Making Of de «Los Pueblos del Silencio»

Imagen de un pueblo de Guadalajara abandonado

MAKING OF del vídeo “Los pueblos del silencio”, 25 de Junio de 2021.
Para mayor comodidad en la lectura puedes leerlo en formato PDF  descargándotelo en este enlace MAKING OF Pueblos del silencio. El trailer del vídeo y la reflexión final así como los créditos lo puedes ver AQUÍ.

Hoy, 19 de junio,  he recibido unos ejemplares de esta obra, en la primera página ya se puede leer un texto manuscrito que dice: «Para mi hij@, que es mi mayor logro en esta vida, para que no olvide nunca sus raíces».

“Ruego encarecidamente que al ver el vídeo se tenga en cuenta el trabajo y esfuerzo que llevó crearlo, recomiendo que se haga de una manera relajada y prestando atención a la audición como se merece ya que tanto audio como vídeo están sincronizados con mucho esmero porque si importante es la imagen igual o más es la audición”.

PRÓLOGO. Este texto es el resumen de la creación del vídeo “Los pueblos del silencio”, este vídeo se entregará en formato DVD junto con el libro editado por la Asociación Serranía de Guadalajara titulado “Despoblados, expropiados, abandonados”, con este proyecto he estado enredado más de cuatro meses, en la creación de los capítulos hasta la edición del libro y creación del dvd hemos participado más de cuarenta personas, relacionadas con el vídeo solo Jose María, Josemi, Tavi y bien pocos más.

Antes de nada quiero agradecer a Jose María Alonso Gordo su idea de la creación de este vídeo y destacar su coordinación en la fase de preparación del mismo ya que en todo momento fue guiándome sobre las maquetas que le iba pasando ya que demostró tener mejor perspectiva que yo sobre este tema, por lo que sin su ayuda el resultado final hubiera sido muy diferente.

Unos meses después de acabar el documental _»y para que el demonio no enrede»_ me enteré de que al parecer la idea original del vídeo no fue sino de Tavi, quien en aquellas fechas pensó en un vídeo pero ¡claro, a ver quien se comía esa peladilla!, Jose María lo solucionó».

En el libro se recoge la historia de una veintena de pueblos de la sierra de Guadalajara que fueron abandonados, expropiados o anegados por pantanos en los últimos ochenta años, en definitiva: “despoblados”; no quisiera pasar por alto (y por ello lo reflejo aquí) algunos detalles anecdóticos de los contratiempos sufridos durante la grabación de las imágenes, dificultades para la localización del lugar, inclemencias meteorológicas etc, a veces al revés, instantes de suerte donde todo salió a favor y a pedir de boca para conseguir unas estupendas imágenes, en fin, detalles para que mi persona los recuerde en el futuro y también ¿por qué no? lo compartiré para conocimiento de cuantos vean el vídeo que con tanto empeño y esfuerzo hemos logrado crear y con ello puedan valorar realmente el trabajo.

La historia comienza hace un par de años cuando Jose María y yo quedamos en conocernos, de vista ya lo habíamos hecho porque cada año (al menos un día) coincidíamos en la fiesta del “día de la Sierra Norte”. Lo hicimos en la biblioteca de Guadalajara, aprovechando una conferencia sobre despoblados que se celebró un fin de semana en la cual participé hablando de mi querido Alcorlo; creo que por aquellas fechas Jose María ya andaba fraguando la idea del libro, era Abril de 2019.

En primavera de 2020 Jose María se puso en contacto conmigo para hacerme saber de este proyecto y si estaba interesado en colaborar con ello escribiendo un capítulo sobre Alcorlo, bien de mi puño y letra o bien a través de colaboradores de la Asociación Hijos y Amigos de Alcorlo.

Estaba claro que la idea me atraía enormemente a la vez que sabía del tiempo que necesitaría dedicar a escribir dicho capítulo aun teniendo en cuenta que la historia de Alcorlo la conocía bien, mejor dicho: “creía que la conocía”.

La primera idea era presentar el libro en la fiesta del “día de la Sierra” que ese año que sería en Atienza en septiembre de 2020, por lo que el libro lo comenzamos a escribir a principios de ese mismo año pero algo inimaginable sucedió y la pandemia lo bloqueó todo. Para esas fechas (sept 2020) el capítulo de Alcorlo (el cual escribí íntegro) ya lo tenía acabado aunque después “rizara más el rizo”.

Un año antes  (septiembre del 2019) en la fiesta del día de la Sierra en Condemios compré el libro “Despoblados de la provincia de Guadalajara” (de Yuberos), una semana después acabé con su lectura y a continuación hice una lista de 49 lugares que habían sido poblados alguna vez y que en la actualidad de la mayoría de ellos ya no quedaban sino algún montón de piedras, la idea era escribir o relatar en pocos minutos de vídeo o texto la historia de esos “cuarenta y nueve”.
Paralelamente a este proyecto de los 49 lugares deshabitados me lie con la fotografía astronómica y fabriqué aquellos seguidores de estrellas y con ello finalicé el año 2019 sin haber puesto los pies en ninguno de aquellos lugares, entre otras cosas por falta de tiempo.

El tiempo iba pasando y pronto llegó el 2020 y con él la pandemia covid 19 por lo que en parte se fastidió el proyecto, mejor dicho se retrasó, porque durante los primeros meses escribí una docena de folios del capítulo de Alcorlo, resumen de su historia más antigua hasta nuestros días. Manteníamos la idea de que como aún tardaría en llegar el mes de Septiembre y el covid no sería eterno podíamos presentar el libro en la fecha prevista.

En cuanto el gobierno nos permitió salir al campo nuevamente (mayo 2020) el primer día me marché para Alcorlo pero no llegué hasta casi la noche, lo pasé casi íntegro en la cueva Grande de Alcorlo, haciendo un timelapse que me llevó nueve horas de grabación en el interior de la cueva. Aquí el enlace.

A última hora de la tarde llegué a la Ermita para ver el estado en general de las instalaciones; el lugar en parte lo encontré desconocido, había hierbas altas por todas partes entre otros motivos porque fue una primavera especial para ello porque los últimos meses llovió en cantidad y calidad.

A continuación y paralelamente con el proyecto del libro de la sierra me puse con el proyecto de la cinta de cine doméstico que Pili y Alain grabaron en Alcorlo en 1968, documento único y más antiguo que conocemos grabado en Alcorlo y que me llevaría varios meses entre preparación y edición. Gran parte de ese verano lo pasé  por los campos de Alcorlo, sobre todo los fines de semana, noches incluidas, fotografiando las estrellas y sacándole bien el jugo a los “aparatos seguidores de estrellas” que con tanta ilusión había fabricado unos meses antes acabando ya el año. Imagen conseguida mediante estos seguidores.

Pasado ya el verano y con ello las sesiones de fotografía a la Vía Láctea o a las nebulosas en octubre de 2020 ya tuvimos el primer encuentro con los pueblos abandonados; Sacedoncillo fue el primero de ellos.

Unos meses antes, a principios de verano, Josemi se había comprado un dron y andaba experimentando con él así que en una salida fotográfica en ese mes de octubre pasamos por Sacedoncillo. De aquel poblado nos volvimos a casa sin encontrar la famosa “fuente de la teta” que tiene de caño un obús de la guerra civil. Ese pueblo quedó destruido durante la guerra civil del 36 y nadie volvió a recuperarlo, sus antiguos habitantes se trasladaron a Tamajón en su mayoría; cuenta la historia que en pleno bombardeo del lugar algunos paisanos continuaban con las faenas de la mies en las eras, algunos ajenos, y la mayoría ignorando las bombas que caían en las cercanías.

Mezclando imágenes de dron y terrestres quedaban unos vídeos chulos y pintones; unos meses antes, durante una visita a Alcorlo, descubrí una torre de vigilancia en el cauce del Bornova a la altura de Membrillera así que esa fue la segunda salida con dron para mostrar la construcción y un poco de su historia, en parte esta construcción o atalaya también estaba relacionado con los lugares despoblados.

La siguiente salida fue a “Matillas la Vieja”; Josemi y yo ya habíamos estado anteriormente allí pero sin dron así que esta vez sería diferente, mostraríamos lo que quedaba del despoblado también desde el aire, todo ello en un vídeo donde habría también una pequeña locución. Sobre los años 60 los habitantes de “Matillas la Vieja” se trasladaron a un lugar cercano, al lado de la vía del ferrocarril, pues allí se encontraba la fábrica de cementos “El León” que dio trabajo a muchísima gente de la comarca, total que el poblado primitivo se quedó desierto, esa fue la causa del abandono.

Fue en estas fechas cuando Jose María, (coordinador del proyecto del libro) vio mi vídeo de “Matillas la Vieja” en Youtube y me advirtió que no siguiera con ese tema de mostrar en vídeo los pueblos abandonados porque era una idea o proyecto que él ya tenía para publicitar el libro, “me estás pisando el proyecto adelantándote con tus vídeos” en parte me sorprendió el mensaje porque no sabía o no recordaba que hubiésemos hablado de hacer vídeo alguno.

A partir de ese momento dejé a un lado mis grabaciones particulares y ya me puse en contacto más directo con Jose María y comenzamos a trabajar en común con la creación del vídeo/presentación. En ese vídeo se contaría de una manera sencilla y rápida la historia y el final de esa veintena de pueblos abandonados elegidos por Jose María; en él también incluiríamos las imágenes grabadas por Josemi con su dron.

A mí me pareció bien la idea aunque ya sabía lo que suponía en cuestión de trabajo y tiempo pero de alguna manera iba en orden a mi idea o proyecto de retratar los 49 asentamientos que tenía previstos, era un proyecto paralelo que tenía en común algunos de los pueblos pero que a la vez era diferente pues mis vídeos serían mucho más extensos y detallados en cada población, del orden de tres o cuatro minutos, donde apareceríamos Josemi y yo dando explicaciones sobre el terreno, etc. Era noviembre del 2020.

Una de mis condiciones que puse para el proyecto del vídeo, (creo que la única) es que de hacer algo ese “algo” debía ser especial, nada de cuatro fotografías o presentaciones a modo de powerpoint o unos vídeos hechos a “lo tonto lo bailo” porque, aunque hay gran diferencia en hacer las cosas de una u otra manera, (sobre todo en cuestión de tiempo) ya que te pones a trabajar que el resultado sea lo mejor posible, dentro de las posibilidades de cada uno ¡claro está! Jose María dijo: «No te preocupes, conseguiremos material para ello» y de esta manera nos pusimos manos a la obra.

En esas fechas y ya pasada la fiesta del “Dia de la Sierra 2020” (que no se celebró por cuestiones de covid) la nueva idea de editar, fabricar y presentar el libro sería la primavera del 2021 así que nos pusimos manos a la obra con el proyecto e hicimos la primera salida el 2 de diciembre del 2020.

PRIMERA SALIDA, 2 de diciembre de 2020, miércoles.
La idea era visitar El Vado, Matallana, La Vihuela y por último La Vereda. Quedamos en reunirnos con Octavio (Tavi para los amigos) en la presa de El Vado, sobre las 10:00. En el coche de Josemi llegamos allí también Jose María y yo.

Coincidimos en ese día porque cuando “no era por el uno era por el otro” y antes no nos pillaba bien a los cuatro. Climatológicamente y teniendo en cuenta que debíamos volar un dron el día no podía estar peor. Sobre la presa del Vado corría un viento que estimo superior a 80 k/hora, con un frío de lo lindo haciendo honor a la sierra, el sol brillaba por su ausencia por lo que los paisajes no darían juego alguno salvo que dramatismo sin colores, amén de la época del año en la que nos encontrábamos, todo el monte pálido y los árboles desnudos, vamos, ideal para hacer una película dramática o de terror.

De la presa de El Vado partimos con ambos vehículos hasta pasada la Vereda, la idea era dejar uno de los vehículos (el que no era el más indicado para navegar por aquellos caminos) y continuar con el otro.

Antes de llegar a La Vereda al doblar una curva del camino ya divisamos el pueblo y sugerí parar para hacer unas primeras tomas del pueblo, luego por la tarde continuaríamos la grabación entre sus calles.

Al ser entre semana y con aquel día que más apetecía pasar el rato asando unas castañas al amor de las brasas que pasando frío por aquellos parajes, confiamos en que no pasaría ningún vehículo por aquella pista en los próximos diez minutos, tiempo estimado en colocar el trípode y hacer tres o cuatro tomas… pues bien, antes de montar la cámara en el trípode, este ya anclado casi en mitad del camino ya teníamos a escasos metros detrás de nosotros a DOS autos, uno de la guardia civil y otro de un paisano que habita en Matallana…

Estando en plena pandemia en aquellas fechas, con restricciones de movilidad sobre todo en la comunidad de Madrid etc, hubo que dar algunos detalles de nuestra presencia en aquel lugar, despejamos el camino de autos y trípodes para que circularan los dos automóviles y a los diez minutos partíamos. Por supuesto en estos casos siempre repetimos la misma frase: “el día que de verdad necesites a alguien estando en un lugar remotamente frecuentado por el ser humano ese día, ese día ni en los siguientes nadie pasará por allí” “ahora bien, como no los necesites no faltará alguien por muy remoto que sea el lugar en el que te encuentras siempre llegará alguien a molestar”.

Antes de llegar a La Vereda visitamos la iglesia del pueblo del Vado, está situada en una colina y las aguas del embalse no llegar a cubrirla nunca; no se puede llegar hasta la misma construcción en coche así que dejamos el todoterreno de Tavi en el punto más cercano y continuamos a pata; los níscalos asomaban por cualquier lugar, daban ganas de echárselos al morral…

La gracia del día fue que en el interior de la Iglesia, mientras grababa unas tomas de los restos de los arcos que aún le quedan en pie, unas zarzas comenzaran a tratar de amarrarme a sus pies, lo hacían desde la parte alta de la espalda hasta los tobillos, pasando por el gorro de lana y pareciera que tenían bastante empeño en arrebatármelo. Con mucha paciencia y sin mover mis pies del suelo repetí varias veces la misma toma porque cuando no era una rama de zarza era otra de un espino la que me movía la trayectoria de la cámara, una vez di por acabada la grabación con unas ansias de venganza que pa´qué dejé el equipo en el suelo de una manera rápida, no digo dejándolo caer pero casi, embriagado por la ira. Llamo equipo a la cámara réflex y el visor óptico principalmente porque la mochila con la Canon 7D y el Tamron 70/200 seguía a la espalda.

