Escapada fin de semana

INRODUCCIÓN: En este mundo, la misma persona, puede llevar su vida de mil maneras, sí, solo tiene UNA vida por recorrer pero esa “una” puede tener mil colores y cada uno elige la suya, que va desde quedarse tumbado en un sofá, sin ni siquiera ver pasar el tiempo, repitiendo la misma rutina diaria, que a veces no va más allá del “círculo de la muerte” que comienza en la cama del dormitorio, pasa por la cocina y de ahí al wáter para acabar en el sofá y por la noche de nuevo a la cama, o sea, al mismo punto de partida del día siguiente.

El otro tipo de vida (completamente inverso al anterior) es querer complicarse la existencia de tal manera que siempre te falta tiempo para hacer cosas que te gustaría hacer, descubrir, inventar, mejorar, transformar, ayudar, etc etc; como posiblemente me conoces ya sabrás que pertenezco al grupo segundo.

Estos 26 folios no los vas a poder leer del tirón así que aquí te dejo el índice, corresponden al fin de semana del 3 de junio de 2022:
1– El Autor, 2– El Sugus y el Blanquito, 3– El viaje a la ciudad, 4– Material que suelo llevar, 5– Avería en la Volkswagen, 6– El viaje, 7– Los Timelapses, 8– Sábado 4 de junio, 9– El retorno, 10– La mina Santa Teresa, 11– Llegó la Vía Láctea, 12– Domingo 5 de junio, 13–Incidencias y peligros.

Si solo tienes UNA VIDA no te puedes permitir el lujo de desperdiciarla y a mi edad ya no puedes decir: “ya lo haré” porque mal de joven pero entrando en los ´60 cada día ya cuenta y cuenta de otra manera, como si el reloj se acelerara igual que un balón una cuesta abajo, los días se encogen, ya no dan el de sí que daban a los veinte años en los que te podías permitir el lujo de pasarte la noche entera haciendo el amor a tu pareja y en dos horas tenías las baterías cargadas como si nada extraordinario hubiera pasado esa noche…

Leer este texto te llevará una hora, escribirlo me costó TREINTA veces más y decorarlo con las fotos explicativas y demás otro buen rato. En él hay detalles técnicos sobre fotografía, sensaciones y emociones, anécdotas, en fin, mi vida… por ello debes tomarlo como una novela o un libro y leerlo en varios ratos (si puedes).

Mi proyecto de fin de semana era hacer timelapses, fotos al Universo, a detalles como la nebulosa de la Laguna, etc pero finalmente no salió la cosa como imaginé porque ya lo dice el refrán: “El hombre propone y Dios dispone”, y por mucho que quieras ni por mucho que lo intentes es así y punto; hay cosas que se te escapan de las manos, que no puedes controlar, como el arquero, que pone en marcha todo su conocimiento, su técnica, su habilidad, su pericia para acertar poner la flecha en el blanco pero por muy perfecto que lo haga todo en el momento de soltar la flecha hay otro montón de circunstancias que errarán el tiro porque no puede controlarlo todo, una ráfaga de viento inesperada mientras la flecha vuela por el camino hacia el blanco, una brisa térmica momentánea hará que la flecha se desvíe convirtiendo el tiro perfecto en un disparo solo regular.

Como resumen de esta, que podíamos decir “salida fotográfica”, tengo que decir que me considero persona MUY afortunada pues tuve salud, energía, libertad, ilusión, ganas de descubrir cosas y hasta compañía, que aunque fuera la de un perro a veces la prefiero antes que la de algunas personas que no hacen más que perturbar mi paz mental.

Mientras algunos habrán disfrutado el mismo fin de semana recorriendo lindos paisajes del País Vasco en su flamante automóvil súper caro y hartándose de mariscos cada día y durmiendo en hoteles de lujo yo disfruté a mi manera recorriendo 230 km de carreteras y caminos de nuestra querida Sierra Norte de Guadalajara gastándome 30 euros de gasoil y 20 en alimentación.

Me ha costado bastante poner título a este relato porque podría llamarse de muchas maneras desde “El Autor”, “Diario del fin de semana”, “Suertes y contratiempos”, “La espera”, “diario de un fotógrafo aventurero”, «escapada fin de semana» y así podía ir escribiendo media docena más de títulos pero para no alargarme más de lo necesario diré que, a veces a modo de diario, relataré mis sensaciones, experiencias o vivencias a lo largo de esos dos días y medio que anduve por el monte, concretamente por la sierra de Guadalajara, con la intención de relajarme estando en contacto con la naturaleza y con mi soledad, sin más compañía que el “Sugus” (el perrito) y ¡cómo no! El teléfono móvil con el que solo enviaría algunos mensajes washap, más que nada para que supieran de mi ubicación donde pernoctaría cada noche.

