El Cometa Wirtanen y la Estrella de Belén

Hace unos días recordé haber escuchado a mi amigo Ángel (cuando estuvimos en Alcorlo instalando la estrella de Belén en el campanario de la Ermita) que en estos días había en el cielo un cometa, en ese momento no le di importancia alguna pues como no era conocido lo eché en saco roto pero la casualidad quiso que tan solo hace unos días en mi paseo nocturno se me ocurriera consultar en el móvil la aplicación Sky Guide y vi que mostraba una mancha luminosa en dirección al nordeste. Resultó ser el cometa 46/P- Wirtanen (que en su casa lo conocerán porque yo ni le había escuchado) así que en cuanto tuve ocasión lo consulté en internet. Como la aplicación lo mostraba tan “prometedor” pensé (iluso de mí) que quizás se viera con mi telescopio (con el mismo que este verano vimos la lunas de Júpiter allí en Alcorlo).
Según los expertos el cometa ya había pasado hacía diez o doce días por el punto más cercano a la tierra, o sea, que no iba a ser el mejor momento porque su luz sería menor pero podía intentarse.

Nada más leer lo relacionado con el cometa salí al campo en las inmediaciones del pueblo con mi telescopio, prismáticos y cámaras pero había nubes y claros pero ni entre los “claros” encontré ni rastro del cometa, por supuesto que era de noche y a la vez hacía frío así que con el rabo entre las piernas me marché a casa.

Como las nubes no se pueden controlar esperé durante unos días a que se despejaran y en cuanto tuve la ocasión de encontrarme un cielo sin ellas volví a repetir la idea de localizar al cometa.

Esta vez ya iba más en serio, tomé mi “troncomóvil” y busqué un lugar oscuro en el monte y alejado de luces y farolas y sí, ¡claro que hacía frío! Pero aun así saqué toda la artillería y me puse a buscarlo, primero con prismáticos, luego con telescopio y finalmente haciendo fotos al lugar que me indicaba la aplicación pero ni de una ni de otra manera fui capaz de ver nada semejante.

La experiencia me dice que lo que el ojo humano no es capaz de ver incluso con un modesto telescopio mi cámara con un objetivo apropiado sí es capaz así que comencé a hacer fotos al firmamento al lugar que me indicaba la aplicación pero por más que miraba el resultado en la pantalla no había nada en qué fijarse, todo eran estrellas y más estrellas de diferentes colores.

Como dicho comenta no era importante o grandioso por el camino lo eché ya en el olvido pero la llama se avivó cuando al rato vi mis fotos en el ordenador, había varias donde aparecía una DIMINUTA estrella “verde” así que por todas las indicaciones tenía que ser eso… ¡el cometa!

Aprovechando que estos días estaría soleado me busqué una excursión al campo ¿qué campo? El más cercano y apropiado para ver las estrellas que conozco es Alcorlo y lo más inmediato el sábado 29 de diciembre, o sea, al día siguiente porque el cometa no se espera y ya de paso volver a repetir una fotografía que me gusta mucho de la Ermita con movimiento de las estrellas, foto que ya van TRES los intentos y no consigo superar o mejorar, esta vez utilizando otra técnica.

Ya con la idea echada y marcada la hora de partida un rato antes se me ocurrió invitar a otro “fotógrafo loco” a que me acompañara con el fin de experimentar, divertirnos y chequear hasta donde nuestras cámaras o equipos fotográficos son capaces de mostrar lo que el ojo humano no es capaz.

Josemi no está lo que digamos fino para “la pelea” tiene una docena de operaciones en su cuerpo y la mayoría son de huesos y vértebras así que fuimos en su auto en vez de mi “troncomóvil” o “furgofiesta”. ¡Oye qué maravilla! ¡Un auto que los botones los han convertido en pantalla de ordenador! Yo no sabría ni ponerlo en marcha, puede que hasta necesite la “huella de su amo” para abrirse las puertas porque a mí no me hacía caso, flipo, cámaras y automatismos ultramodernos para todo, en fin, que a las 16:40 ya andábamos por la Ermita.

Esta hora que en verano es  casi “medio día” en estas fechas es ya casi final del día; teníamos muchos proyectos, para mí el primero y más importante era superar la foto de la Ermita con una circumpolar pues cierto es que en el tema del cometa no tenía mucha fe en él, luego veríamos qué podíamos sacar.

