por el mismo camino pero en dirección contraria por lo que llegaría el momento de que nos encontraríamos, yo con el mío atado y él (como siempre) con el suyo suelto. Tenía dos opciones, una era salirme del camino como hacía casi siempre para evitar la bronca de los perros o dos cruzarnos y aguantarla pero resulta que había llovido y «no me dio la gana» de abandonar el camino para mancharme las zapatillas de barro y agua.

Cuando quedaban pocos metros para cruzarnos el suyo _que ya se había adelantado más de quince metros_  se «aplastó» contra el suelo quedándose inmóvil como hacen los felinos antes de saltar sobre su presa, yo que de campo entiendo un poco sabía que venía preparado para liarla, su dueño que venía más atrás y viendo la situación (si es que le preocupaba algo) no hizo el más mínimo gesto ni en acelerar el paso ni en abrir la boca para regañar al perro así que continuamos hasta que se abalanzó contra el mío.
Odio de verdad hasta el molestar a un animal cuanto ni más el pegarle pero con los pies intenté separarlo, el mío estaba agarrado con la correa bien corta pero el otro persistía en sus mordiscos, el primer puntapié lo separé medio metro pero como continuó con más ganas aún cogí carrerilla con el pié _igual que cuando un futbolista tira un penalty_ y le metí un patadón en la tripa (por debajo de las costillas) que lo lancé un par de metros, con eso se le fueron las ganas de volver, en ese momento llegaba el dueño, lo enganchó con la correa y no abrió la boca…. ¡mejor!, porque se la tenía jurada ya y habría acabado como su perro. A partir de ese día ya estábamos pendientes y ellos o nosotros cambiábamos de camino antes de llegar al primer cruce, y cuando no había otra solución y nos tendríamos que cruzar su perro ya venía atado, creo que después del patadón  quedó todo claro.PICT0014D1D seta web

Mi perro nunca mordió a otro salvo una noche que coincidimos con mi amigo y su perro y nos confiamos, resulta que llevaban sueltos media hora olisqueando a «su bola» una parcela cuando apareció una perra (en celo) y al momento se liaron a mordiscos, los separamos a patadas porque solo se veían dientes y colmillos así que cuando pudimos separarlos el mío escupía sus propios dientes que tenía ya algo flojos.

Este capítulo está relacionada con el capítulo 009 Valiente y Cobarde a la vez.

Gracias por llegar hasta aquí. Todo sobre mi perro. alcorlopantano.com .