Saqué la navaja de “buenas dimensiones” del bolsillo y comencé a dar cuchilladas a cuanta zarza me tenía medio preso, ¡qué a gusto me quedé! de haber tenido tiempo le hubiera hecho una buena poda… un par de horas después, ya en el poblado de Matallana, descubrí que del visor óptico había perdido una lente, estaba pegada al cuerpo pero supongo que por las dilataciones de la temperatura y las vibraciones del golpe contra el suelo cuando la deposité de una manera rápida hicieron que se cayera, ni me di cuenta en aquel momento y menos cuando mis compañeros ya hacía rato que habían tomado el  camino de regreso al auto y ya hacía rato que ni les escuchaba conversar.

Esta “desgracia” de la rotura o pérdida de parte del visor, francamente, no me alegró el día, ¡no!… porque era un visor que yo había diseñado y fabricado a medida para la grabación de vídeo, sin él no soy nada, no sé hacer nada sin él, pero esto sirvió para que unos días después buscara una solución incluso más satisfactoria que la que ya tenía para la grabación del vídeo, esta vez compré varios visores en días diferentes, pero ¡claro!, no podían ser todos del mismo fabricante, los compré en DOS veces así que aunque aparentemente son idénticos luego no se pueden intercambiar y es que para una cosa que dejando a la suerte que elija el resultado es siempre NEGATIVO y ante la duda ¡NO!

Poco después de dejar atrás el pueblo de La Vereda dejamos el auto de Josemi aparcado a un lado del camino y continuamos con el “Pajero” de Tavi en dirección a “Matallana”, el camino ya clamaba que le dejaran en paz pues había grandes charcos, grandes rodadas y hasta para un vehículo como el “Mitsubishi Pajero” no era tarea fácil vadear aquellos puntos, en una ocasión hasta le costó vadear el gran charco de agua y barro.

Al poco de pasar ese punto tan difícil y al doblar una curva del camino encontramos de frente y en mitad del sendero algo que ni se nos hubiera pasado por la cabeza encontrarnos en aquella pista. Se trataba de un turismo “normal”, un vehículo de color “rojo Ferrari” diseñado para la ciudad. El coche estaba embarrancado, las ruedas delanteras estaban flotando sobre el barro y todo el peso del coche lo sujetaba el motor asentado sobre la panza del camino entre las dos rodadas. Dando vueltas alrededor del coche había un joven, buscaba la manera de salir de allí, le había puesto algunas “ramuchas de jara” debajo de las ruedas delanteras pero de nada sirvieron, enfrente del coche y sobre el terraplén había sentada una joven, ni los zapatos se había manchado de barro, ja ja ja…

No pudimos por menos que preguntarles el motivo por el que se encontraban allí y al parecer el causante fue el GPS que les había indicado aquella vía para llegar a Campillo de Ranas, una población que ni siquiera se encontraba cerca de allí. El caso es que echándole las culpas o no al GPS a mí ni se me pasa por la cabeza conducir varios km por aquel camino en aquellas condiciones, los chavales habían pasado por unos puntos totalmente inaccesibles y cuando ya vieron la imposibilidad de continuar dieron la vuelta al vehículo y al tratar de llegar de nuevo a las carreteras de asfalto se quedaron anclados en un lugar donde un rato antes habían pasado.

No se me olvidará la suerte que tuvieron esos chicos ese día de encontrarnos a nosotros que dicho sea de paso seríamos los únicos que pasamos por aquella pista ese día e incluso en los sucesivos y anteriores. De no haber sido así les había tocado caminar de regreso hasta el poblado de La Vereda que normalmente hay alguna persona o incluso ninguna, cobertura de móvil era inexistente en todas las modalidades de 4G, 3G, emergencias 112, etc, hubieran tenido que volver caminando durante varias horas y teniendo en cuenta que no quedarían más de dos horas para la puesta del sol y que en esas fechas inmediatamente de que el sol se oculta se hace de noche pues no quiero ni imaginarme mi persona en su pellejo…

En “Matallana” había “poca leche que vender” dos o tres paisanos suelen habitar el lugar, otras tantas casas se encuentran acondicionadas, por oídas sé que no les gustan las visitas así que por mi parte sin darse a escuchar ni a ver nos dimos una vuelta al poblado cada uno por un lado.

La iglesia que parte de ella aún se conserva en pie no daba la cara, no parecía existir, yo por un viaje que hice a las “pozas de Matallana” la recordaba como “al final de una gran plaza llana” y me dirigí hacia ella, por el camino me encontré con Jose María que andaba también buscándola.

El día no quería mostrar su luz, a veces un efímero rayo de sol hacía su aparición que no daba tiempo a nada… ya una vez localizada la Iglesia y al observar el movimiento de nubes entre algún claro del cielo decidí hacer un timelapse de veinte minutos para luego presentar una escena de tres segundos donde las nubes pasarían “a toda pastilla”, tiempo que aproveché para saber la ubicación de mis compañeros que no me resultó difícil pues en ese momento ellos venían gritando mi nombre porque de una manera un tanto apresurada nos marchábamos del lugar porque un paisano de los que habitan el lugar no le gustó nada que un dron volase cerca del tejado de su casa, algo que entiendo como natural, te vas a un lugar de la sierra donde no esperas encontrar más que a ti mismo en el peor de los casos y no dejan de molestarte los domingueros hartos de ciudad y faltos de campo (sobre todo los fines de semana con buen tiempo) y encima grabando y mostrando a los demás tu intimidad… ¡solo faltaba! Por lo visto amenazaba a Josemi hablándole a corta distancia con hacérselo ingerir jajajaja. Y milagro que no le tiró el cayado y le derribó el dron mientras volaba, jajjaja, que cosas más difíciles han pasado como que un pastor derribó o hizo que se cayera un helicóptero… (segun contaron los periódicos del momento).

LA VIHUELA. Para llegar al poblado de “La Vihuela” hay que echar merienda, casi merienda manta y cena; nunca antes había estado yo en aquel territorio rayando ya la provincia con Madrid… ¡qué cerros, qué barrancos, qué superficie de pinos, qué distancias se podían contemplar a lo lejos! El pico Ocejón y el Alto Rey parecían otros, aparentaban la mitad de la mitad.

Mirando los exif de las fotografías la primera foto a la Vihuela dice haber sido tomada a las 17:04, el sol ya no iluminaba la única casa que queda en el lugar, está ubicada al fondo del barranco, el viento que hacía rayaba el poder volar o no el dron, no llegamos a bajar hasta el poblado porque el tiempo se nos escapaba de las manos. Un vuelo de cinco minutos y pocas fotos pues el lugar no ofrece nada digno que resaltar salvo que impresiona como el ser humano es capaz de subsistir en un paraje tan hostil, un pequeño arroyo corre cerca de una pequeña explanada donde en su día hubo media docena de casas y el resto ya está invadido por la maleza y los pinos.

Mientras Josemi volaba su dron yo me imaginaba la vida allí ochenta años antes, un grupo de paisanos que no superarían las sesenta almas, formados por cuatro o cinco familias, sin apenas medios, tampoco necesidades más que las propias de la subsistencia, adaptándose a lo que la tierra les podía ofrecer, ganado y alguna cosecha, poca cosa pues no es lugar de vegas y frutales… ¡con qué poco se puede sobrevivir!

Llegamos de regreso a La Vereda a las 17:45, ya sin luz directa del sol, en la entrada al recinto hay un cartel que reza “prohibido volar drones bajo multa de 300.000 euros”, (en la visita posterior descubrimos que solo es para ahuyentar) así que dimos un paseo fugaz entre las casas del pueblo para tomar alguna foto y vídeo a pie de calle, conseguimos escaso material para mostrar en el vídeo de la presentación del libro, una lástima porque actualmente es de los pueblos más pintorescos de la sierra norte de Guadalajara por lo que lo dejamos en modo “suspendido” con el propósito, si se terciaba por el tiempo en acabar el proyecto, de volver con más tiempo y en mejor momento porque como dije antes: “el lugar lo requería”.
Al abandonar la Vihuela nos cruzamos con una familia de jabalíes, difícil es no ver caza mayor estando un día por la sierra, al menos la sierra está viva.

SEGUNDA SALIDA. 17 diciembre 2020, jueves. Matas, Tobes, Querencia y Bujalcayado.

Antes de las once ya estábamos pisando los restos del pueblo de Matas. Con el coche no se puede llegar hasta la plaza del pueblo porque hay una tremenda cuesta. No teníamos mucha prisa en llegar porque el sol andaba entre nubes con la previsión de que pronto se quedaría solo pero se hacía de rogar (finalmente no fue así) después de las primeras fotos desde donde dejamos el coche comenzamos a caminar. XXX foto  Ni que decir tiene que como te dejes algo de material en el coche no tardarás mucho tiempo en volver a por él como así pasó.

Allí pasamos un gran rato, demasiado tiempo teniendo en cuenta que en el vídeo la duración de cada pueblo estaba estimada en un minuto pero también íbamos a disfrutar de la fotografía ¡qué leches!

El verano pasado Matas sufrió un incendio que invadió todo el terreno por lo que si ya de por sí mostraba un aspecto lamentable, con los matorrales ennegrecidos no digamos, por lo demás es otro pueblo más abandonado del que no recuerdo ninguna imagen impactante ni sensaciones para recordar. No encontramos fuente alguna ni tampoco el cementerio, solamente una gran cruz tallada en una sola piedra encontramos en las cercanías.

Tobes. Cuando llegamos era ya el medio día, en ese momento sorprendimos a una pareja de señores ya en edad de jubilación que andaban recogiendo la tienda de campaña instalada cerca de la plaza, allí habían pasado la noche.

Tomamos los alimentos utilizando el borde del pilón de la fuente como mesa acompañados con el rumor de un tímido chorrito de agua cayendo al pilón. Josemi tuvo una larga conversación con ellos hablando principalmente sobre técnicas de escalada mientras yo me metía a mis interiores el acostumbrado bocata de sardinas en aceite con salsa picante y unas rebanadas de tomate para continuar con sus postres y té verde y sin perder un solo minuto más de lo necesario en cuanto acabé con la comida me di un repaso por las viviendas y calles del lugar; tan rápido fue el tour que no llegué a ver las cuevas o pasadizos subterráneos que allí son famosos.

Josemi puso en marcha su dron y en pocas pasadas teníamos ya material suficiente para llenar el minuto de vídeo que necesitábamos. Me llamó bastante la atención que el arco de entrada a la plaza de la Iglesia lo está sujetando unos puntales de madera pero que a la vez por el paso del tiempo pronto vencerán por el peso y todo se vendrá al suelo, una lástima, se ve que aquel lugar está poco frecuentado por sus antiguos vecinos y si lo hacen será de una manera espontánea e independiente, supongo que actualmente no tienen asociación de ningún tipo.

Me duele en el alma saber que ese pórtico no tardará en venirse al suelo y todo por no poner algún tipo de sujeción aunque sea de una manera poco estética como hicieron con la Iglesia de Querencia.

Querencia. Al regreso de Tobes paramos cerca del cruce de la carretera que llega de Sigüenza, desde allí tomé una fotografía con el fondo la Iglesia de Tobes, Josemi se percató que también se veían algunas construcciones en aquella zona y las dejamos pendientes para otra excursión, resultó que una de ellas era Querencia que a pesar de que hay carteles en ambas direcciones en el cruce del pueblo con la charla y el despiste lo pasamos de largo, eso sí los buscamos en el Google Earth pero como no hay cobertura no dimos con él.

Bujalcayado. Entre unas cosas y otras cuando llegamos a Bujalcayado ya estaba en marcha la puesta del sol. Nos llamó la atención mientras nos dirigíamos al pueblo que la carretera estaba en buenísimas condiciones, una carretera extraordinaria (aunque pequeña de anchura) ¿para llegar a un “pueblo abandonado”?… algo no cuadraba.

La carretera te mete de bruces en la plaza mayor, con la fuente en medio; algunos coches había aparcados en las inmediaciones y por el aspecto en general pensamos que aquel pueblo no estaba abandonado o al menos no lo parecía.

El pueblo está ubicado en una ladera bastante empinada por lo que sin apearnos del coche subimos hasta la parte más alta y tomamos unas escenas de vídeo al valle con las Salinas y el sol ocultándose, también a un par de casas que se veían reformadas recientemente, todo ello sin mucho ahínco porque de alguna manera aquello no parecía tan abandonado como estábamos acostumbrados a ver, dícese de Matas, Tobes, la Vihuela o Matallana, nada que ver con ellos, comenzando con la carretera.

Al bajar de la parte alta del pueblo con intención de marcharnos de allí ya para casa y llegar de nuevo a la plaza coincidimos con un señor que caminaba ayudado por unas muletas, Valentín es su nombre, con él cambiamos unas impresiones sobre el pueblo y diez minutos después el dron de Josemi andaba surcando los cielos de Bujalcayado para conseguir material visual para la creación del vídeo.

Una vez acabado el vuelo estuvimos un rato de “cháchara” con Valentín, entre otras cosas nos contó cómo un día sorprendieron a unos operarios con un camión grúa que intentaban desmantelar la fuente de la plaza porque “no era de nadie, estaba en un pueblo abandonado”. A Valentín le explicamos el proyecto de la sierra y también el nuestro particular que venía siendo el mismo pero más detallado y quedamos con él para en un futuro cercano hacer un trabajo más extenso y específico sobre Bujalcayado ya que él lo conoce bien porque aunque no naciera en ese pueblo sí lo frecuenta desde la más tierna edad.

TERCERA SALIDA. 18 de febrero de 2021. Jueves. Jócar, Fraguas, San Totís, Robredarcas.
Esta vez no salió la cosa ni mucho menos como habíamos planeado. La idea era un poco la de repetir el viaje anterior, quedaríamos en Tamajón porque el proyecto era grabar Jócar, Fraguas, Robredarcas, San Totís, quizás también La Iruela pero todo se torció nada más comenzar el viaje.

Apenas si llevábamos veinte minutos de viaje en dirección a la sierra cuando hubo que dar la vuelta, a Josemi le llamó el médico para informarle de que a su mujer le habían dado el alta en el hospital, en una excursión la semana anterior a “Las Pozas de Matallana” se cayó por el camino partiéndose varias costillas así que dimos media vuelta y lo dejé en la puerta de su casa para continuar el viaje hasta Tamajón yo solo, lugar donde había quedado con Manolo y su mujer María Jesús para que me llevaran con su todoterreno por aquellos caminos de Dios para continuar el proyecto tomando imágenes de estos pueblos antes mencionados.

