Todo este relato gira en torno a una salida fotográfica para poner a prueba mi último diseño de seguidor de estrellas casero, la versión 7. Con tanto experimento en los últimos años ya he descubierto cuales son los puntos débiles de este tipo de aparatos y he intentado dar un pasito más hasta conseguir el mecanismo pequeño y preciso con el que poder obtener fotografías de varios minutos de exposición con un seguimiento perfecto de las estrellas. Enlace al vídeo timelapse de esa noche.
Lo primero que dice la ley de Murphy es que “si algo puede salir mal no saldrá bien” y en esta salida fotográfica esta ley se cumple casi a rajatabla. Pensar de esta manera puede parecer de personas con mirada negativa, yo más bien diría “con mirada realista o efectiva” pues pensar que “todo va a salir bien” es de ser muy, pero que muy optimista.
La idea era probar varios seguidores, uno de ellos (como he dicho antes) lleva la última versión, fruto de los resultados de las últimas experiencias; el otro, ya casi olvidado (versión 4) pero que fue con el que mejor fotografía obtuve a Andrómeda con una duración de tres minutos, con un movimiento preciso en tiempo y sin vibraciones.
De la cuestión meteorológica no voy a hablar mucho porque si bien es cierto que no buscaba ni necesitaba de un cielo perfecto sin nubes, solamente con que se vieran algunas estrellas tendría suficiente pero ni siquiera eso ayudó porque cuando andaba metido en harina hasta las trancas el cielo en aquella dirección se llenó de nubes. Enlace al vídeo timelapse.
Podía haber ido al campo solo como tantísimas veces o en compañía pero lo que en un principio me acompañaría mi colega Josemi finalmente se tornó a pasar una velada solo con el “Sugus”, el perrillo mascota de mi hija que, claro está, un perro no te va a ayudar a trasladar el trípode o va a ir a recoger una batería a la furgoneta etc pero cierto es que buena compañía sí que te hace porque te avisa de la presencia de animales o personas en la zona.
Lo único bueno fue el lugar elegido, lo tenía entre mis favoritos, aunque todavía sin precisar si dependiendo de la fecha del año la Vía Láctea estaría a tiro con los elementos del paisaje.
El lugar elegido era un punto en un pinar, no es fácil ver la Vía Láctea y que los árboles te lo permitan así que con un par de horas de antelación ya estaba subiendo aquellas peñas en busca del punto o puntos donde pondría mis cámaras a trabajar a partir de las 23:00, hora en que la Vía Láctea ya comenzaría a ser visible.
El Sugus es un animal “criado en brazos de mi hija”, allí, en los brazos, es donde de verdad se encuentra a gusto y seguro, lo sacaron de un lugar de adopción con tres meses de edad y tiene tres años y medio pero a pesar de su edad es un animal inseguro y ladra ante cualquier sospecha. Sobre el animal diré que a pesar de que a lo largo de su vida no ha salido apenas al campo es el animal más listo y con mejor instinto de cazador que he conocido, tiene un olfato que cualquier cazador pagaría una fortuna para trabajar con él, sin embargo, (todo tiene su pero) en cuanto tiene una mosca rondándole se pone nerviosísimo, incluso histérico, no sabe cómo quitársela de encima, como ejemplo diré que como se cuele una mosca en la cocina de casa o en la habitación que se encuentra “ya no es perro”, todo su afán y preocupación es eliminar el intruso como si con su picadura se le marchara la vida.
Dicho esto sobre el perro continúo con los detalles de la tarde. A modo de diario comentar que paré a llenar la garrafa de agua en una fuente de Cogolludo que se encuentra en “la curva grande” y estando allí llenando la vasija paró una furgoneta y me tocó el claxon varias veces a la vez que me miraban… ¿Estaría yo haciendo algo malo?
Como disponía de un par de horas de tiempo extra mientras llegaría Josemi me acerqué hasta la Ermita de Alcorlo que dista a diez minutos, el tiempo se pasó y finalmente Josemi no pudo acompañarme así que antes que pronto volví al lugar donde pasaría la noche fotografiando estrellas.
Lo primero fue merendar porque ya me conozco, luego con las estrellas delante no tendría tiempo de cenar como así pasó, parece mentira pero quien me conoce sabe que suele ser así.