El objetivo principal del fin de semana era fotografiar la Vía Láctea por primera vez este año ya que en los dos últimos meses, mejor dicho “las dos últimas lunas” no me ha sido posible, no por faltas de ganas, de tiempo o de ilusión o bajón fotográfico sino porque las condiciones meteorológicas no lo han permitido por encontrarse el cielo la mayor parte de los días con bastantes nubes, por lo que sí podría haberlo hecho pero no era esa mi intención sino la de obtener unas espectaculares fotografías de la Vía Láctea ya que a principios de este año (concretamente el día 1 de enero) compré dos cámaras réflex full frame y estaba deseoso de ver el rendimiento de estas máquinas, rendimiento que se les supone mucho más alto que con la ya más de media docena de réflex SLR que voy coleccionando por casa.

Antes de nada diré que este texto no corresponde con una novela donde en ella se pueden exagerar los hechos, incluir algunos detalles que nunca existieron con la intención de entretener al lector, sino que formará parte de mi diario personal y por ello lo expresaré tal cual lo vivé en cada hecho ya que espero volver a repasarlo alguna década después donde los recuerdos, ya difusos por el paso del tiempo, me hagan revivir lo bueno, lo bonito y también las blasfemias que resonaron por aquellas montañas en la soledad y oscuridad de esas dos noches donde la luna apenas alumbraba con un cuarto de potencia en su fase creciente, por lo que sobre la 1:00 desaparecería por las montañas dejando visible la tímida luz de la Vía Láctea, porque en estas fechas aparece en el horizonte sobre las 23:00 pero la contaminación atmosférica no permite que se vea con claridad hasta las 0:30 y además por la fecha en la que estamos (supongo) en las dos noches que anduve contemplándola, no la he llegado a ver en su máximo esplendor, quizás el lugar tampoco era el más apropiado aunque estemos hablando del tercer punto más alto de la provincia de Guadalajara, sí, hablo de la Montaña Sagrada del Alto Rey.

1 —  “EL AUTOR”: Como en el texto hablaré de mil cosas diferentes voy a incluir este apartado de “el autor” ya que me resulta al menos entretenido. “El autor” es el título de una película española del 2017 interpretada por Javier Gutiérrez, que vi recientemente en Netflix y que a veces comparo mi vida como relatante de los sucesos que me van sucediendo casi diariamente con la vida de ese personaje, la diferencia es que yo no hago absolutamente nada para provocar los acontecimientos, solo tengo que esperar a que sucedan y escribirlos y él (El Autor) hacía todo lo contrario.

Resulta que “el autor” era un señor cuarentón que era escritor, mejor dicho “quería ser escritor”, estaba casado con una señora que realmente sí era una buena escritora y triunfaba bastante con sus trabajos, él sin embargo era un inútil para escribir pues ni tenía talento ni imaginación. Finalmente la pareja se separa y él se marcha a vivir a un piso de un bloque de viviendas más bien humilde.

Como era incapaz de escribir nada interesante le pidió ayuda a un profesor especializado en escritura, que no hizo otra cosa que aprovecharse de él, para entre otras cosas, darse buenas comilonas a su costa, hasta que llegó un día que a “el autor” se le ocurrió la brillante idea de escribir lo que veía en la calle y en su entorno, pero como normalmente en su ambiente no solía pasar nada digno de interés tuvo la genial idea de encizañar y manipular a sus vecinos, malmetiéndoles, para ello hace amistad con unos cuantos de ellos. Después de poco tiempo solo tuvo que observar las reacciones entre ellos y escribir lo que sucedía. Finalmente la vida, el Universo o la propia Susincordan le devuelve con creces lo que sembró y acaba en la cárcel, pero lejos de haber aprendido la lección él sigue escribiendo allí utilizando la misma técnica que le llevó entre rejas; bueno, pues ya destripada la película solo tienes que verla porque a mí me pareció que mereció la pena el tiempo empleado en ello.

Pues eso, decía yo más arriba que a veces siento que me parezco “al autor”, pues llevo varios años que por “H” o por “B” no levanto cabeza, quiero hacer, quiero abarcar tantas cosas y me surgen tantos imprevistos que en mis diarios cada año supero las cuatrocientas páginas, por supuesto que no son detalles para con ellos crear una película pero tampoco llevo precisamente una vida de Ermitaño donde casi todos los días son idénticos llegando a veces a escribir en el diario con cinco días de retraso por falta de tiempo, ¡claro, luego muchas cosas ya se me han olvidado” jajajja.