Dejé la Volkswagen aparcada en Tamajón y continuamos con el Mitsubishi de Manolo hasta Jócar. Había una gran escarcha por lo que pronto los zapatos ya chorreaban. De nuevo descubrí que “poca leche” queda en ese lugar, las máquinas destruyeron en su día las escasas construcciones que lo componían y solo quedan trozos de tejas y de piedras. Yo ya había estado anteriormente en ese lugar pero hacía como 15 años, no recordaba haber visto el cementerio, sí recuerdo que intenté llegar con el Opel Kadet y quedé embarrancado en mitad del camino, cerca de la fuente, unas cuantas jaras y piedras me ayudaron a salir del atolladero.

Una docena de tomas de vídeo y otras tantas fotos del lugar con algún detalle en primer plano que llamaba la atención como los restos de tejas, también un antiguo cubo de zinc abandonado, enfrente de la fuente, que parecía que estaba colocado allí adrede y que me estaba esperando pues en el vídeo queda muy bien esa escena a la vez que luego continua con el cerro redondo y tan peculiar que quedaba enfrente, poco después salimos de allí en dirección a Fraguas.

Ni Manolo ni María Jesús conocían el camino para llegar a Fraguas, yo menos incluso, ni lo había buscado en los mapas, suponía que ellos conocían el camino con seguridad pero no fue así. Guiados por la dirección que Tabi les había indicado tomamos un camino hacia la izquierda en la carretera que sale de Jócar y lleva a Albarcón, justo cuando hay un cambio de rasante; en ese momento llegando casi ya al cruce de la carretera llegaban dos motoristas por el supuesto camino que nos llevaría a Fraguas; los tres pensamos lo mismo: ¡les preguntamos a estos! Pero “estos” en vez de acercarse hasta donde nos encontrábamos parados o continuar su camino se dieron la vuelta de una manera un tanto “sospechosa” y salieron con bastante rapidez por donde habían venido, eso sí, mirando con mucha frecuencia hacia atrás para comprobar si les seguíamos con el coche.

En fin, que tomamos el camino indicado “supuestamente” por Tavi que no era otro que el de los dos motoristas. En menos de 1 km ya estábamos contemplando todo el barranco que lleva a Fraguas, barranco que comienza en Jócar y acaba en Veguillas (más o menos) pero que por la situación del camino tan poco transitado no era fácil asegurar que aquel camino nos llevaba a ninguna parte.

Mientras que sí o que no, que si damos la vuelta o llamo de nuevo a Tavi para que me corrija yo aproveché para hacer una fotografía a los restos de un árbol carbonizado durante el incendio de hace casi media docena de años y que arrasó aquel paraje. Al volver al coche Manolo me mostraba en su mano parte de mi visor óptico nuevo y adaptado a esa cámara, el visor que me mostraba estaba lleno de barro, estaba claro que había sido pisado, no sé si por él o por mí… la suerte quiso que lo encontrara aunque fuera en esas condiciones, claro que la “mala suerte” quiso que se perdiera en la primera salida al campo… lo que estaba claro es que el diseño no estaba bien fino… no se puede estar en el campo perdiendo el tiempo y restando atención a otros menesteres como el asegurarse si el visor se pierde o no por lo que al día siguiente ya tuve que andar de manualidades otra vez para evitar estos males.

Esa ruta elegida no era la que nos llevaría a Fraguas, era otra, esa “otra” sale por delante del cerro de Jócar, luego con algún que otro cruce de caminos y de cortafuegos y después de tres o cuatro km saltando constantemente en el asiento del auto esquivando los 1723 hoyos se llega a Fraguas.

Fotográficamente hablando el día “prometía”, hasta me atrevería a decir que fue el mejor día para grabaciones de los que compone este proyecto, un cielo limpio con un azul que no te cansas de mirar y algunas trazas de nubes de esas que te permite contemplar el cielo cerca de donde está el sol sin tener que cerrar los ojos o incluso mirar directamente al sol sin mucho riesgo.

Era ya pasado el medio día cuando llegamos a Fraguas, un perro de tamaño grande tipo mastín y otro más pequeño, que daba más voces y más fuertes que el grande, hicieron que todos los allí presentes se enterasen de que habían llegado forasteros. Ignorando al perro grande (dentro de lo que se puede llamar “ignorando”) penetramos en el poblado subiendo por la calle principal, la única calle, eso sí, con cierta precaución porque los perros seguían a muy corta distancia con su clamor, aunque teniendo en cuenta que el refrán dice: “perro ladrador poco mordedor” no había porqué preocuparse.

Llegando ya a la plaza del pueblo encontramos a un joven, botas de goma altas en los pies, muy adecuadas porque el terreno estaba bastante enfangado, era como una ciénaga, con tanta piedra como hay en la sierra para colocar en el suelo como se hacía antiguamente (en Alcorlo por ejemplo) allí no había ni una. En los días anteriores llovió con ganas. Le explicamos el proyecto al joven y nos orientó un poco de lo que aquel lugar tenía de interés y también comentamos su historia presente y casi futura… luego visitamos el cementerio que se encuentra relativamente cerca y pronto salimos de allí con dirección a San Totís.

Tampoco fue demasiado fácil llegar a San Totís, Manolo no recuerdo si dijo que ya había estado allí y yo no lo conocía aunque había estado bastante cerca, en Robredarcas, pero era llegando por la otra dirección.

Al llegar a San Totís lo primero que llama la atención es la presencia de un par de mastines que pronto comienzan la verbena con sus ladridos que retumban en aquellos cerros normalmente invadidos por la paz y el silencio; los carteles que hay por las inmediaciones del camino precisamente no invitan a acercarse a la única casa grande y conservada que se encuentra en ese paraje.

Lo primero que pensé mientras hacíamos tiempo para que algún morador saliera a saludarnos era en aquellos animales, parecían cerrados por unas vallas guardando la entrada a la casa y pensé rápido en su alimentación, no parecían perros delgados o semiabandonados y eso me tranquilizó pero igualmente me hubiera gustado encontrarme con algún humano en aquella casa, en aquellos minutos de espera prudencial del resto de construcciones o historias pasó a un segundo plano, no me interesaban en ese momento tanto como el estado de los perros y eso que era el motivo de estar allí.

Antes de iniciar cualquier acción hicimos un poco de tiempo por ver si alguien de la casa hacía acto de presencia, entre otras cosas para identificarnos por nuestra labor y no ocupar su entorno pero un cuarto de hora después me decidí o decidimos subir hasta la planicie donde se suponen serían las “Eras” del pueblo, desde allí se divisaban bien las escasas edificaciones que lo componían así que grabé media docena de tomas sin acercarme a molestar a los perros y pronto continuamos camino a Robredarcas que, no debía de encontrarse muy lejos.

A Robredarcas llegamos a las 15:20, no hay mucho que ver, yo ya me conocía el lugar así que hice varias tomas de la iglesia y de un par de paredes que aún se conservan en pie, también alguna del paraje y pronto dimos buena cuenta de las viandas y de una botella de vino que no dejamos en el culo más que cuatro gotas; luego compartí mi termo de té verde con miel y limón con Manolo y Maria Jesús y sin perder muchos segundos continuamos marcha hasta llegar a Tamajón donde me esperaba la Volkswagen y Manolo y su mujer continuarían hasta el hospital de Guadalajara donde Manolo tenía que hacerse unas pruebas médicas esa misma tarde.

CUARTA SALIDA. 28 de febrero, domingo, Romerosa, Robredarcas y Las Cabezadas.

En un arrebato fotográfico y pensando en adelantar y mejorar el proyecto salimos cagando leches un domingo por la tarde inmediatamente después de comer. La primera parada la hicimos en Romerosa. Ya conocíamos el lugar del año anterior, aquellas imágenes hubieran servido perfectamente pero estaban tomadas en primavera y preferimos partir de cero para que se adaptaran al proyecto.

Dejamos el auto en el cruce de un camino desde donde se ve perfectamente el pueblo, mejor dicho la Iglesia; Josemi envió para allá el dron que para esos menesteres es muy obediente y yo salí la cuesta abajo cargado de mochilas y trípode… al rato Josemi se acercó al poblado con la intención de probar su instan 360. Poco tiempo después salimos de allí con dirección a Robredarcas porque la vez anterior que estuve allí con Manolo y María Jesús no teníamos dron.

En Robredarcas acabamos pronto, entre otras cosas porque no queda sino los restos de la Iglesia y un par de paredes de otras tantas casas, ya con la experiencia de las otras grabaciones anteriores estudiamos bien los planos que necesitábamos y con un par de vuelos de dron acabamos; el tiempo no quiso acompañar mostrando la luz del sol pero era lo que había…

En Las Cabezadas empleamos el mismo tiempo que en Robredarcas, por los mismos motivos, los restos de una diminuta Iglesia y dos paredes más, luego yo, mientras Josemi guardaba el dron me acerqué a la fuente (que nunca la vi echar una gota de agua) y salimos ya de nuevo para casa con las luces del coche encendidas, vamos, ¡como casi siempre!

QUINTA SALIDA, 300 KM DE RUTA. 3 de marzo de 2021, El Atance, Querencia, Villacadima y Umbralejo.

Esta vez la idea de la ruta era demasiado ambiciosa pues de hacerla toda recorreríamos unos 300 km y solo el viaje por esos caminos de la sierra de Dios ya lleva su tiempo.

La idea era comenzar por embalse de El Atance y, aunque no podía decirse que quedaba de camino, continuar para Querencia porque en el viaje anterior por falta de tiempo y de ubicación exacta lo pasamos de largo, luego llegaríamos a Villacadima y acabaríamos en Umbralejo, todo ello se podía realizar en un solo día pero sin muchos minutos que perder. Eran los últimos pueblos que nos quedaban por grabar aunque alguno de ellos iríamos más de una vez. Esta vez fuimos solo Josemi y yo.

El Atance: En vez de asesorarnos o mejor dicho haber leído y llevado a rajatabla las indicaciones que nos había dado días antes Jose María para llegar a él pues ¡no! “Nos fuimos como a descubrir mundos”, sin prestar mucha atención en que la agenda la teníamos demasiada apretada para ese día; total, el Atance no está lejos de cualquier población y lo que podía haber sido un “paseo militar” en el parte de guerra de por la noche a Jose María se transformó en “no lo hemos encontrado” jajajaja.

En vez de entrar por la parte baja de la presa lo hicimos desde la carretera que va de Sigüenza a Bujalcayado y luego tomamos un camino que parte de Bujalcayado hacia la presa, a la altura de las salinas coincidimos con unos  operarios de las carreteras que nos auguraron pocas esperanzas de llegar por allí al pantano dada la climatología y época del año en la que estábamos y no se equivocaron.

Cruzamos una finca particular, un enorme pero poco profundo charco que abarcaba completamente el ancho del camino hasta que el cauce de un arroyo que desemboca en el pantano nos hizo dar marcha atrás para desandar lo andado y acabar de nuevo en el cruce de Bujalcayado y es que al parecer “no todos los caminos acaban en Roma”.

QUERENCIA: Ya conocíamos la ubicación exacta del pueblo, no hay pérdida, si en vez de ir despistados la vez anterior hubiésemos ideo pendiente de los carteles de la carretera no nos hubiésemos pasado el cruce porque hay carteles en el desvío, tanto en una como en otra dirección.

Era media mañana cuando entrábamos en sus calles, lo primero que llama la atención es un poste del tendido eléctrico plantado en mitad de la calle, lo que suele decirse: “donde más estorba” el poste además hace de farola con una luz puesta en la parte alta de él. El lugar parecía deshabitado pero unos perros y unas gallinas en un solar o patio adosado a una vivienda cerca de la Iglesia nos advirtieron de que por allí el ser humano transitaba con frecuencia. La fachada de dicha vivienda estaba decorada con cráneos de animales de caza mayor y de peces de gran tamaño, también con otros tipos de pequeños elementos, todo ello con cierto aire de misticismo por lo que aquel rincón no pasa desapercibido para el visitante.

Formulamos algunas preguntas al aire con fuerte voz para que si había algún habitante que diera muestras de su presencia pero ninguna respuesta tuvimos al respecto, sin embargo dentro de la vivienda había una lámpara encendida; los perros no mostraban signos de angustia sino que estaban tranquilos, al vernos se acercaron hasta la alambrada pero no se molestaron ni en ladrar una sola vez…

Al parecer en aquel momento no había nadie en las inmediaciones así que con cámara y trípode en mano nos dimos un garbeo por las calles, llegamos a la fuente que se encuentra ubicada en la parte alta del pueblo y allí había un asno pastando en un lugar que parecía un huerto sin cultivar, el recinto estaba protegido por unos cables de esos que te dan “calambre” si los tocas, el animal al vernos comenzó a caminar a nuestro encuentro, igual que lo hubiera hecho una de nuestras mascotas perrunas cuando volvemos a casa después de una jornada, en ese momento me recordó a Platero, el protagonista de “Platero y yo”, el animal parecía andar buscando cariño… ¡como todo el mundo! Esa imagen me entristeció en alguna medida porque el animal aunque no se encontraba demasiado delgado mejor hubiera estado pastando en otro lugar en compañía de otros semejantes, tomé unas fotos de él y Josemi mientras le sobaba el hocico, el animal parecía estar deseándolo.

 

 

 

 

 

 

El poblado es relativamente pequeño y pronto acabamos la sesión videográfica con las escasas y a esas alturas ya bien medidas y estudiadas escenas tomadas con el dron, y nos dispusimos a abandonar el lugar, eso sí, con la duda de si en el interior de la vivienda había una persona o solo era una lámpara iluminando un cadáver.

Este segundo pensamiento me persiguió el resto de ese día y en los días sucesivos pues ¿por qué no podía ser ese el caso de que el único habitante de ese lugar se encontrara en el interior de la vivienda sin posibilidad de indicarnos su presencia? Al día siguiente me puse en contacto con Valentín de Bujalcayado por si conocía él a la persona o personas que habitaban aquel lugar, incluso se me ocurrió avisar o comentar con la guardia civil pero finalmente hice lo más fácil y cómodo que es “no hacer nada” y me quedé con la duda…

VILLACADIMA: Ya con el tiempo en los talones salimos para Villacadima pero pronto nos desviamos hacia un pueblo (Valdelcubo) porque a lo lejos sobre una loma se apreciaba la silueta de un edificio que bien podía resultar interesante, parecía un pequeño castillo o Ermita. Se trataba de la Ermita de la Virgen de la Zarza. Allí tomamos las acostumbradas fotos del monumento y continuamos a toda pastilla con la ruta.