Otros proyectos para esa tarde era probar un timelapse motorizado con configuración en cámara “Modo P” y giro de cámara pero ni siquiera llegamos a montar la barra, jajjaja.

Comenzamos por planificar la escena de la casi “única fotografía que haríamos”. Con un objetivo 10mm cada metro que te mueves en el terreno es un mundo así que buscamos un punto para colocar el trípode y comenzamos a “decorar” la escena. Entiendo por decorar la escena por quitar y/o poner objetos como piedras, plantas, etc.

La ley de Murphy quiso que el punto más apropiado para instalar el trípode lo ocupara un enorme zarzal por lo que hubo que aligerarle un poco las ramas desde el suelo.

Después de más de media hora de “esquilar” TRES zarzales de esos que tienen muy mala “hostia” _de esos de las bolitas rojas vulgarmente conocidas como “atrampaculos” _ no de los de las moras sino de esos que te quieren tanto que te agarran la mano y cuando te sueltas de una rama ya te ha enganchado la de al lado y así sucesivamente hasta que te das cuenta de que te pica toda ella y hay multitud de puntitos de sangre fluyendo, en fin, que adecuamos la escena para que fuera, dentro de lo posible, agradable de ver y no tener que andar luego con la edición quitando y poniendo cosas porque si puedo evitarlo de esa manera mejor que mejor.

Comenzamos las primeras fotografías con algo de luz ambiente con la idea de luego mezclar con las totalmente nocturnas, una técnica empleada por muchos profesionales de fotografía de paisaje pero que personalmente nunca había experimentado antes. Aquí el resultado y las dos tomas originales.

Mi colega llevaba un equipo cojonudo, la Sony A7 III que ya quisiera yo “pa mí” y la Nikon 810 que también “pa mí” yo con mi Canon 80 D y un Tokina 10/16 f2.8 montura Nikon.

Una vez montadas las cámaras en los trípodes y cuando ya comenzaba a oscurecer nos pusimos a preparar la sesión de fotos.

Como por la noche “todos los gatos son pardos” pronto comenzó la fiesta, jajajjajja pues  Josemi _a mi lado_ murmuraba “que si no veo por este objetivo”, problema nº1 pues el Nikon 35 mm puesto en la Sony si el adaptador no lo permite no puedes abrir el diafragma y si este no se abre no ves ni tu ni la cámara; nº2 que si no puedo enfocar porque esto está “más oscuro que la boca un lobo”, nº3  que si no recuerdo como se ponía esto de disparar en modo “bull” y tal y tal otro rato perdido, ja aja ja, y es que en esas situaciones debes conocer y poder hacer cambios en el equipo aunque no veas nada, eso me recordaba cuando en el ejército te enseñaban a armar y desarmar el fusil con los ojos cerrados, en aquellos momentos me resultaba un sin sentido hacer aquello pero con el tiempo he comprobado que es fundamental pues si no conoces los botones y sus funciones al dedillo pierdes un tiempo que puede ser muy valioso amén de lo nervioso que te entran pues parece que Murphy se encargó de invisibilizar lo que antes era tan evidente.

Así que cuando lo tuvimos todo listo rebuscando por los menús y las mochilas pues comenzamos con las primeras fotos pero aunque ya no se veía bien ni el poder caminar aún había demasiada luz en el ambiente como para hacer circumpolares de diez minutos así que nos marchamos a cenar más o menos tranquilamente.

Queríamos hacer y ver tantas cosas que la cena fue sin prisas pero sin pausa alguna porque teníamos el mono de ver qué sacarían aquellas tres máquinas puestas tal cual enfrente de un paredón de fusilamiento, todas apuntando a “Polaris”, la estrella Polar y debajo la Ermita y la Estrella de Belén alumbrando con su tiltineo en lo más alto de la Ermita, en fin, se podía leer una escena nocturna/místico/religiosa.

No dio tiempo ni hacer media docena de fotos a dicha escena pues el frío y la humedad pronto hicieron su aparición y el suelo comenzó a brillar por la escarcha, las mochilas banqueaban y las cámaras tenían una película de agua en su superficie _entiendo en parte por el calor producido al trabajar_ total que llegó un momento en que las lentes se empañaron y no encontramos manera de solucionar ese problema pues era limpiarlas y en menos de dos minutos otra vez igual _lo malo es que cada foto tardaba en “cocerse” 10 minutos.