Menos mal que yo no escribo para comer porque como dijo Francisco de Quevedo: “El que escribe para comer, ni come ni escribe”.

2 — EL SUGUS Y EL BLANQUITO. 3 de junio de 2022, viernes. Hay días que ya amanecen torcidos y a veces no llegas a enderezarlos a lo largo de la jornada, ese viernes parecía uno de ellos.

El fin de semana climatológicamente hablando se presentaba como ideal, buena temperatura (estamos ya llegando al verano) escasas nubes en el cielo y sobre todo una Vía Láctea que está en su mejor momento para fotografiarla sobre el horizonte, digo esto porque se puede hacer estando en modo vertical pero eso es sobre las cinco de la madrugada, así que pensé que sería “ahora o nunca” y ya me levanté ese viernes con la idea echada, al principio marcharía al monte el sábado al medio día pero pensé en adelantarlo y “jartarme de campo y noche” y salí el día anterior, viernes, 3 de junio, donde por unas cosas u otras apenas ni tuve tiempo para felicitar a mi hermana por su cumpleaños.

A primera hora y después de desayunar y como viene siendo habitual durante al menos año y medio atrás, el “Sugitos” y yo nos dimos un paseo matutino por el campo, para estirar las piernas ambos, él además para “hacer sus cosas” y yo para ir ordenando en mi cabeza el itinerario y todo lo que tenía en mente hacer durante los setenta días o más anteriores y que todo indicaba que le había llegado el día.

El cielo a esa hora de la mañana prometía, casi totalmente despejado, viento en calma, tan solo algunas nubes algodonosas sobre el horizonte, poca cosa… el paseo con el perro normal, otro más como el de cualquier día de cualquier mes, poca gente con o sin perros nos encontramos por el camino hasta que a la vuelta en un cruce de caminos vi que podíamos coincidir con una señora y un perrete más bien pequeño, de tamaño de un gato grande, no más.

Como el Sugus a veces es poco sociable y no habíamos coincidido mañana alguna con su presencia opté por darme la vuelta para que ellos se adelantaran y no les perjudicásemos en su itinerario; recorrimos hacia atrás unos cien metros, tiempo suficiente para que los animales no se encontraran pero Murphy, la casualidad, la alineación de los planetas en el Universo, la Susincordan o la madre que los parió a todos hicieron que se entretuvieran durante ese tiempo esperando a que los perros se refrescaran en la acequia que por allí había de tal manera que cuando quise darme cuenta (yo no les veía por haber un pequeño montículo en el terreno) el perrete “blanco tamaño de gato grande” ya estaba oliéndole el culo al Suguitos.

Como el encuentro fue natural y sin aparente riesgo de que se mostraran sus dentaduras continuamos con nuestra marcha hacia casa pero como coincidió que en aquel punto se encontraron otros dos perretes más con los que solemos pasear por las mañanas con cierta frecuencia pues formamos un grupo de cuatro cánidos que se entretenían con cualquier cosa que tuviera movimiento, dícese de una pelota de tenis o de una pequeña piedra que de vez en cuando salía disparada de mi mano y que el Sugus se pierde por correr a apresarla.

Ya llevábamos todo el grupo caminando más de cinco minutos en amor y compañía, los perros corrían a buscar las piedrecillas que de vez en cuando les iba tirando por el camino a favor de marcha y que tan solo UNO le hacía competencia al Sugus, (era el blanco) y eso al Sugus no suele gustarle mucho por lo que de vez en cuando le gruñía un poco y fin, hasta que en una de las ocasiones perro blanco y Sugus se mezclaron en uno solo, el Sugus lo enganchó del arnés a la altura del pecho y lo zarandeaba como si tuviera un conejo entre las fauces, los dos perros gruñían y chillaban, parecía que a partes iguales porque todo era un movimiento tan rápido y corto que no se podía adivinar quien tenía cogido a quien o si se soltaban y volvían a agarrarse una vez detrás de otra.

Como estaban relativamente cerca (a unos diez metros) salimos en su encuentro a separarlos y a comprobar el resultado de la batalla; en principio nada grave, no había signos de sangre por lo que parecía que solo había sido un pequeño susto típico entre perros; yo suponía que no sería grave porque el Suguitos tiene los colmillos limados de tantas piedras como ha capturado hasta la fecha y es difícil por ese motivo romper el pellejo del adversario aun así llegamos a descubrir que en una oreja del “blanquito” tenía un pequeño arañazo por el que debió arrojar un par de gotas de sangre, los dientes del Sugus debieron coger a la oreja del blanquito entre el arnés y sus dientes.