En el cruce con la carretera de Soria tuvimos cierta confusión, no había ningún cartel que indicara por donde se llegaba a Atienza, algo que no podía ni imaginar que pudiera ser real, nos gastamos millones de euros en alquitrán y los centavos de los carteles los dejamos sin poner…, cobertura móvil o GPS allí era de -3º negativos, tomamos la dirección de Soria pero al poco nos dimos la vuelta porque por las indicaciones del sol (invisible ese día) aquella no era la dirección correcta y de nuevo volvimos al cruce.

Quiso algún Santo hacernos la gracia ese día y estando de nuevo en aquel cruce, que más que estar en la provincia de Guadalajara me parecía un paraje Canadiense deshabitado, decidiendo qué dirección tomar pronto llegó una señora conduciendo un utilitario y nos indicó el camino exacto para llegar a Atienza y desde allí ya sabríamos llegar.

En Villacadima pusimos nuestros pies cuando ya era el medio día avanzado. En la entrada del pueblo y ocupando toda la carretera había un turismo parado, eran los técnicos de comunicaciones de una empresa, fueron los únicos humanos que vimos por allí en las dos horas que anduvimos en aquel lugar.

Nada más llegar aprovechamos un poyo de piedra cerca del ayuntamiento para comer, el día estaba nebuloso, el sol quería y no podía salir pero estando ya en la sobremesa hizo un intento o amago de alumbrarnos y para aprovecharlo medio suspendí el acostumbrado té verde con miel y limón de la sobremesa para llegar en un santiamén hasta la Iglesia, a la vez Josemi ya estaba poniendo en marcha el dron, eran las 15:20.

En las inmediaciones de la Iglesia preparamos como serían las grabaciones porque solíamos grabar mucho metraje y utilizar poco (como principiantes) una escena sería a ras de suelo entrando hacia la plaza interior de la Iglesia, luego un vuelo en vertical, luego un par de vuelos pasantes a media altura sobre las casas, luego nos daríamos un paseo por las calles del pueblo cámara y trípode en mano etc, vamos, lo de siempre.

Intentamos acceder al interior de la plaza de la Iglesia y el dron me recordaba a una mula asustada que no se atrevía a atravesar el arco pues se detenía de inmediato, sus sensores detectaban peligro de accidente, después de varios intentos suspendimos esa toma y el vídeo continua ya desde el interior de la plaza, si hubiera sido hoy la cosa hubiera sido diferente…

Cuando volvimos al coche ya casi con todas las grabaciones hechas y el dron a punto de aterrizar de repente el sonido semejante al “zumbido del abejorro” dejó de escucharse a la vez que un pequeño chasquido se escuchó en un tejado, a la vez también que Josemi decía: ¡se ha pegado contra el tejado!

No me lo podía creer, un dron de esa categoría no podía hacer eso, un dron que le había visto esquivar ramas de árboles tan diminutas que te dejaba la boca abierta ante tanta tecnología o inteligencia artificial no se podía dar una leche contra un tejado… ¿qué había sucedido entonces? Pues fácil, Josemi al retornar el dron de vuelta a la base por precaución o seguridad siempre lo venía haciendo de un modo un tanto lento y de forma semi automática, eso conlleva pérdida de tiempo y de energía de la batería por lo que decidió cambiar el tipo de vuelo y pasó de “modo automático” a modo “estándar o deportivo”, claro está que en esas modalidades las opciones de seguridad pasan a segundo plano o sencillamente dejan de funcionar.

Bueno, pues ahora, con el dron reposando sobre las tejas de una vivienda de dos plantas, teníamos principalmente el problema de recuperar el aparato porque lo de llegar a tiempo a grabar Umbralejo después del trompazo ya lo dimos por perdido, una lástima porque los permisos para volar allí ya estaban a punto de caducar, y volver a comenzar con los papeleos era otra odisea, los pájaros comienzan a anidar y ya no es pertinente molestarles.

La pregunta es sencilla y la respuesta es inversamente proporcional a la pregunta, ¿Cómo recuperarías un dron colgado en un tejado en una vivienda de dos plantas de altura? Si a eso le añadimos que en el pueblo no habita nadie en ese momento que te pudiera dejar una escalera… pues solo se me ocurre traer un águila entrenada o volver con otro dron con un garfio colgando… No teníamos a mano ni lo uno ni lo otro pero el caso es que al menos debíamos intentar algo y a partir de ese momento todas nuestras energías se volcaron en recuperar el dron.

Desde la calle el aparato no se veía so pena de que te alejaras un centenar de metros, lo vimos con el objetivo tele desde una loma, buscamos por las bolsas de las cámaras y por el coche y conseguimos crear una cuerda de diez metros empalmando varias cuerdas de diferentes tipos y maneras, desde una gruesa para alpinistas hasta una fina del grosor de la mina de un lápiz. A la cuerda había que añadir en el extremo una especie de ancla o garfio para que con suerte enganchara al aparato en algún punto de su estructura.

El siguiente problema era llegar con el garfio hasta el aparato y teniendo en cuenta que no se veía a pie de calle pues… ¡Mal vamos!… la suerte quiso que al otro lado de la calle hubiera una casa también de dos plantas de altura, y aún más, apoyándonos en “la suerte de ese día” (buena y mala a la vez) los restos de un muro anejo a la casa permitían trepar por él (con cierto peligro) hasta llegar al tejado de la casa contigua. Sus tejas eran nuevas y después del rescate “nuevas quedaron”.

La cuerda compuesta por “diferentes cuerdas” con el garfio en el extremo necesitaba de un punto en el extremo que le imprimiera cierta inercia pues el garfio era un trozo de espino atado a la cuerda, eso sí, cortado y unido a la cuerda con cierta maestría… para ello utilizamos una piedra del tamaño de un huevo, más grande hubiera roto alguna de las tejas cercanas al dron y no era de recibo crear ese destrozo para recuperar un dron, otras medidas hubiésemos encontrado ese día u otro venidero.

A la segunda lanzada el dron ya quedó prendido en el garfio pero la mala suerte quiso que se quedara posado detrás del caballete por lo que tenía que trabajar a ciegas y se desenganchó, pero la idea podía resultar eficaz con un poco de suerte y pericia… al tercer intento el dron se quedó atrapado entre las ramas del espino como un pescado en una red, con mucha paciencia fui acercándolo hasta el borde del tejado y viendo ya que la recuperación era inmediata avisé a Josemi que estaba justo debajo esperándole ver caer como “agua de mayo” y comencé a gritar: “atento que baja, atento que baja…” Fue darle un pequeño tirón a la cuerda y el dron comenzó a volar en dirección al suelo enredado entre cuerdas y espino, justo en ese momento cambié mi mensaje por el de: “¡cuidao las gafas cuidao las gafas”! porque junto con la maraña de espino y cuerda también bajaba la piedra y ya me imaginaba yo a Josemi (porque no lo veía) intentado recoger aquello con los brazos extendidos casi sobre la cabeza y la piedra golpeándole en las gafas por lo que no sé qué hubiera sido más costosa la reparación del dron o de las gafas.

Mientras andaba con la faena de recuperación del dron en el tejado vi aparecer a lo lejos un rebaño de ovejas y pensé: “el pastor no tardará en llamar a la guardia civil porque está viendo un individuo encima de un tejado en un lugar que normalmente no está habitado”, pero al rato caí en la cuenta de que “allí no hay cobertura móvil de ninguna manera” así que me tranquilicé pero una vez acabada la recuperación del dron y cuando me disponía a bajar del tejado y poner de nuevo mis botas en la calle me quedé parado porque a corta distancia había DOS mastines que no estaban precisamente ni hincados de culo ni tumbados sino pareciera que me estaban esperando para que les rindiera cuenta sobre el motivo de encontrarme en aquel tejado.

De poco me hubiera servido preguntarles de cuál era su motivo allí porque no hubiera obtenido respuesta alguna así que tomé una piedra de las que andaban sueltas encima del muro ruinoso e hice ademán de lanzarla a la vez que pegué un tremendo grito y los animales se dieron la vuelta y mirando de reojo (por si venía la piedra volando) se alejaron calle arriba.

Josemi y yo tras recuperarnos del susto y comprobado que el dron seguía vivo y con ganas de trabajar nos dirigimos caminando hacia el cementerio, está relativamente cerca, luego hicimos un par de vuelos sobre el cementerio y sin perder ni un minuto más salimos rumbo a Umbralejo.

Umbralejo es un pueblo “privado” está reformado con el aspecto que siempre tuvo y de manera privada se utiliza para que grupos de escolares pasen allí temporadas en contacto con la naturaleza.

Llegamos como diría mi amigo Pablo “con una carpeta llena de papeles”, o sea, con la documentación y permisos necesarios para volar el dron en el interior del recinto, esa al menos era la idea, luego con la cámara a pie de calle tomar alguna escena del interior de las casas pero todo se nos vino abajo cuando nos presentamos a la persona responsable de aquella finca.

De nada sirvieron nuestros “papeles” porque al parecer nos habíamos equivocado de oficina, que si aquello no era del “medio ambiente” o “de la junta” o de yo qué sé qué… el caso es que allí malgastamos veinte minutos de parloteo burocrático llamando por teléfono a unos y a otros para finalmente no conseguir nada. “Si eso, volvéis otro día a grabar”… con tono un tanto ácido contesté: “yo aquí no vuelvo a poner mis pies, si no podemos grabar pues no grabamos, ya lo solucionaremos de alguna otra manera”… ni se me pasaba por la cabeza el marear al coordinador del proyecto yendo de despacho en despacho con el asco que me da la burocracia que tenemos en este país, que para hacer cualquier gestión hay una barbaridad de “responsables” sentados en multitud de despachos que dudo que sean completamente necesarios.

Total que: finalmente y cuando yo al menos lo había dado todo por perdido la persona que nos atendió nos comentó que “por la parte de fuera del poblado hay un lugar más bien alto desde donde podéis hacer volar el dron por encima de las viviendas” así que así se hizo, yo hice unas tomas desde detrás de las vallas y con eso llenamos el minuto de gloria de este pueblo para el vídeo del proyecto.

Sin duda alguna Umbralejo fue la grabación más nefasta de cuantas hicimos, con un cielo gris plomizo mezcla de tormenta de arena del desierto y de niebla de invierno a duras penas encontré algo que grabar a pie de calle, con el sol a contraluz, vamos, todo en contra, incluso ya había perdido la concentración en la grabación y no tuve en cuenta (para orientar a Josemi) la dirección en la que había que pasar el dron por lo que en esas grabaciones los tejados de negra pizarra se convirtieron en zonas blanquecinas sin textura alguna. El pueblo que más juego podía haber dado se convirtió en todo lo contrario.

De allí hasta Guadalajara hay un buen trecho así que llegamos a casa como siempre… ¡tarde!, los 294 km que recorrimos ese día y el material audiovisual que conseguimos (incluida la aventura de rescatar el dron) dieron para recordar ese día con cierta sonrisa en la cara, después de todo volvimos sanos y salvos por lo que mereció la pena la aventura.

SEXTA SALIDA, LA IRUELA. Localizar la Iruela sí que ha sido una odisea. Tal día como un jueves, 11 de marzo, quedamos nuevamente con Tavi para que nos llevara con su Pajero porque aquellos caminos de Dios no están habilitados para cualquier tipo de vehículo. Quedamos en Jócar a las 10:00, un día muy bueno de luz y color para ser invierno. Tavi no había estado en la Iruela y nosotros solo teníamos de referencia lo que los mapas dicen, el día anterior yo había empleado casi dos horas navegando por el Google Earth a ras de suelo buscando cualquier indicio de construcción pero la búsqueda fue totalmente infructuosa, un paraje lleno de pinos que apenas deja claro alguno. Los pueblos no solían asentarse en cualquier lugar por lo que buscaba praderas al lado de los ríos o barrancos o lugares similares.

Salimos de Jocar en dirección Tamajón y tomamos un camino, el de “la fuente Loca”, tiene este nombre tan cariñoso porque esa fuente (que no tengo ubicada en su lugar exacto) tiene la peculiaridad de que lo mismo suelta agua en abundancia en épocas de sequía como al revés, en periodos de lluvias apenas ni mana.

El camino de Jócar hacia Fraguas es una gloria comparado con este (si exceptuamos los 1723 hoyos de aquel), sin embargo en este camino hoyos apenas si había, solo uno pero de gran importancia, curvas y cuestas tan duras que de hacerlas caminando solamente son aptas para nalgas bien entrenadas, para los demás… mejor ir en auto.

“Curva va y cuesta viene” llegamos a un recodo del camino desde donde se divisaba media provincia, eso sí, entre montañas y valles que mis ojos nunca antes habían visto tan grandes. Desde allí y a lo lejos, en el valle creado por dos filas de montañas que a golpe de la primera vista me pareció que allí bien se podía haber rodado la película “Jurassi Park” divisamos un pequeño poblado por lo que a pesar de que por las escasísimas fotografías que disponíamos de referencia no parecía que fuese precisamente “La Iruela que buscábamos” nos acercamos hasta allí.

Ya llegando al poblado descubrimos un pequeño depósito o piscina con agua, punto de repostaje de los helicópteros contra incendios. Ya a escasos doscientos metros y al girar en una curva del camino no muy lejos divisamos vacas y hasta una casa de construcción relativamente reciente… uumm, no estamos en La Iruela… ¿o sí?

Como no teníamos otra cosa, mejor dicho no habíamos encontrado por allí otro lugar en otro tiempo habitado y como probablemente no volviésemos allí de nuevo grabamos con dron y cámara en mano las construcciones y el lugar como si realmente del poblado de La Iruela se tratase.

Allí grabé esta escena donde aparezco yo acariciando una pared de aquellas mientras mis compañeros andaban buscando por aquellos lugares otras construcciones semejantes, luego la incluiría en el vídeo para dar un toque de humanismo y sentimiento ante tanta piedra olvidada, me resulta una imagen muy emotiva, en ese momento me salió del alma espontáneamente, luego la incluiría en el vídeo como si fuera realmente de La Iruela porque fue allí, en  La Iruela, el lugar que más me impactó y más sentimientos me trasmitió de todos los que visitamos y además lo hizo con mucha diferencia.