La idea era poner la cámara elegida para los timelapse de toda la noche (Canon 50D) con una memoria capaz de llegar a almacenar 1000 fotografías y una batería o conjunto de ellas conectadas a la propia cámara capaz de hacerla disparar al menos durante 10 horas, no es necesario tanto tiempo ni tanta energía porque con solo seis horas sería suficiente porque en verano las noches son muy cortas pero es para no darle a Murphy el placer de “ponerte la pata “ haciendo que por un descuido las baterías no estuvieran cargadas completamente o cualquier otro tipo de cuestión que pudiera pasar, pues no hay que olvidar que “si algo puede salir mal no saldrá bien”.
Una de las conclusiones a las que he llegado es que si pones una cámara a hacer un timelapse durante toda la noche no la pongas delante de la zona a fotografiar después con otras cámaras porque siempre tienes que llegar a ella varias veces a lo largo de la noche a vigilar que todo marcha bien y de hacerlo así luego en las fotos sale las estelas del foquito que llevas en la cabeza así que busqué un lugar donde había unas peñas para poner allí la barra slider que trasladaría la cámara durante varias horas para conseguir ese timelapse.
Utilicé un trípode para un extremo de la barra slider y el otro lo apoyaría sobre las rocas, primero que me encuentro es que cuando llegara el motor al final del recorrido de la barra en vez de pararse por acción del final de carrera resultó que nunca llegaría hasta el final porque el motor (situado por la parte inferior) chocaba contra la roca y se pararía así que tuve que darle una solución que fue colocar un palo sujeto con cinta plástica en un punto de la barra para que el final de carrera impactara contra él y parase el motor, de no ser así el motor podría haber salido muy perjudicado. Finalmente así sucedió, al llegar al palo el motor se paró, esta fue de las pocas cosas que salieron bien esa noche.
Sobre la 22:30 ya lo tenía todo preparado, eso sí, después de hacer una docena de viajes al coche, que si falta la cinta aislante para sujetar el palo, que si no tengo encima la brújula mecánica (porque la del iphone va cuando quiere) que si el polímetro para asegurar la carga de los tres equipos diferentes de baterías (motor del slider, motor del seguidor y baterías de la Canon 50D), que si voy a enfocar en modo manual ahora que ya es de noche a las estrellas… etc. etc.
El primer tropezón o mal sabor de boca comenzó con los últimos rayos de sol. En estas fechas el campo está plagado de insectos, todo el campo es una actividad frenética, desde las abejas a insectos tipo “mosca enorme” (que nunca antes había visto) parecida a los tábanos. De repente cuando andaba preparando el resto de seguidores, montando trípodes y cámaras veo al Sugus que no sabía cómo quitarse de encima tanta “mosca cojonera” como tenía dando vueltas a su alrededor. El animal a veces les lanzada dentelladas pero sin éxito y caí en la cuenta de que ya tenía cierto problema porque en esas situaciones al animal le entra un temblequeo de cuerpo que da lástima, parece que la muerte le llamara al timbre de su casa, solo es necesario que detecte una sola mosca purulando por la cocina (que es el lugar donde tiene la comida) para dejar el alimento para otro momento mejor, así que por ello intenté remediarlo poniendo al animal en el interior de la furgoneta pero es que dentro de la furgoneta y al refugio del calorcillo había más moscas que abejas en una colmena así que lo primero fue ahuyentar tanto intruso de la furgoneta.
Abrí todas las puertas y comencé a mover los brazos con giros bruscos tratando de ahuyentarlas y ese gesto pareció obtener buenos resultados por lo que pronto cerré las puertas más grandes (trasera y lateral) pero en la luna delantera, refugiadas por el cerco del cristal, allí había más de una docena que parecía que se querían marchar pero no encontraban el lugar por donde hacerlo, la idea era despejar el interior de la furgoneta de cualquier mosca porque entre otras cosas como se quede una sola dentro te puede dar la noche parándose por la cara así que tomé un gorro de lana que había en el asiento del copiloto y pensé en utilizarlo para ahuyentarlas o machacarlas.
Llevo un tiempo tomando notas de algunos ataques de ira que he tenido a lo largo de mi vida y los resultados que obtuve con ellos (todos negativos) para con ello escribir si no un libro un largo texto y el suceso de ese día formará parte de él.
Bueno, pues eso, la idea era dejar limpio el interior de la furgoneta de moscas para descanso del perro y que ambos pudiésemos dormir bien así que tomé el gorro de lana con la idea de ahuyentarlas o aplastarlas aprisionándolas contra la luna de la furgoneta. Al primer intento, no sé si aplasté alguna o ninguna mosca pero la luna se rajó como si hubiera recibido el impacto de un proyectil o piedra, algo duro había dentro del gorro de lana, ¿qué había podido ser? ¿Qué podía haber en aquel gorro que al tomarlo en la mano no había detectado su presencia por bulto o por peso?