La última fotografía es la que más me gusta por el encuadre elegido pero claro, ¡tenía que tener un “pero”! Como la luz que producía la estrella del tejado era demasiado potente para tan larga exposición nada más llegar y en previsión subí a ella y coloqué una resistencia en serie en el circuito para atenuar la luz y también cambié el ritmo del encendido haciendo más corto el tiempo de máximo brillo y más largo el tiempo del mínimo pero aun así sobraba luz y emborrachaba la imagen haciendo que la figura de la estrella desapareciese, sobre todo en mi equipo, así que probamos a que Josemi disparara las cámaras e iluminara la escena mientras yo _subido en el tejado_ haría las veces de interruptor morse encendiendo levemente la estrella de vez en cuando.

Los focos que iluminan el interior de la Ermita eran demasiado fuertes y hubo que taparlos parcialmente pues su luz emborrachaba la fachada y el tejado, los focos de la cruz hubo que poner unas piedras delante porque les pasaba lo mismo y la iluminamos con una diminuta luz colocada en el suelo. Para iluminar la fachada colocamos dos lucecillas estratégicamente en el suelo de frente a ella.

Decía que tenía que haber un “pero” para que no saliera bien (las cosas bien hechas no suelen salir con el primer intento) y el primer pero era que aun así, con la secuencia de encendido de la estrella de 1:10 o sea, diez veces menos de luz todavía  sobraba y el segundo “pero” es que cuando llevábamos cinco minutos recordé que las lentes se estarían empañando así que le grité desde lo alto del tejado que les pasara un paño a las lentes durante un momento porque ya tendrían vaho sin tener en cuenta que eso luego se traduciría en un pequeño fragmento del recorrido de la estrella sin luz, o sea, fragmento cortado, por si eso no era suficiente y al menos en mi cámara al limpiar la cámara se movió un pelín pues el suelo era de hierba y a pesar de clavar el trípode lo mejor que pude se movió por lo que se ven claramente dos trazos, o sea, raya-punto-raya, si eso no era suficiente como fallos en esa, en la mejor foto, pasaron TRES aviones por el encuadre, cosa bastante difícil que en diez minutos no pasase ninguno, lo normal es encontrar solo uno.
La sesión a la Polaris la dimos por finalizada a las 22:44 pues el tiempo y el clima nos lo impidieron. Josemi quiso hacer una rápida a la Vía Láctea y así se nos escapó otro ratito antes de pasar a la segunda parte que era el cometa 46/p- Wirtanen pero como las fotos del día anterior no prometían en absoluto acometimos el tema con más bien poco interés así que pasamos por el “bar” y tomamos una coca cola y un té verde con limón muy muy calentito.

Si de algo sirvió la salida al monte del día anterior fue para ubicarle exactamente en el universo. Coloqué mi objetivo Canon 80mm f1.8 en la 80D y ayudado por el puntero láser la orienté hacia donde suponía que estaría y …   treinta segundos después al ver el resultado en la pantalla comencé a dar saltitos de alegría igual que un niño cuando recibe un regalo muy esperado pues no me lo podía creer, ¡un pequeño trazo verde fosforito apareció en el centro de la imagen! ¡nada que ver con la muestra del día anterior!

Ya que lo tenía en la línea de tiro comencé a probar configuraciones y tiempos y los resultados superaron con creces mis expectativas relacionadas con el equipo. Parecía mentira que lo que el ojo humano con toda su perfección no era capaz de ver sí lo pudiera hacer mi equipo. Hice una fotografía de 3:45 minutos donde la negrura del espacio desaparece para mostrar miles de trazos, calculo que el resultado es más de 80.000 veces la sensibilidad del ojo humano, en ella se puede apreciar multitud de estrellas diminutas a la vez que también se aprecian los diversos colores de las estrellas cosa que el ojo humano llega… hasta donde llega. La fotografía no tiene validez científica alguna pero en mi catálogo ahora es la más nítida a una porción del firmamento por lo que me llena de satisfacción.

Ya ubicada en el firmamento la posición del cometa continuamos con el equipo de Josemi que andaba “pegándose” con las baterías _entre las dos cámaras sumaba una docena de ellas y casi todas ya agotadas principalmente por el frio,  yo sin embargo con SOLO UNA pude hacerlo todo.