Un detalle que no nos animó a continuar grabando es que aquellas construcciones más bien parecían haber estado habitados por pigmeos, ciertamente los habitantes de la sierra no nos caracterizamos por tener una estatura elevada pero aquello era ya demasiado bajito. En una de las casitas encontramos en un rincón los restos de una chimenea “francesa”, parte de ella construida con rasillas, lo que indica que se fabricaría alrededor de los años cincuenta, el resto de materiales son del lugar, piedras del tipo pizarra.

En aquel asentamiento tan solo encontramos una casa o construcción que tenía unas características un tanto especiales pero no lo suficientes para poder haber sido la Iglesia del pueblo sino más bien pudiera tratarse de la única casa habitada por humanos, el resto pertenecería al ganado ovino o caprino tan predominante en aquella zona en el siglo pasado.

Tavi, Josemi y yo sabíamos de alguna manera que aquello no correspondía a La Iruela, mientras Josemi y yo andábamos grabando con nuestros aparatos Tavi se partió las piernas buscando por aquellos lugares alguna construcción más pero allí solo había aquel corro de casillas.

De allí volvimos sobre las coordenadas que teníamos de referencia, la presa del Pozo de los Ramos era otra referencia, estaba a la misma latitud. Ya sobre la latitud del Pozo de los Ramos tomamos un camino o cortafuegos que subía a un punto bastante alto desde donde se divisaba más de media provincia, la muela y el colmillo de Alarilla o Almiruete, grandes barrancos y pinos muy altos por doquier, la cuesta tenía cierto peligro para subir en auto y Josemi, aunque físicamente se encuentra bastante perjudicado para trepar montañas, prefirió subirla caminando.

Ni Tavi ni yo encontramos desde aquel punto referencia alguna y dimos la vuelta con el “Pajero” para recoger a Josemi que por cierto, a pesar de su estado le había cundido el caminar y ya había avanzado media cuesta.

Continuamos con el auto cortafuegos abajo unos doscientos metros y por las coordenadas que teníamos (aunque la cobertura móvil GPS allí brillaba por su ausencia) le sugerí a Josemi que lanzara el dron y que diera unas pasadas por ver si desde las alturas se podía descubrir algo, alguna pradera, un montón de escombros, etc pero nada de nada, luego ya en un punto con cobertura GPS el lugar de La Iruela nos lo indicaba un par de km más atrás, o sea, donde Josemi se bajó del coche, en un cruce de camino y cortafuegos que va desde lo más profundo del valle hasta lo más alto de la montaña.

El reloj corre que es una maravilla, bueno, el tiempo quiero decir, así que al llegar a Jócar de nuevo y sin encontrar el poblado de la Iruela aprovechamos para tomar unas imágenes del punto defensivo (nido de ametralladoras) que se encuentran en lo alto del cerro. El pánico se apoderó de Josemi durante unos minutos cuando el dron sobrevolaba el punto defensivo y desapareció por detrás del cerro, en ese momento la comunicación con el aparato se cortó y todos nos pusimos en guardia, unos mirando las imágenes del móvil y otros mirando al cielo a ver si el pajarito era visible en las alturas porque estaba tan lejos que ni el zumbido se escuchaba… finalmente volvió al nido sano y salvo.

Estando en ello un vehículo paró durante unos minutos a nuestro lado para saludarnos, era una pareja de jóvenes que entiendo se dirigían a Fraguas.

Antes de continuar la ruta dimos allí mismo unos bocados, unos tragos de vino y el correspondiente té y continuamos rumbo a La Vereda porque esta vez sí teníamos los permisos para volar con dron en aquel lugar.

Al pasar por la presa de El Vado para llegar a La Vereda paramos para hacer unas tomas con el dron, nos faltaba alguna escena del propio pantano pero el viento que corría en aquel lugar en aquel momento hacían que fuera imposible volarlo por lo que se encargó la Canon 80D empleando varios objetivos.

Una vez llegamos a La Vereda Tavi tenía que volverse ya para su pueblo así que nos quedamos allí Josemi y yo. A los pocos minutos de comenzar el vuelo del dron ya teníamos cerca un paisano que se interesó por nuestra presencia. A lo lejos unos minutos antes vimos a Tavi conversar con él por lo que ya debía venir informado de nuestro motivo y presencia allí pero aun así Josemi y para despejar dudas le mostró toda la documentación y permisos necesarios para el vuelo.

Finalmente anduvimos por allí más de una hora y media mientras el sol se caía por detrás de la montaña, en ese rato hubo momentos preciosos fotográficamente hablando, con una especie de calima que marcaba la silueta de las montañas y la distancia por todo el valle del riachuelo aquel, detalle que no dejé pasar e incluí en el vídeo.

En todo el poblado ese día solo había un señor que rondaría los 65 años de edad, el mismo que nos acompañó durante toda la ruta explicándonos con detalle y paciencia la historia y presente del poblado; muy agradecidos nos marchamos de allí ya casi con luces en el automóvil, yo personalmente lo hice con la esperanza de volver este verano a fotografiar la Vía Láctea y ¿por qué no? Cenar allí en compañía de quienes se encuentre en ese poblado esa noche para recordar la vida en aquellos parajes tan peculiares y que tanto sosiego me trasmiten.

SÉPTIMA SALIDA, EL ATANCE. 15 de marzo. Esta vez llegar al Atance no sería difícil, “que una vez primera vez no seas capaz de conseguirlo es de personas normales pero que no lo consigas al segundo intento ya es motivo para visitar al médico”… Llegamos a la presa por el cauce del rio Salado, llevamos el Lada. Antes de llegar a la presa hicimos que el dron se adelantara subiendo el cauce del Salado hasta coronar el muro de la presa.

Al llegar a la presa vimos una vivienda u oficina y en la puerta, como si nos estuviera esperando, había una señora de mediana edad, estaba mirando con unos prismáticos el vuelo de una rapaz, al parecer un águila real o imperial… No estoy seguro que especie de animal era pero no pasaba desapercibido su bulto en aquellas alturas a corta distancia del muro de la presa aunque sus alas no se movían, las corrientes térmicas la mantenían a flote como un globo sujeto con un hilo invisible, Josemi y ella no se ponían de acuerdo si eran “Galgos o Podencos” una decía que águila y otro decía que buitre…

Por cuestiones del covid no llegamos a acercarnos para conversar pero lo hicimos durante unos minutos en los cuales le explicamos el motivo de nuestra presencia ese día allí, el día estaba espectacular de luz y casi sin viento, ideal para volar el dron cerca del nivel del agua…

Continuamos camino y pronto llegamos al lugar donde un día hubo un pueblo, hoy solo una Ermita en estado lamentable y media docena de casas diseminadas: El Atance.

Solo un automóvil en la orilla del pantano y dos pescadores con sus cañas, los mismos que en pocos minutos despejaron el lugar. Dimos un pequeño recorrido por las orillas del embalse a lomos del Lada, poco que destacar, yo al menos no vi gran cosa de interés.

El dron dio varias pasadas, bien planeadas estas antes de despegar y luego nos separamos, yo continué a pie con mi trípode y cámara y Josemi se marchó con el Lada a investigar el entorno y localizar el cementerio que no lo teníamos bien ubicado en nuestra libreta de campo.

Al rato llegó un rebaño de ovejas y pronto entablamos unos minutos de conversación con el pastor sobre el paraje, el lugar, el pasado, etc, poco tiempo porque las ovejas se alejaban y aunque el mastín y perros que le acompañaban le gustaba más mi presencia y caricias detrás de las orejas que continuar con el rebaño pastor y perros nos abandonaron.

En el vídeo hay un par de escenas relacionadas con la cruz del alto de las eras que coinciden perfectamente con la locución, quizás sea suerte o quizás la locución se hizo teniendo en cuenta el vídeo pero incluso la manera en que lo grabé no podía ser más acertada… a veces pasan cosas así.

 

 

Josemi en su ruta explorando el lugar localizó la ubicación del cementerio y en una pequeña habitación dentro del recinto descubrimos una mesa de piedra única, a modo de quirófano, Josemi me contó que allí era donde preparaban a los fallecidos para luego, envueltos en sábanas, sin caja, depositarlos en la tierra, nunca antes había escuchado nada relacionado con ello.

Dimos un garbeo por el interior del cementerio, está totalmente abandonado, arbustos y hierbas altas lo han invadido todo, alguna que otra cruz o detalle queda por allí, pocas para ser sincero, me acerqué hasta el fondo y “no gana uno para sustos” porque de vez en cuando los pies cedían un palmo bajo aquellas hierbas espesas porque el suelo se viene abajo y te quedas medio atrapado momentáneamente, parece que el suelo está minado por conejeras o huecos de extracción de tumbas mal rellenadas aunque lo más probable es que por cuestiones naturales la tierra vaya cediendo.

Al rato abandonamos aquel lugar y tomamos un camino que lleva a Carabias, cruzamos un carrascal o robledal bastante apretado de vegetación, por el caminos ahuyentamos a los corzos con nuestra presencia, sobre todo por el rugir del Lada, por el camino salvamos algunos puntos de bastante dificultad y llegando al pueblo descendimos una corta pero empinada cuesta para adentrarnos en las calles súper estrechas de ese pueblo.

Para la comida utilizamos una mesa del restaurante hostal del pueblo que es amigo de Josemi, ellos conversaron un rato de sus cosas mientras yo hacía lo mismo con una cerveza.

Un rato después ya estábamos otra vez en Querencia, desde la visita anterior a ese poblado alguna que otra vez recordaba la lámpara encendida y el cadáver en el interior de la vivienda y quise saber si la lámpara seguía encendida o si algo había cambiado desde la última visita de la que ya habían pasado 12 días.

En la entrada del pueblo encontramos el mismo poste con la farola sujeta arriba que seguía molestando al entrar en la calle que lleva a la Iglesia, lo estaba haciendo exactamente igual que lo hiciera la vez anterior; pocos metros después topamos con la Iglesia que se encuentra totalmente apuntalada con vigas de hierro para evitar que se derrumbe y allí, donde parece que se acaba la calle, paramos el Lada.

Esta vez en el mismo lugar que aparcamos en la visita anterior había aparcado un automóvil (delante de la casa con los cráneos de animales), salimos del automóvil y comenzamos a conversar con tono de voz alto para que al menos si no habían escuchado el motor del Lada lo hicieran con nuestra conversación. En la planta superior de la vivienda un joven (no ya tan joven) apareció detrás de la cristalera, creo que en ese momento andaba tomando una fruta, nos miró durante unos segundos y se marchó hacia el interior de la habitación. Esperamos allí, a pie de coche, que el sujeto saliera a la calle a saludarnos o a preguntarnos sobre nuestra presencia allí pero diez minutos después dimos por finalizada la espera y montamos de nuevo en el Lada para visitar de nuevo la fuente porque allí, cerca de ella, se encontraba la vez anterior el asno y quería saber o conocer su estado pero “allí ya no había asno alguno”.

Cierto es que salí de ese poblado con un mal sabor de boca que aunque no quiero recordar no puedo olvidar, yo me pasé varios días pensando y preocupándome por la salud del posible único habitante del poblado y cuando lo descubro no se dignó en bajar a la calle y saludar, o al menos saludar desde el balcón… también es cierto que estará “hasta la polla” de visitantes porque esos lugares deshabitados parece que últimamente son lugares de peregrinación para curiosos, andarines o trotamundos de fines de semana como nosotros…

De allí fuimos a Tobes, segunda visita. Al parecer Tobes es un pueblo deshabitado pero muy frecuentado, diría que tremendamente frecuentado porque las dos veces que hemos estado allí hemos encontrado gente visitando el lugar.

Antes de llegar a Tobes y como teníamos tiempo visitamos “Torrevaldealmendras” que si en vez de ese nombre le hubieran puesto “Villar de Torrevaldealmendras” (por ejemplo) el cartel hubiera medido tres metros de largo… el motivo de la visita era porque al parecer la iglesia estaba tan abandonada que hasta las ovejas dormían allí pero la realidad era bien diferente, la iglesia se encuentra en perfecto estado; no entiendo por qué hay personas que afirman cosas que no son ciertas, y lo peor es que lo hacen de tal manera que, amparados por el buen hacer de la gente, te lo tienes que creer… dimos una corta vuelta por los alrededores y sin llegar a entrar en el pueblo y sin apearnos del Lada nos marchamos por donde llegamos.

En Tobes esta vez no íbamos con tantas prisas como la vez anterior, creo que solo grabé un par de vídeos sobre las cuevas subterráneas y empleé el tiempo en tomar fotografías “artísticas”, si se puede llamar así a detalles con curvas, líneas, piedras, luces y sombras, etc.

Estando allí pensamos en el cementerio ¡todos los pueblos tienen al menos uno! Con los prismáticos me pareció descubrir donde estaba, lo ubicaba a medio km de distancia, en una barranco, así que tomamos el Lada y marchamos hacia aquel lugar.

No llegamos hasta la construcción porque de repente el camino parecía acabarse y ningún otro se dibujaba en el terreno así que enviamos el dron a ver qué imágenes nos mostraba… no era cementerio, era una paridera. Volvimos al pueblo y por si nos habíamos equivocado de construcción tomamos notas precisas para llegar hasta allí, tomamos una nueva ruta por detrás del cerrillo y el camino desaparecía por lo que retomamos por segunda vez el camino anterior y acabamos en el mismo punto, el viaje sirvió para hacer esta toma del castillo de Riba de Santiuste que luego emplearía en el vídeo.

En el punto donde habíamos estado un rato antes el camino desaparecía de repente y a partir de allí las zarzas y espinos parecía que se habían puesto de acuerdo cruzando sus ramas ya firmes para impedir el paso a cualquiera que lo quisiera atravesar, pero si habíamos llegado hasta allí por segunda vez después de recorrer algunos caminos sin fruto alguno teníamos que descubrir qué se veía desde el pueblo con aspecto de cementerio.

Tomamos nuestros aparatos (dron, cámaras y trípode) y avanzamos apartando o esquivando los matorrales. Pronto descubrimos en mitad de una chopera alta y bien apretada unas construcciones bajas, era el lavadero, una fuente de un solo caño un tanto escasa de caudal alimentaba un par de diques pero no era aquello lo que habíamos divisado porque aquello estaba muy oculto en la naturaleza por lo que continuamos camino adelante hasta salvar la chopera.