La gracia del Altísimo, del Universo, de la Suerte Buena y Mala hicieron que dentro del gorro se encontrara una pieza de metal del tamaño de una nuez; esa pieza serviría de unión entre el eje de salida del seguidor V 4 y la rótula del trípode para acoplar allí la cámara, era una idea que me había surgido el día anterior y “me faltó tiempo para fabricarla” con la idea de probarla esa misma noche.
Resulta que como decía mi padre “Dios a mí me anuncia muchas cosas”; desde el momento de que dicha pieza estaba fabricada fue una auténtica locura saber en cada momento donde se encontraba ubicada.
El primer lugar fue sobre la caja de herramientas de la furgoneta, allí ya estaba yo seguro que no se perdería por el camino y cuando la necesitara la tendría a mano pero allí estuvo hasta que por la tarde comencé a llenar la furgoneta de achiperris y la caja de herramienta la puse en otro lugar más oculto por lo que la “pieza” pasó ahora a estar sobre el colchón de la cama, lugar bien visible para echarle mano en cualquier momento.
Según iba de viaje mi cabeza ya estaba imaginando cuanto material necesitaría para hacer tantas cosas como quería, desde un timelapse con la Canon 50D a la Vía Láctea que duraría toda la noche y que esta vez no sucedería como la vez anterior con las baterías porque la energía de las baterías que conectaría cuando comenzase el timelapse daría para hacer un timelapse de diez horas con unos 1500 disparos. Finalmente la 50D hizo 958 disparos, (hasta que se llenó la tarjeta de memoria), desde las 23:03 hasta las 6:02, y aún quedaba energía para dos o tres horas más. Esto fue de las pocas cosas que salieron según lo previsto.
Decía que la pieza la tuve “perdida en mi cabeza” toda la tarde, sobre todo cuando descargué los cuatro trípodes, los tres seguidores, la barra tiemelapse, la caja de iluminación y los accesorios para todo ello, ¡ah, y las cámaras! Sabía que lo había dejado en algún lugar en el que no se perdería pero los flashazos que me llegaban sobre él mientras iba conduciendo no me decían donde se encontraba exactamente, fue en el microsegundo que la luna se hizo astillas cuando caí en la cuenta de que estaba allí, encima del gorro, sobre el asiento del copiloto, el Maldito Universo, la gracia de Dios o quienes fueran me habían puesto el cepo y tardé “cero coma” en caer. Malditos hijos de…
Seguimos con los detalles de que “todo salió mal”. En el momento de ponerse el sol ya merendamos, mejor diré “cenamos” porque luego no hay tiempo para esos menesteres, acabábamos (el perro y yo porque Josemi no llegó a ir) de dar un nuevo garbeo por las inmediaciones para ver posibles escenas para fotografiar la Vía Láctea pues el lugar para el timelapse con la 50D ya estaba decidido y el sistema preparado para funcionar.
Sobre las 22:45 ya había hecho más de media docena de paseos hasta el lugar donde se hallaba ubicada la 50D y la barra slider, (a unos 150 mts), todo estaba preparado, solo faltaba que la Vía Láctea se hiciera visible así que cambié la configuración de la 50D que pasó de modo “Bulb” a a modo de 30 segundos, tiempo más que de sobra, pero en la foto no había ni rastros de la Vía y eso que calculé la dirección varias veces guiándome por una brújula mecánica y la aplicación Sky Guide pero como la cobertura en aquel lugar era escasa la cuestión “aplicación” (incluida la brújula del iphone) no era para fiarse de ella.
Llegaron las 23:03 y aunque la Vía no se mostraba apenas en la pantalla de la 50D decidí que comenzara con los disparos, y ahí estuvo el error, no cambié la configuración de la cámara a modo “Bulb” y se quedó en 30 segundos, cuando lo previsto era que el tiempo de exposición ajustado en la electrónica con sus temporizadores estaba configurada para tomar una foto cada 45 segundos con un espacio de tiempo entre fotos de 5 segundos, tiempo para guardar la foto en memoria y asegurar el éxito.
¿En qué se tradujo esto? Pues en un nivel de exposición bajo, la gran mayoría de fotografías están un tanto subexpuestas con el consiguiente ruido digital; con un iso de 1000 y abertura f2.8 se requiere más tiempo de exposición que esos 30 segundos como quedó.