No encontramos manera de trabajar bien, entre otras cosas porque el cometa estaba ya en esos momentos casi en la vertical, el trípode no ayudaba ya que era un poco escaso para el trabajo que tenía que sujetar, una Nikon 850 y un 70-200 f2.8 que el conjunto pesaría más de 2.5kg, total que probamos a montar el 70/200 con montura Nikon en mi Canon a través de un anillo adaptador y después de enfocar con mucha pericia las estrellas hicimos tres o cuatro fotos pero que si ya de por sí era toda una hazaña el hacer fotos con una abertura de f1.8 al pasar al 2.8 que es casi cuatro veces menos de luz la Canon no pudo con semejante trabajo, no había casi posibilidades de hacer las cosas mejor pues el frio, el tiempo y los pocos medios que teníamos hicieron que recogiésemos todo, desde los equipos fotográficos hasta la mesa de la cena pasando por las diminutas luces sembradas en la zona y volviendo todo a su ser como subir al tejado a colocar la instalación de la estrella como la encontramos, los focos del interior, etc etc no sin antes hacer una foto a una de las estrellas más brillantes en este momento que es Sirio. los trazos no resultaron perfectos sobre todo al inicio del disparo pues hasta el movimiento del espejo quedó reflejado al inicio de la toma (parte izquierda del trazo).
como puede verse la luz emitida por Sirio no puede compararse con el resto.

 

No quería olvidar lo que sucedió con Sirio el día anterior en ese lugar (unas semanas antes) por eso utilizaré unas líneas para recordarlo.
Ya habíamos recogido todo, eran más de las 22:30, la furgoneta ya tenía un buen escarchón en la luna delantera, cuando un momento antes de entrar a la furgoneta para marcharnos nos quedamos contemplando el firmamento durante unos minutos (rutina casi obligatoria y muy aconsejable) pues era espectacular el brillo de las estrellas más grandes, allí donde está la Galaxia o Cinturón de Orión, momento en que le comenté a Ángel: ¡mira que pedazo estrella! _acababa de hacer su aparición sobre el horizonte_ a lo que me contestó: No es una estrella, es un avión pues las luces pestañean… era cierto, las luces parecían cambiar de intensidad. Por un momento continuamos mirando hacia el cielo en cualquier dirección con aquella paz que te invade al no distraerte sonido alguno, contemplando esa maravilla que teníamos sobre la cabeza (la espectacular Vía Láctea) cuando volví a mirar el punto donde estaba “el avión” y este continuaba en el mismo lugar.

No tardé ni “cero coma” en abrir de nuevo el portón de la furgo y sacar los prismáticos y el trípode para ver aquello que brillaba, mientras lo hacía, Ángel me chivó que era Sirio, en la aplicación SkyGuide se veía claro.

La miramos a través de los prismáticos no sé cuántas veces, el tiempo ni el frio ya no importaban, era tal la maravilla de ver a través de las lentes como cada vez que daba un pestañeo todo el universo a su alrededor se iluminaba que me quedé con la boca abierta pues nunca antes había visto nada igual, ¡el brillo de una estrella iluminaba el firmamento con su tiltineo!… sencillamente  I M-P R E S I O N A N T E .

Para acabar de contar lo que vimos esa noche ya llegando a Guadalajara vimos caer un meteorito en vertical sobre la ciudad de al menos tres segundos de duración y treinta grados de recorrido, blanco y brillante a más no poder, lo que no vimos en la sierra lo vimos en la ciudad ¡hay que ver!

Mientras les cortábamos los “pelos” a los zarzales, luego mientras hacíamos las fotos iluminando la escena y durante el camino de regreso a casa de vez en cuando nos preguntábamos entre nosotros a modo de cachondeo ¿Cuánto vas a cobrar por estas fotos?… acordamos en 1 euros porque nadie las compraría más caras pero la pregunta yo la haría al revés ¿Cuánto hubiésemos pagado para experimentar y disfrutar de toda aquella tarde/noche desde las cuatro y media que llegamos y que no paramos ni un solo minuto?

Y como dice la canción del Sabina…. “y nos dieron la una y las dos  … y las cuatro y las cinco y las seis”, en este caso las nueve, las diez, las once y más porque llegamos a casa sobre las 0:40, Josemi bastante perjudicado por sus males físicos pues apenas podía bajarse del auto, yo ya “metidos en harina” no me hubiera importado continuar un par de horas más pues es llegar allí y no tener prisa en volver pues parece que me dejo siempre cosas por hacer.

Pues hasta aquí la historia de hoy, más o menos otra igual que las demás, si te gustó el relato o las fotos no dudes en compartirlo. Muchas gracias. Agustín y sus cosas. alcorlopantano.com