Una vez divisamos el lugar que podía ser el cementerio y a unos trescientos metros antes de llegar a la construcción paramos y planificamos como volaría el dron hasta el lugar, lo haría a ras de suelo sobrevolando las plantas de cereal que no llegaban a un palmo de altura, luego le elevaría hasta tomar el mismo nivel de la construcción que está ubicada en una cuesta seguido de una par de pasadas sobre la vertical.

Nuestro gozo cayó en un pozo al descubrir que aquello tampoco era el cementerio sino otra paridera así que así terminó la aventura de Tobes, descubriendo las cuevas o subterráneos y el lavadero del pueblo y el cementerio (que sin duda existe) lo encontraremos en otra ocasión.

 

BUJALCAYADO. Salimos de Querencia con idea de ir a Bujalcayado y hacer una entrevista a Valentín, entrevista que quedó pendiente por falta de tiempo la vez anterior. También haríamos unos vuelos de dron sobre el pueblo porque la visita anterior ya casi era de noche aunque esta vez tampoco andábamos sobrados de tiempo.

Al salir de Tobes llamamos por teléfono a Valentín porque por la mañana nos informó que no estaría todo el día en el pueblo. En el cruce principal paramos para hacer una toma del camino a seguir para llegar al pueblo.

Al llegar, en la plaza, ya nos esperaba Valentín en compañía de varias personas, pronto subimos a la parte alta del pueblo para hacer las tomas del dron y la entrevista a Valentín sobre la historia de ese pueblo.

Nuevamente todo o casi todo salió mal. La entrevista que podía haber quedado de lo más interesante fue un desastre por hacerlo a “salto de mata”. Puse la cámara en el trípode y el micrófono con su filtro anti viento, ajusté el nivel de grabación y me acerqué unos metros hasta donde estaba Valentín sentado en una roca para que en el vídeo apareciese entrevistador y entrevistado. Josemi en esos momentos andaba conversando con un señor explicándole el proyecto y treintaycincomil cosas más.

Allí a los pies de Valentín y oculto por una roca puse la grabadora de voz Tascam para asegurarme que la voz se escucharía bien, mejor que lo que lo haría la cámara que estaba más distante, y después de ajustar el nivel de grabación en la grabadora comencé la entrevista con Valentín.

No había pasado ni 30 segundos cuando un operario arrancó una maquina radial provocando un ruido infernal por lo que hubo que parar la grabación. A continuación les pedimos que no hicieran mucho ruido a los que por allí andaban ya recogiendo la herramienta de la obra de una casa que están reformando o construyendo y continuamos con la entrevista, mejor dicho: continué la entrevista. De nuevo unos minutos después tuve que parar porque a Josemi (que casi no le gusta hablar) y al dueño de la casa en construcción (con el que hablaba) se les escuchaba más que a nosotros aunque estaban situados a diez metros de distancia.

Finalmente y por tercera vez y ya con bastante desesperación (porque el sol ya ni estaba y porque la primera vez se hace con cierta ilusión, la segunda con menos, la tercera no te cuento y la cuarta es para suspenderla) comencé de nuevo la entrevista; una entrevista sin guion, solo con lo que en ese instante las palabras de Valentín me iban sugiriendo pero me gustaba como se iba desarrollando y después de ocho o diez minutos puse fin a la entrevista…

Quedé bastante contento con el contenido de la misma, contado todo muy natural y con una historia interesante pero todo mi gozo se volvió a caer en el mismo pozo de siempre porque con tanto “arranca y para” y aunque de vez en cuando echaba un ojo al nivel de grabación de la grabadora no sirvió de nada porque en la última grabación, LA MÁS IMPORTANTE, se me olvidó pulsar nuevamente el botón de GRABACIÓN, y es que la primera pulsación es para ajustar el nivel y la SEGUNDA es para comenzar a grabar mientras tanto está en “modo pausa”.

Conclusión: “Cuando las cosas no quieren salir ya te puedes matar en intentarlo una y otra vez porque no van a salir”. El resultado real de esa entrevista es que se escucha perfectamente el contenido de la entrevista grabado con el micrófono “de fabricación casera” ubicado sobre la cámara que con tanto empeño he diseñado y fabricado pero sobre todo a Josemi se le escucha con el mismo nivel que a Valentín y lo peor es que cada uno habla de un tema completamente diferente, o sea, “como si estuviésemos en la barra de un bar de los de antes”, o sea, que de la entrevista solo quedan las palabras porque el vídeo no puedo presentarlo tal como quedó, tendría que hacerlo en modo “off” y prefiero hacer más tarde tranquilamente un borrador y con Valentín tener una nueva entrevista aunque me llame “re-pesao”.

OCTAVA SALIDA. ALCORLO Y LA IRUELA SEGUNDA PARTE.  25 de marzo de 2021, jueves. 

Estando llegando ya a la parte final del proyecto tanto en grabación como en edición Josemi y yo decidimos que emplearíamos un día más de nuestra vida en descubrir la localización de La Iruela. Nos lo pusimos como un reto porque nos hería nuestro ego o amor propio ¿no vamos a ser capaces de encontrarla? ¿Acaso vamos a dejar el proyecto sin imágenes de La Iruela? No podíamos dejarlo así y lo teníamos que intentar nuevamente.

Josemi se encargó de conseguir la ubicación exacta del lugar que tiene el gobierno, yo me hice con un aparato GPS (que aún no sé utilizar ja ja) Josemi puso a punto su Lada fabricado a finales de los ochenta (al que últimamente le daba poco uso) y nos dispusimos a afinar el proyecto rematando algunos flecos que quedaban pendientes. Comenzaríamos por Alcorlo porque como dice el refrán: “En casa del herrero utilizan cuchillos de palo” pues resulta que al editar el trozo de vídeo sobre Alcorlo apenas tenía material de allí y el que tenía no correspondía con la locución así que la primera parada del día fue en mi tierra, luego pasaríamos por Las Cabezadas, San Totís y Fraguas (de los que aún no teníamos imágenes de dron) y acabaríamos descubriendo La Iruela. “El hombre propone y Dios dispone”… finalmente no fue exactamente en ese orden ni vimos todos esos lugares.

Eran las 11:20 cuando el dron se puso en marcha en las cercanías de la Ermita de Alcorlo, dirección al pantano, el día estaba limpio y luminoso y por ello esa sería una de las escenas más pintona del vídeo, luego sobre la Ermita tres o cuatro escenas más y antes de las 12:00 ya estábamos llegando a Semillas, lugar donde paramos para hacer unos vídeos y fotos sobre los parajes de ese lugar, la sierra Gorda, que también andábamos escasos.

Llegando a Semillas estuvimos tentados en volver a grabar de nuevo lo poco que queda del poblado de Las Cabezadas porque cuando estuvimos allí la vez anterior estaba nublado y ya era demasiado tarde, poca luz, las imágenes son un tanto oscuras aunque muy aparentes para mostrar dramatismo, curiosamente y gracias a la ley de Murphy ese lugar _que apenas tiene interés_ la locución que hicieron de él es demasiado larga por lo que “tenía que estirar” el material que tenía entre manos y no me vendría mal tener algunos planos más, pero como “allí no hay mucha leche que vender” poco tiempo podíamos perder pero en un ataque de superación nos llevó directamente a olvidarnos del resto y tomar como preferencia descubrir la ubicación de LA IRUELA.

Ni con el aparato GPS, ni con el móvil de ultimísima generación de Josemi, ni con las coordenadas, ni con las referencias visuales del Pozo de los Ramos, ni con todo ello junto y a la vez no éramos capaces de dar con el lugar; aquel bosque parecía estar encantado, a veces las coordenadas oficiales nos indicaban allá arriba y otras allá abajo, total que había un margen de error de dos o tres km, eso sumado a la altura de los pinos te encontrabas más perdido que “Pulgarcito” y así nos vimos ya a las 14:00 metidos en el cauce de un barranco por el que discurría un arroyo con aguas más cristalinas que las embotelladas por Solán de Cabras.

Aprovechamos el lugar para comer pero antes de “servir la mesa” entre los pinos, allá, en el borde de un acantilado, me pareció divisar una construcción sin tejado. Por la ubicación tanto de coordenadas como por el lugar donde se levantaba la casa aquella sin tejado no podía ser La Iruela, a nadie se le ocurriría en aquellos tiempos el montar un pueblo sobre el acantilado de un barranco cuando se podía hacer en otro lugar más apropiado como veredas pero eso no evitó que tomásemos algo para fotografiar y nos acercamos al lugar subiendo la TERRIBLE pendiente de un cortafuegos que nace allí, justo en el puente que cruza aquel arroyo.

No creo que subiésemos más de cien metros de cuesta, sobre todo porque sabíamos de antemano que ni aquello era La Iruela ni nada que se le pareciera pero queríamos saber (ya que estábamos allí) si se trataba de una sola casilla de ganado o había más edificaciones pero nos quedamos con las ganas de saberlo, después de unas fotos con el tele dimos media vuelta y dimos buena cuenta de la comida en el ambiente serrano y más tranquilo que se puede desear.

Estando ya en la sobremesa, con los dulces en la boca pero con el mal sabor de boca que nos estaba dejando La Iruela y haciendo cábalas de donde podía ubicarse nos dimos por derrotados ese día y lo peor de todo es que en este viaje no avanzamos con respecto al viaje anterior sino más bien podía decirse que todo lo contrario, el bosque nos había derrotado, por las horas que eran no podíamos hacer más que visitar Fraguas y en el mejor de los casos Fraguas y San Totís.

A Fraguas llegamos del tirón, eso sí, esquivando dentro de lo posible más de un millar de hoyos del camino y pillando de lleno otros tantos hasta tal extremo que en un momento dado me vi como si estuviera domando un potro salvaje porque el asiento se levantó de la parte delantera y por la inercia me fui hacia atrás manteniéndome aún sentado, igual que en el parque de atracciones, las dos sujeciones delanteras del asiento se habían arrancado…

Llegamos a Fraguas con el tiempo suficiente para lo que habíamos previsto que no era otra cosa que un par de vuelos de dron de un minuto porque eran las escenas que nos faltaban pues la vez anterior cuando estuve allí con Manolo y María Jesús no disponíamos de dron.

Cerca de la entrada se encontraba un joven, a diferencia de la vez anterior esta vez había cierta actividad en el poblado, un camión pequeño y varios automóviles más se podían contemplar. Pronto salió a recibirnos el joven que conocimos la vez anterior, le explicamos nuestras intenciones y al finalizar el vuelo fugaz del dron se me ocurrió preguntarle si conocía la ubicación de La Iruela… ¡dijo que sí! Así que un momento después ya lo teníamos sentado en la parte trasera del Lada rumbo a La Iruela, me recordaba las películas de secuestros exprés, creo recordar que no llegó a despedirse de sus compañeros a pesar de que esa tarde la comunidad tenía trabajos por realizar.

¡Madre mía, otra vez a circular por aquellos andurriales! Creo que tardamos unos cuarenta y cinco minutos en llegar al lugar, volvimos sobre lo rodado pillando los mismos o más hoyos que un rato antes, porque ahora llevábamos cierta prisa por las horas que eran, yo no recuerdo si me sujetaba al asiento o era el asiento el que me sujetaba a mí, finalmente hice una especie de triángulo con los pies y las rodillas y el asiento dejó de tener vida propia, pareciera que el potro lo acababa de domar. Foto de la reparación del asiento del Lada.

Ya llegando de nuevo cerca de La Iruela y de tantas veces como habíamos pasado por allí ese camino y los parajes los tenía como propios, todo eran curvas y pinos altos pero hasta los pinos pequeños de las cunetas me resultaban familiares, tanto como los coches que te encuentras aparcados en tu calle cuando vas a por el pan cada día, solo me faltó ponerles nombres a cada uno de ellos.

De repente el joven de Fraguas dijo ¡ahí está, ahí abajo veo los castaños! Cierto era que en la parte baja, entre la espesura de los pinos, se apreciaban en un rodal unos árboles que no correspondía con el resto del monte así que utilizando un cortafuegos intentamos llegar hasta los castaños.

¡No!, no eran aquellos castaños el lugar exacto de La Iruela pero no tardamos mucho en dar con él. En ese momento el sol estaba casi a la altura de la vista, el valle era precioso, la silueta de las montañas y las propias montañas mostrando sus diferentes tonalidades azules producto de la distancia hacían de aquel paraje algo digno de cualquier esfuerzo. Echándole imaginación, viajando en el tiempo cien años antes, en aquellas laderas apenas si habría cuatro jaras peladas por las cabras, al fondo, el barranco y cauce de un arroyo que pronto desemboca en el Sorbe; llamaba la atención la distancia de las montañas y la profundidad de los barrancos ¡como para tener que bajar de vez en cuando al arroyo con un cubo a por agua jajajaj! En aquella ladera debía existir una fuente pero estaba como para buscarla…

La Iruela la componían media docena de casas de las que no quedan en pie ninguna, incluso las piedras de las paredes han ido buscando el acomodo en el suelo… De la diminuta Iglesia (acorde al número de habitantes del pueblo) solo quedan las cuatro paredes y en la entrada un arco, la hiedra que de todo se apodera con sus raíces parece echar una mano para evitar su derrumbe.

Una vez que acabamos la grabación de imágenes y volvíamos al Lada de Josemi el joven de Fraguas me grabó en el GPS la ubicación exacta (yo no sé hacerlo) pero aunque tardase en volver allí, (cosa que no creo que pase demasiado tiempo porque el lugar me transmite muy buenas vibraciones y mucho bueno de todo), no creo que en la siguiente visita tarde mucho en localizarlo, pusimos unos hitos en el camino a la altura del poblado y tomé unas fotos del lugar. Las coordenadas son: 41º 0.2,29.34 N y 3º 10,36.920

El joven de Fraguas y yo salimos de La Iruela trepando en línea recta hacia el camino, cruzando por los bancales de pinos que a duras penas podíamos conseguir rebasar por la enorme cantidad de hojarasca seca de pino que hay depositada en el suelo y que no te ayuda más que a resbalar y caer. Josemi ya habría llegado al coche porque volvió por el camino de la ida, más sencillo aunque más largo.

Cuando llegamos a Jócar, lugar donde se hallaban trabajando algunos habitantes de Fraguas y compañeros del joven, ya era casi noche pero aun así al llegar a Albarcón paramos al borde de la carretera para fotografiar un paisaje nocturno cuyo motivo principal era un nogal sobre una colina, no salió una foto espectacular porque entre otras cosas no era ni la hora ni el momento más apropiado, pero como dijo el Terminator: ¡Volveré!