Si la configuración de la cámara no fue correcta pues las nubes tampoco ayudaron, si bien es de agradecer que de vez en cuando aparezca alguna nube entre la Vía Láctea no es lo que más uno desea que pase, o sea, que en vez de un timelapse a la Vía Láctea veamos un timelapse nocturno a las nubes. O sea, que otro detalle negativo, otra cosa que si no salió mal pero tampoco salió bien.
De tanto paseo de furgoneta a slider y de slider furgoneta y batallar con tanto contratiempo llegó un momento que me sentí tan cansado y harto de pelear que me pregunté ¿y todo esto para qué y por qué? Esto no es disfrutar de la fotografía, lo normal es venir aquí con una sola cámara, configurar unos tiempos y sentarse a esperar a que la foto salga en la pantalla sin tanta complicación pero… “cada uno es como es cada cual con sus cadaunadas”. Al rato, cuando comencé a tomar fotos con solo dos cámaras ya me sentí mucho mejor a pesar de los contratiempos de electrónicas y motores.
EL SEGUIDOR V4. Recuperado de la estantería de los aparatos obsoletos lo puse a tiro con la última tecnología que tengo, me refiero a electrónica que regula voltajes e intensidades con mucha precisión y si bien es cierto que el día anterior de repente se paró el motor sin motivo aparente (no hay que olvidar que son materiales reciclados los que utilizo). Pensando en que sería la electrónica “made in china” cambié la placa y después de cuatro horas de funcionamiento ininterrumpido todo parecía funcionar perfectamente pero no fue así en el campo porque apenas si llevaba media hora con las primeras pruebas y ajustes cuando de repente todos los indicadores luminosos (voltímetros, indicadores de carga, etc) se apagaron.
La alternativa ante avería de la electrónica era “poner otra electrónica nueva” así que en pocos minutos ya estaba de nuevo girando el eje a la velocidad tan precisa que apenas tuve que retocar tiempos, lo malo es que con tres minutos de exposición y con focales del orden de 130mm a veces las estrellas no eran tan precisas como me hubieran gustado ver pero si en vez de 130mm hubieran sido 24 el movimiento del V4 se podía haber considerado PERFECTO. Imagenes siguientes a 130mm. Imágenes siguientes a 140mm. Foto izquierda 60 segundos, foto derecha 180 segundos.
EL SEGUIDOR V7, este era “mi obra maestra” y en la que más confiaba, pero algo tenía que salir mal porque si no es así los experimentos no tienen gracia alguna.
La noche anterior lo había puesto a prueba en la terraza de casa, como no podía ver Polaris pues me orienté con una brújula mecánica y como no tenía espacio suficiente en la terraza pues la inclinación la puse a ojímetro. A pesar de tanta complicación (principalmente por cuestión de espacio) para hacer una triste prueba los resultados me sorprendieron gratamente consiguiendo movimientos precisos, aunque las estrellas se vieran movidas pero teniendo en cuanta la orientación eso no me preocupaba.
Lo primero que me encuentro es que el V7 no lo podía acoplar al trípode más firme de todos los que tenía, ni siquiera al siguiente más firme, tuve que utilizar uno de cabeza de bola, o sea, el peor de todos para estos fines por lo que todo el conjunto tiritaba como un ternerillo recién nacido… aún con todo ello en esta de las primeras fotos se puede apreciar las estrellas nítidas con tiempo de 120 segundos. Aquí se puede ver con más calidad.
A esa hora, ya sobre las 2:00 las primeras nubes comenzaban a ocultar la Vía pero Júpiter comenzaba a ser visible en el horizonte así que a duras penas traté de ver el rendimiento de ese V7 al que había montado la Canon 7D con el 70/200, ahí es nada, creo que más de dos kilos de peso sujetados por una rótula con una inclinación de 40 grados ¡a ver quién da más señores! Me recordaba la cabra sobre la escalera de los titiriteros.
