Este capítulo es el primero de la SEGUNDA parte. Noviembre 2016, 16 meses después. El tiempo es un bien preciado y no he dispuesto antes de él para poder continuar, ni mucho menos ha sido por falta de ganas pero mis obligaciones, aficiones y devociones me tienen «frito», cada día, cada semana, surgen nuevas como las setas en Otoño.
En casa la alimentación siempre ha tenido una importancia capital, no servía eso de «irse a dormir con un vaso de leche y unas galletas» , decía mi madre que «el cabrito bien cenado bien duerme» y pese a que el refrán dice que «por culpa grandes cenas las sepulturas están llenas» rara ha sido la noche que amos y perro no cenaran como Dios manda.
Los perros que yo conocí de crío todos se alimentaban de la comida que sobraba a la hora de comer _ lo malo es que nunca sobraba mucha_ y de los restos de algún animal que encontraran por el campo, pero si una cosa tenía clara es que mi perro comería en gran parte piensos de bolsa, esas croquetas de varios colores que vienen preparadas con todos los nutrientes que necesitan, claro estaba también que «no solo de pan vive el hombre» y alguna golosina caería de vez en cuando en sus «fauces de cocodrilo» como las llamábamos donde muchas veces la comida pasaba directamente al estómago cual embudo se tratara.
Mucho antes de tener perro escuché a una señora mayor comentarle a otra que Continuar leyendo «Capítulo 017, La alimentación»