MÚSICA SERRANA, 20 de Marzo, sábado.
A esas alturas el proyecto iba ya bien adelantado pero nos faltaba grabar unas canciones interpretadas por el cantautor de música popular más famoso de la provincia de Guadalajara, Jose Antonio Alonso. No teníamos mejor lugar para hacerlo que una habitación grande de su casa ni otros medios de recoger los sonidos que mis micrófonos autoconstruidos y sobradamente probados. Josemi por su parte los grabó también pero no salieron tan limpios.

Como serían DOS las voces y DOS los instrumentos que sonarían coloqué ambos micrófonos acorde a la situación, o sea, los artistas separados un par de metros y los micrófonos cerca de ellos, como a medio metro de los instrumentos y voces, de esa manera recogerían un sonido limpio con un acusado efecto estéreo que era lo que yo buscaba. Este sonido lo recogía la grabadora de mano Tascam y por si “aquello fallaba” la Canon 80D grababa a la vez el sonido con otro conjunto de micrófonos inalámbricos que no llegaron a necesitarse. Por cuestión de covid allí nadie se quitó las mascarillas en ningún momento, incluidos los artistas, lo digo por la voz, que cantar con mascarilla ya tiene lo suyo.

Jose Antonio hacía sonar la zanfona y Rafael la guitarra y en algunos temas ambos también cantaban a la vez que tocaban. Después de calentar voces e instrumentos y repetir más bien pocas veces los cuatro temas a grabar dimos por finalizada la sesión celebrándolo con unas cervezas.

Cierto es que pasé una tarde bastante entrañable y para recordar, pues aunque a Jose Antonio apenas lo conocía más que de vista el destino quiso que en la década de los 80 trabajara muchas temporadas junto a su padre y por supuesto, comentamos emocionados aquellos días y los recuerdos de nuestros mayores.

La “zanfona” es un instrumento que nunca antes había visto ni sabía de su existencia, la definiría como un instrumento mezcla de guitarra, violín, gramola y piano, es un instrumento que al parecer en el siglo X ya lo tocaban, o sea, que tiene 1.000 años de existencia.

NOVENA SALIDA, 10 de Abril, Sigüenza, Valle de Matas del Ducado, Bujalcayado, Querencia y Tobes.

El proyecto consta de tres bloque bien distantes dentro de la provincia de Guadalajara, la zona de El Vado, el tema de los pantanos y la zona de Sigüenza. Para relatar bien el documental necesitábamos unos previos de introducción a cada bloque o zona cuya duración sería inferior a un minuto pero como eso no estaba contemplado al inicio del proyecto pues apenas teníamos imágenes de lugares o parajes, al proyecto le íbamos dando forma según avanzaba el tiempo.

Hasta la fecha nos habíamos limitado a grabar a los pueblos solamente y a la hora de crear el vídeo nos encontramos que sobre todo del valle de Matas, Bujalcayado, Querencia y Tobes apenas teníamos ni una sola fotografía así que aprovechamos una salida fotográfica _que curiosamente y al hilo del proyecto Josemi y yo mostraríamos el castillo de Inesque_ y qué curiosamente y por la más pura casualidad descubrí de su existencia al buscar un pueblo abandonado que de nombre no recuerdo pero que suena semejante a INESQUE, Benesque, Cenesque, Menesque… y que cual sería mi sorpresa que Google me devolvió que existía un lugar llamado así, INESQUE, cosas de la suerte, a veces a favor y la mayoría en contra, bueno, realmente creo que es mitad y mitad pero de la parte favorable los pesimistas apenas la recordamos y viceversa.

Fotográficamente hablando el día estaba “a pedir de boca”, nubes bonitas en el cielo que circulaban bastante ligeras por lo que si no te gustaban esas con esperar un rato lo tenías resuelto porque el cielo cambiaba pronto de aspecto.

Pasando Sigüenza hacia Matas del Ducado, donde la carretera hace un cambio de rasante y ya se comienza a divisar el valle paramos, enfrente del repetidor, de allí el dron hizo una visita aunque lejana a la ciudad de Sigüenza, luego otra visita al valle de Matas y Bujalcayado, salió una toma de las más bonitas que hiciéramos durante todo el proyecto, al parecer “algo habíamos aprendido a lo largo de estos meses”. Al  fondo y a la izquierda se vería las salinas de Bujalcayado.

Subimos al repetidor por una pista bastante dificultosa pero para el Lada fue “un paseo militar”. El cielo no podía estar más bonito por lo que aproveché para hacer un timelapse a Sigüenza mientras las nubes caminaban por el cielo y sus sombras sobre las casas.

Ya con el material que nos faltaba guardado en la tarjeta de memoria continuamos hasta Inesque donde hicimos un reportaje del lugar a últimas horas del día, (en mi canal de Youtube se puede ver) luego una visita fugaz a Pálmaces y de allí ya salimos con las luces del Lada encendidas.

Y hasta aquí lo relacionado con las grabaciones en los pueblos correspondientes al proyecto. Bueno, queda algún detalle como la grabación de los arcos de la Iglesia de Jócar que se encuentran en Fontanar y como se hace referencia de ellos en el vídeo unos días después empleé un par de horas en localizarlos y grabar unos planos”.

EL MONTAJE O EDICIÓN.
Realmente lo más fácil y sobre todo rápido era el grabar los lugares, esa era la “parte magra” pero luego quedaba “el hueso”, que era la creación del vídeo o como dirían los expertos “la creación del contenido audiovisual”.

Del pueblo de Matas teníamos cerca de 30Gb de información, cuando realmente con 2Gb eran suficientes. Como era el primer pueblo grabamos como si no hubiera un mañana, aunque realmente cuando lo hacíamos teníamos en cuenta que además de ese minuto de gloria que ocuparía cada pueblo después y particularmente haríamos un vídeo mucho más extenso explicando muchos detalles más del lugar pero aun así… “parecíamos unos principiantes” pues no llevábamos nada preparado, todo era improvisación basándonos _claro está_ en nuestra experiencia y forma de grabar. Pero una cosa no quita la otra y lo cierto es que material conseguimos más que de sobra, claro que eso se “pagaría en tiempo” (sobre todo el mío) a la hora de elegir qué clips o escenas o qué trocitos de ellas quedarían en el vídeo, de momento hay que revisarlas todas porque hay que conocerlas para aceptarlas o desecharlas.

El peso en disco duro de todo el proyecto es de 336Gb. La cantidad de archivos que maneja el programa de edición es de 6.639 porque además de los clips grabados hay incluidas fotografías, locuciones, audios, sonidos, etc. Realmente en cada pueblo se han utilizado una media de 20 o 30 clip que multiplicado por 20 pueblos dan un resultado de 400 a 600 escenas, si a eso le sumamos los bloques o grupos de pueblos más la presentación y créditos finales nos ponemos en más de 800 escenas. Todo ello pasa por la vista en los treinta minutos que dura el vídeo por lo que, por poco interés que suscite, no será fácil que su visualización aburra.

Por cierto, el vídeo no puede comenzar de mejor manera que con un lamento “¡Ay mi serranía… Ay mi corazón… Ay mi duce patria… Ay mi blanca flor…”

LAS “PEGAS DEL VIDEO”. Mi idea original al principio de comenzar con el proyecto era basarse en una locución previa y sobre ella ir grabando las escenas acorde al contenido de la locución pero ¡no! Finalmente lo hicimos ¡al revés! Primero preparé un vídeo completo de todos los pueblos con el mejor material que teníamos, ordenado cronológicamente como es natural, primero las imágenes antiguas para acabar con las más recientes.

Todo ese trabajo y esfuerzo solo sirvió para que el correspondiente coordinador se inspirase en el vídeo para crear el texto de la locución, o incluso ni siquiera para eso, es posible que no sirviera para nada por lo que tuve que recomponer nuevamente la mayoría de escenas a lo largo del proyecto, estamos hablando de esas 400 o 600 escenas, clips o fotos.

Una vez que ya tenía el archivo con la locución había que ajustar los tiempos, quiero decir que si el locutor estaba hablando 60 segundos (que era el tiempo estimado en cada pueblo) también había que añadir una cola al final y un tiempo de introducción al principio. Bueno, pues la suerte de Murphy quiso que en pueblos como La Vihuela del que solo queda UNA CASA la locución dura más de un minuto donde estaba previsto 35 segundos, por lo que ni siquiera teníamos material suficiente para llenar ese tiempo y contrariamente en otros pueblos como Matas o Querencia donde teníamos material más que de sobra hubo que desechar mucho de él porque la locución solo dura 40 segundos… pero bueno… después de un recortar segundos o mejor dicho “milisegundos” en las frases del locutor o al revés, añadir esos segundos o milisegundos entre frases pronunciadas del tirón, finalmente creo que no quedó mal del todo y como dirían mis padres: “si tu no lo dices nadie lo sabe”.

En el apartado final donde aparecen fotografías antiguas Jose María apenas me envió fotografías de aquellos pueblos y las que me envió apenas tenían tamaño o calidad suficiente para el vídeo así que tuve que agregar muchas fotos de mi álbum familiar, la boda de mis padres, de algunos paisanos de Alcorlo, etc, incluso una fotografía donde aparecen dos niños es personal, somos mi hermana y yo… eso sí, todas ellas de aquella época del desalojo o abandono de esos pueblos.

Por lo que me ha parecido entender creo que anteriormente no se ha hecho un trabajo sobre este tema tan largo y tan bien elaborado, sobre todo con tanto entusiasmo y dedicación. Actualmente el tema de los pueblos abandonados es muy manido, todo el mundo se coge la mochila o su moto y presenta vídeos de estos y otros lugares pero la mayoría de ellos aportan poco. Creo y espero que este trabajo se lea y mire el vídeo como hay que hacerlo, prestando atención y valorando cada detalle de él ya que tanto trabajo, tiempo, esfuerzo y dedicación nos ha llevado.

“Finalmente hemos hilamos el vídeo entre unos y otros de una manera muy fina”.  

Primeramente los títulos del comienzo aparecían en un fondo totalmente negro con unas letras en blanco, luego en azul, me parecía demasiado soso y lo dejé así hasta el final. Luego los puse con un degradado de blanco a negro con letras blancas con borne negro y Josemi vio que esos títulos eran demasiado clásicos y les cambié el color del fondo y pasó de un degradado negro a un degradado azul y azul oscuro, luego le quité el fondo y puse unas imágenes de vuelo de dron mostrando los pinos y montañas de la sierra con los títulos de “Serranía de Guadalajara” y “Los pueblos del silencio”, en el siguiente visionado de esa parte Jose María vio que esas imágenes de pinos y montañas no correspondía completamente a lo que íbamos a mostrar, que eran pueblos abandonados y destruidos así que cambié los fondos degradados de color por una escena de dron donde el título habla de la sierra de Guadalajara a la vez que vemos la sierra que nos gusta, o sea, un enorme pinar, un camino y unas montañas,  a continuación unas imágenes de dron de Matas del Ducado que se mezclan con el título del proyecto que aunque a primera vista el título no parece entenderse bien en los últimos segundos se aprecia perfectamente a modo de remate final así que como me pareció estupendo a más no poder así se quedó.

Al “guionista” José María cada vez que hacíamos una revisión del vídeo  o trozo de él se le ocurría añadir un detalle o agradecimiento: al Cefihgu, a la Diputación, a Agricultura, una locución de cierre, etc… pequeños cambios que ayudaron a enriquecer el vídeo.

Luego también jose María propuso al final del vídeo incluir un texto que decía “Dedicado a todos aquellos que tuvieron que dejar sus pueblos y sus casas”, a mí me pareció un poco simple y corto y añadí: “aunque la mayoría de ellos nos contemplen ya desde un punto en otra dimensión, entre otras cosas porque así lo siento. Realmente es así, muchos de los que habitaron aquellos pueblos ya no se encuentran físicamente entre nosotros aunque en nuestra memoria estén siempre presentes.

En este tipo de proyectos, donde todos hemos aportamos buenamente nuestras ideas y opiniones, hay que ser paciente y escuchar a todos pero también puede darse el caso de que tengas que decir: “Zapatero, a tus zapatos” aunque al decirlo no te escuche ni el cuello de tu camisa.

Realmente y aunque posiblemente ya lo habré dicho anteriormente en estos 32 folios, estoy muy contento con el resultado, tanto desde el punto de vista técnico hasta la manera de exponer la historia; el trabajo tiene un acabado con una calidad altísima, generando un archivo con tamaño 1920 x 1080 con una limpieza de imágenes y un color que visto en un monitor apropiado y bien calibrado pocos “peros” se le pueden poner.

El vídeo final quedó en un archivo de 8GB de tamaño que como es lógico no cabe en un formato DVD, una lástima, porque la resolución del DVD es solo de 720 x 576 lo que significa casi TRES veces menos de resolución, pero esto se ha corregido colgando el vídeo en la nube y accediendo a él a través de un código QR que viene en el libro, de esa forma se puede visualizar con una calidad muy superior al dvd, eso sí, tiene que hacerse en un ordenador, una Tablet o un teléfono móvil, incluso en una Smart tv si se sabe manejar.

El sonido también ha llevado su parte de trabajo, es posible que este vídeo se vea en la pantalla de un teléfono móvil o una Tablet y el sonido solo se podría valorar si se hace con la ayuda de unos buenos auriculares, de nada sirve escucharlo en los altavoces de una enorme televisión led donde los altavoces apenas son capaces de reproducir las notas graves o por no decir los altavoces de sobremesa de un escritorio estándar con altavoces de un palmo de altura.

Hemos empleado temas musicales gratuitos, el problema es elegir qué temas se necesitan, lo digo por cuestión de tiempo porque elegir una docena de fotos entre un millar es relativamente sencillo y rápido, en menos de diez minutos ya las tienes elegidas pero elegir diez canciones entre un millar te puede llevar un día entero porque al menos necesitas reproducir unos segundos de cada tema y eso sí que lleva su tiempo…

El tema de Jose Antonio “Ay mi serranía” con el que acaba el vídeo es un placer escucharlo, además de por la letra por el extraordinario efecto estéreo, donde se puede apreciar perfectamente la separación de los instrumentos y las voces con un sonido limpio y claro y eso que se grabó en un garaje y los cantantes con mascarilla puesta.