Trabajar o experimentar en esas condiciones no era para emplear mucho tiempo así que cambié el equipo por otro más comedido en peso, la Nikon 810 de Josemi con un 70/210 bastante antiguo, los resultados no fueron ni buenos ni malos, solo fueron escasos porque las nubes lo invadieron todo incluido Júpiter que era la baza que jugaba así que recogí en parte los trastos y cuando me disponía a pasar a la furgoneta para echar un sueño el Universo me regaló unos minutos de gloria mostrándome la luna en su fase media con un aspecto y colores impresionantes. Para verla con detalle empleé un telescopio de 20 a 60 X y el aspecto que aún recuerdo era que “habían recortado en un papel la silueta de la luna” (incluidos los cráteres) y lo habían colocado allí, también me recordaba los huevos fritos cuando les sale esa “puntilla” en los bordes… realmente el espectáculo fue impresionante de contemplar esos primeros diez minutos porque luego las nubes se encargaron de fastidiarlo todo.
La noche no podía estar mejor de temperatura, con ausencia total de viento, aquel lugar donde no se escuchaba más que de vez en cuando el grito de algún ave rapaz nocturno invitaban a pasar toda la noche en vela pero por cuestión de salud había que dormir un poco.
Estando contemplando la luna me vinieron a la cabeza algunos recuerdos de cuando tenía unos diez años y vivía cerca de allí, en Alcorlo, desde el pueblo veíamos aquellas antenas, que decían “eran para desviar a los aviones”, como algo del “más allá”, aquello de alguna manera representaba el futuro y la tecnología pues en Alcorlo no había aparatos de esa envergadura. ¡Quién me lo iba a decir a mí que en el futuro me pasaría en aquel lugar, tan misterioso por otra parte, una noche haciendo fotos a las estrellas por el simple placer de fotografiar. Con tecnología entre las manos que en aquellas fechas solo existía en los comic de ciencia ficción, donde los personajes tenían relojes que podían comunicarte con otras personas, hoy tenemos tecnología en la punta de la mano que casi no se puede creer; que un aparato más pequeño que una caja de tabaco pueda ponerse en contacto con un satélite y este mismo satélite dirigir tus datos a casi cualquier punto del planeta medianamente habitado… ¡es impresionante! Sin embargo al contemplar las estrellas no puedes evitar pensar que solo eres una partícula en ese Universo y que tu vida será efímera aunque te vayas de aquí batiendo record de longevidad… Fotografía tomada desde Alcorlo.
Las nubes se marcharían a lo largo de la noche dejando las dos últimas horas el cielo libre, durante todo ese tiempo que la luna estuvo presente entre las nubes sirvió para que el paisaje, árboles, montañas, etc se vea en el vídeo ya que de no haber iluminación de luna todo se vuelve una mancha negra, no importa si la exposición es de 30 segundos o de 300.
Antes de meterme a la furgo a dormir me acerqué a la barra timelapse para asegurarme de que todo marchaba correctamente según lo previsto y me encontré de que el carro había llegado ya al final del recorrido parándose el motor, cosa que tuve que improvisar atravesando un palo para que hiciera de parada, ya lo comenté antes….. resultó que confiando en mi memoria había puesto el movimiento del motor de la barra en modo CONTÍNUO cuando lo tenía que haber puesto en DISCONTÍNUO para que solo funcionara unos segundos en cada disparo así que en menos de una hora ya había llegado al final; tan pocas fotos se tomaron en ese tiempo que en el vídeo apenas se ve reflejado el movimiento de la cámara sobre el carril… otro fallo más. La vez anterior había utilizado una Nikon 300D que la disparaba la electrónica del slider y esta vez los disparos los hacía la propia Canon 50D con el Magic Lantern.
De todo esto he sacado la conclusión de hacer y necesitar de un protocolo, una serie de puntos a revisar antes de comenzar la sesión porque de lo contrario pasa que “cuando no es por mi agüelo es por mi agüela” las cosas salen torcidas, igual que los fotogramas de las dos últimas horas que la barra no estaba totalmente horizontal y salieron así de torcidas, menos mal que luego eso se puede remendar en parte.
De todo aquello quedará el recuerdo, por un lado la parte amarga de la luna rota, rotura, molestias de cambiarla y dinero para ello y por el otro la parte agradable de la velada, con un resultado aceptable, aunque SIEMPRE se puede mejorar, y recordando a mi padre nuevamente cuando decía: “hay que comer y dejar comida para otra ocasión”, en cuanto tenga ocasión volveré a rectificar los errores pasados y como dice mi hijo: “Algunas veces se gana… otras veces solamente se aprende”.
Agustín tienes que estar muy orgulloso por el trabajo que as realizado, muchos son los llamados y pocos los elegidos, tú eres un elegido y me siento orgulloso de tenerte como amigo, cuanta envidia sana me das un fuerte abrazo.