A lo largo del vídeo se ven escenas muy bonitas y apropiadas como la cruz de El Atance, grabadas con mucho mimo en un momento climatológicamente muy apropiado como fue el caso del valle de Matas o el pantano de Alcorlo por decir algunos momentos, otros sin embargo no tienen ese encanto por estar nublado o hacerlo ya sin apenas luz ni color en el ambiente como Las Cabezadas, Robredarcas o el propio Umbralejo que de hacerlo en mejores condiciones tanto juego nos hubiera dado.

Para ir acabando y a título técnico aquí os dejo un pantallazo de los archivos del proyecto, tanto el número de carpetas como el número de archivos y el peso de los mismos. Por si no se entiende los datos de la fotografía diré que tiene 6.639 archivos, 105 carpetas, el peso en disco duro es de 336 Gbits. El proyecto está creado con los programas de Adobe, Premiere, Photoshop, Audition y After Effect. Se comenzó en noviembre de 2020 y se dio por finalizado el 27 de abril de 2021, o sea, cinco meses después.

Finalmente “el estreno” de la película, el visionado final, lo hicimos en la terraza de la casa de Jose María, ubicada en un punto alto de Guadalajara y cómo no podía ser menos, lo hicimos contemplando como una tremenda tormenta que recorría los campos de Nuestra Querida Sierra iba descargando el agua, limpiando los pinos de la procesionaria y llenando de agua los pantanos que para ese fin se construyeron, muy a pesar de algunos de nosotros.

NOTAS Y DETALLES DE LA CREACIÓN DEL TRAILER DEL VÍDEO “LOS PUEBLOS DEL SILENCIO”

Para rematar esta entrada os voy a hablar del TRAILER o adelanto de la película que acompañará al libro del proyecto “Despoblados, Expropiados, Abandonados”. Esto en un principio no estaba previsto pero creo que ha sido un gancho muy atractivo pues es la esencia del vídeo.

Como no podía ser de otro modo, un “tráiler” es el resumen de la película que vamos a ver, normalmente son secuencias de imágenes relativamente cortas donde nos van exponiendo la trama del contenido por ello he reunido algunas escenas y las he ido encadenando de una manera un tanto lógica, no se trata de poner imágenes “sin ton ni son o a lo tonto lo bailo” porque no tiene sentido alguno, tienen que llevar un orden y aquí lo tiene, otra cosa es que lo haya conseguido y se entienda, por eso os voy a adelantar cuál fue mi idea, después continuaré un poco más de lectura con “lo que no vamos a ver” porque se cambió o quitó del archivo original o está enmascarado o embellecido porque ciertamente este tipo de grabaciones tienen muchos “peros”, como presencia de personas en alguna escena que hubiera sido mejor que no estuvieran porque despistan al espectador, etc.

1- La primera escena del tráiler comienza con vista de dron acelerando la velocidad hacia el muro de una presa de un pantano, luego le continúan 16 segundos relacionados con los pantanos que es una de las causas de varios pueblos expropiados, un bloque de los que trata este proyecto, si bien es cierto que no son las imágenes con más gancho para el espectador sí van acorde con la música que irá en crescendo a lo largo de ese minuto y medio.

2- Salimos de ese pantano mostrando la Ermita de El Atance que se ve claramente que el techo está en ruinas, como resultado del abandono del pueblo por expropiación.

Continuamos con los pantanos con un plano a gran altura de uno de los embalses más grandes de la provincia en un día de luz y color, un pantano que, por supuesto está en el proyecto.

3- Sin acabar los pantanos comenzamos por las ruinas, esta vez la Iglesia de El Vado. Continuamos con iglesias, esta vez la de La Vereda que enlaza DOS planos de la misma Iglesia desde ángulos diferentes, de frente y trasera, daría que pensar que eso estaba programado en el guión pero fue casualidad que existiera y que yo (como creador del vídeo) lo recordara.

4- A continuación dos escenas de paisaje, (diferentes a lo que veníamos viendo) para ubicarnos en el lugar de la sierra donde se encuentran esas localizaciones.

5- Volvemos con las iglesias, la de Villacadima, que se encuentra en buen estado y acto seguido, en la misma toma (acelerada y ralentizada) vemos al fondo el entorno con sus molinos eólicos.

6- Sin dejar las Iglesias o Ermitas pasamos de la de Villacadima que está en buen estado para a continuación ver lo contrapuesto que es otra puerta de entrada a Iglesia pero esta vez totalmente abandonada, la de Romerosa. En el vídeo las DOS escenas son muy parecidas, la cámara va hacia la puerta de la entrada a las Iglesias.

7- A ritmo de la música cambiamos ahora y vamos al bloque de pueblos abandonados con casas ruinosas y “apretadas”. Vista desde las alturas y luego cenital para ver el interior, de dos pueblos como ejemplo que son Tobes y Querencia (todos los pueblos no caben en un minuto ni son necesarios).

8- Después de ver estos dos pueblos “grandes” con las casas semi derrumbadas pasamos a LO CONTRARIO, un pueblo diminuto con las casas “desperdigadas”, Sacedoncillo. Este es un plano de dron muy largo porque se mezclan DOS escenas, una es en rotación de la cámara cuyo eje son los restos de la Iglesia, el único edificio de tamaño importante del lugar, (de no hacerlo así no sabríamos que es ese edificio), acaba la segunda escena a una velocidad normal mostrando el entorno. Todo ello sin olvidar de que quien manda en parte es el ritmo de la música.

 

9- De un pueblo totalmente derruido pasamos a lo contrario. FRAGUAS, el único lugar donde se puede ver que está poblado, incluso se ve un pequeño camión, gente y mesas en la calle. Aprovechando un instante acorde con la música el plano se rompe ampliándose el 30 por ciento del tamaño, es la misma escena pero le aporta dinamismo apoyado en la música.

10- De ahí pasamos nuevamente al punto opuesto, AL ABANDONO MÁS ABSOLUTO, la cámara muestra las ruinas de las casas desde un punto muy próximo al suelo, esto rompe la sucesión de imágenes de dron; aprovecho para incluir el factor humano en la película, no todo va a ser abandono y ruina, curiosamente son unas imágenes de archivo que me autograbé y que comenté anteriormente no son precisamente de ninguno de los 20 pueblos elegidos para este proyecto.

1- Llevando ya DOS escenas de pueblos totalmente arrasados el vídeo continúa y cambia nuevamente de aspecto con la Iglesia de Robledarcas que es un edificio estándar de aquella zona, estándar por la construcción y por el estado de abandono. A ritmo de música ahí se suceden dos planos de la espadaña de la Iglesia mostrando los restos de la Iglesia, primero la parte cenital seguido con otro a pie de suelo. La unión de estos dos planos y otros semejantes es mediante una transición de flas de tan solo 6 fotogramas, algo casi imperceptible al ojo pero a la vez visible.

12- Para romper la monotonía de “Iglesias ruinosas” le sigue una vista cenital de un pantano, donde se puede apreciar restos de filas de paredes o construcciones. Es esta la única toma de estas características grabado en todo el proyecto, al menos la única utilizable para el tráiler.

13- Al hilo de pantanos y para mostrar que no todo es “abandono y destrucción” aparece Alcorlo, construcción moderna y activa (se ven las banderas) y enlaza con la escena final donde se muestra realmente el motivo de ese proyecto, en este caso vemos Matas del Ducado que es ejemplo típico de abandono ya que ni fue expropiado, ni anegado, fue deshabitado y abandonado.

Hasta aquí la historia del trailer, ahora la parte técnica con arreglos, trucos, enmascaramiento de personas u objetos, cambio de velocidad y otras lindezas.

Ni qué decir tiene que contar en minuto y medio tanta historia de tantos pueblos ya es un encaje de bolillos, si a eso le sumamos que NINGUNA escena estaba prevista y se grabó a “salto de mata” por lo que apenas ni hay en todo el proyecto planos espectaculares pues eso agrava aún más la situación a la hora de crear un contenido audiovisual “que enganche”.

En la edición te encuentras que en la escena de la Iglesia del Vado aparecemos tres personas, Josemi controlando el dron, yo a su lado y en la esquina superior derecha aparece otro compañero, aparentemente pueden pasar desapercibidas pero “el ojo entrenado que todo lo ve” las detecta y te hace perder la concentración y le hace mirar que hay allí en aquellos puntos, esto no debe pasar… por ello las he tenido que enmascarar porque, los ojos “normales” quizás no, pero los ojos “entrenados” para ver vídeo SÍ les hace despistarse. Quitar o poner personas o elementos en una fotografía ya no tiene misterio pero en el vídeo “ya es otro cantar”.

 

En la escena de las piedras de La Iruela hay un trozo de árbol que por su contraste invita a mirar y a distraer por lo que lo he anulado.

Lo mismo pasa con Alcorlo, hay un trozo de palo que por su brillo te hace fijarte en él cuando realmente lo que hay que ver son las instalaciones recientes, Cruz, banderas, tejado.

En la escena donde aparezco acariciando las piedras hay una zarza que al pasar se me engancha en la camisa y luego se zarandea izquierda y derecha llamando la atención como si fuera un niño, como diciendo: “mírame” la he tenido que camuflar de alguna manera porque los ojos se te iban a allí ya que era lo único que se movía con bastante velocidad, una rama de color claro contra un fondo de color oscuro ¿hay quien dé más? Esta escena también está alterada para centrar la vista en la mano ya que aunque tuve la precaución de hacer un desenfoque con el objetivo pero técnicamente es casi imposible resaltarlo tanto como a mí me hubiera gustado así que desenfoqué en parte la esquina de la derecha para centrar la mirada en la mano y las piedras. En la fotografía siguiente vemos la zarza que luego se convierte casi en invisible.

La velocidad de algunos vídeos ha sido acelerada en algunas ocasiones hasta 100X para adaptarla al ritmo de la música. En esta captura de la pantalla del programa se ve cuatro velocidades diferentes para los CUATRO segundos que dura esta escena.

 

Los cambios de escena en la mayor parte del vídeo coinciden con el ritmo de la música por lo que hay que adaptar las grabaciones, tanto acelerándolas como ralentizándolas. Así sucede (por ejemplo) en el último plano donde aparece el título, el final del vídeo coincide con la desaparición de escena de la espadaña de la Iglesia, realmente el dron no voló a esa velocidad hacia arriba ni continuó hacia adelante sino que se quedó ahí parado, sin embargo en el vídeo parece continuar volando hacia el valle.

A continuación ya vienen los títulos y motivos del vídeo que es el libro del proyecto. Los he puesto al final, los anuncios que veo de películas en la tv el titulo va al final, no al principio. Si no te engancha lo que has visto durante el tráiler no llegas al título, por lo tanto es que no te interesa. 13 segundos para anunciar la compra del libro es lo que dura, más que de sobra para quienes estén interesados en él.

AQUÍ EL ENLACE AL VÍDEO DEL TRAILER  Revisado en Julio 2021

A golpe de pronto tengo la sensación “del deber cumplido”, no escribí un libro sobre Alcorlo (aunque tengo datos para ello) pero SÍ UN CAPÍTULO sobre la historia de un pueblo de la sierra que es el que me vio nacer, un libro que no tengo dudas se podrá consultar como material histórico ya que sus datos han sido verificados y nunca inventados; durante el tiempo que estuve escribiendo dicho capítulo hablé con paisanos de Alcorlo que cuentan ya con más de 90 años de edad, anteriormente a ello creí que sabía casi todo de Alcorlo, ahora sé que estaba equivocado, es probable que alguna vez vea la luz un libro o aunque solo se quede en un archivo PDF que contenga “La Vida y Chascarrillos de Alcorlo”, será largo y entretenido de leer…

En este camino conocí personas como Jose María, Tavi, Valentín o José Antonio Alonso (por decir alguno) que, como buenos serranos que son, se distinguen por su honradez y su lucha para mantener vivos los pueblos de la comarca ya que están haciendo todo lo que esté en su mano para conseguirlo. Destacar de Valentín de Bujalcayado su humildad y amabilidad y su decisión de que su vida trascurriera en el pueblo a pesar de que no viniera al mundo en aquel lugar.

He conocido lugares como La Iruela que ni había imaginado que existieran, donde me trasmitieron tantos sentimientos que una vez puestos mis pies allí me hicieron imaginar a sus gentes purulando por sus calles y sus campos; son sensaciones que no se pueden describir pero hay una imagen en el vídeo donde de alguna manera se refleja y es cuando se ve a mi persona acariciando las piedras de una pared de una vivienda derruida… hay que estar allí para sentirlo.

Espero que este libro, este vídeo, este proyecto en definitiva, que ahora acaba de ver la luz sirva para concienciar a la población o parte de ella, sobre todo a esa que gestiona los dineros y las inversiones y comprendan que los pueblos son necesarios, que “no hay nada como un pueblo para criar a un niño”.

Todos sabemos la dificultad que eso conlleva pero estoy seguro que se puede revertir y aunque yo no llegue a verlo ojalá los valles y montañas se vuelvan a llenar de animales pastando y que los campos de cultivo, hoy abandonados, vuelvan a producir alimentos y materiales; que los pueblos vuelvan a ser comunidades aunque de tamaño no superen el millar de habitantes y que las comodidades y servicios sean similares a las grandes urbes porque para ser feliz (que entiendo como lo más importante de esta vida) no es necesario contar con varios automóviles en la puerta ni con grandes haciendas que solo te pueden llevar a ser un criado del sistema y un esclavo invisible como se está convirtiendo el obrero llano en los últimos tiempos donde se pasará su vida pagando el valor de una vivienda multiplicado por diez… creo más bien que “en un buen medio está la virtud”, nadie desea la vida de antes pero tampoco la de ahora, nadie desea que sus nietos vivan en un pueblo y lleven la vida de sus tataranietos, aquella vida mísera en lugares invisibles pero como dice mi amigo Pablo “antes había más alegría que ahora” por lo que deberíamos preguntarnos ¿Cuál es el motivo entonces?

QUIZÁS CONTINUE EDITANDO ESTA ENTRADA PRÓXIMAMENTE…

El tiempo, trabajo, esfuerzo y dedicación empleados en este proyecto merecieron la pena sobradamente.

 

2 opiniones en “Making Of de «Los Pueblos del Silencio»”

  1. Un gran reportaje de nuestros amigos Agustín, Josemi, José Antonio, José María… Donde narran y muestran con sus curiosas anécdotas y material audiovisual su sensible percepción sobre parte de la historia de estos pueblos silenciados, ahora gracias a su idea, un poco más conocidos. Lectura muy recomendable e imprescindible para acercarnos a estos pueblos.

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