Menos mal que todo quedó en un susto, le pedí perdón a la señora (como no podía ser de otra manera) por la actitud de mi perro y por su gesto entendí que lo comprendió, ninguno pensamos unos minutos antes que eso pudiera suceder, o sea, “cosas de perros”, a partir de ahí yo me adelanté corriendo durante unos minutos por el camino hacia casa para dejarles a ellos con su paseo tranquilo como el que traían.

Esto me llevó a pensar que “ya hemos comenzado el día TORCIDOS”, si el tal Murphy, la casualidad, la alineación de los planetas en el Universo, la Susincordan o la madre que los parió a todos no se hubieran puesto de acuerdo para que nos encontrásemos en aquel punto (a pesar de que yo intentara no coincidir) nada de eso hubiera pasado; a veces las cosas parecen que ya está escrito que tienen que pasar.

Tengo que anotar que durante año y medio NUNCA antes el Sugus se llegó a enganchar así con perro alguno, muestras de enseñar su dentadura canina en perfecto estado (salvo los colmillos) eso sí, muchas veces, pero llegar a MORDER NINGUNA.

3 — EL VIAJE A LA CIUDAD. Antes de irme a la montaña tenía que hacer dos gestiones, UNA era ir a la gasolinera a por una botella de gas butano para la festividad o reunión próxima de San Antonio en Alcorlo, que este año será el día 18 de junio, para ir ganando tiempo, pues hay muchas cosas y detalles que preparar para ese día y la OTRA era comprar un par de metros de tubería para la Volkswagen que me llevaría durante dos o tres días por la sierra y es que unos días antes descubrí que el motor olía a gasoil y no era otra causa más que alguno de los latiguillos se había rajado con el tiempo (misteriosamente esos latiguillos o tuberías suelen durar más de diez años pero aunque los puse nuevos el año pasado y ya están algunos rajados, (ya veo qué calidad de materiales se suelen vender en esas tiendas).

Esas primeras horas del día ya me di cuenta de que “había algo raro en el ambiente”, hablo de esas coincidencias como por ejemplo llegar a un paso de peatones en una calle apenas transitada por vehículos y en el preciso momento que te dispones a cruzar llega un coche; llegas al ceda el paso y viene solo UN vehículo por esa vía, vía que apenas es transitada por vehículo alguno a lo largo del día, pero te hace parar porque coincidiste con él en el espacio y en el tiempo, si te urge mucho llegar al destino te encuentras con un tractor delante que no vas a poder adelantar en el kilómetro y medio que te falta hasta la próxima rotonda, en fin, esas cosillas que de no fijarte NUNCA te darías cuenta… bueno, pues ese día me iba encontrando con detalles de ese tipo.

Ya llegando a la ciudad de repente me adelanta por la izquierda una moto de la guardia civil de tráfico y poco más y me deja sin gota de sangre en los bolsillos porque no es la primera vez que se me olvida abrocharme el cinturón del coche  por lo que  cada vez que los veo me pongo a temblar porque lo mismo se me olvidó ponerme el cinturón, pero no era el caso esta vez, sin embargo al momento me adelanta su compañero justo cuando a mí se me ocurre pasarme la mano izquierda desde la frente hacia atrás, momento en que el sr agente gira la cabeza repentinamente hacia mí porque pudo pensar que llevaba un auricular en el oído, lo hizo dos veces y por si hubiera sido poco yo instintivamente volvía a repetir el mismo acto de pasarme la mano por la frente y luego por el pelo para secarme el sudor, cosa que el agente (que iba mirando por su espejo retrovisor de su moto) aminoró su marcha como para asegurarse de que me había visto bien, todo esto llegando a la rotonda, momento en que ambos agentes pararon a pesar de que no venían coches por la rotonda, pareciera que no tenían prisa en continuar y ¡claro! Ya me dije: ¡busca los papeles que te van a entretener durante un cuarto de hora! Pero ¡no! En ese instante vieron que un vehículo pesado de una obra cercana entraba en la rotonda y pronto salieron en su encuentro…

Llegué a la gasolinera a por el gas butano y ya era la tercera vez que paraba la Volkswagen esa mañana, la primera vez en casa de mis padres para dejar allí el tercer asiento de la furgoneta ya que no lo iba a necesitar y que no me quitara espacio en el habitáculo pues llevaría CUATRO neveras portátiles, una de ellas con los alimentos para esos tres días y las otras TRES con aparatos para fotografiar la Vía Láctea, aparatos como TRES seguidores de estrellas, rótulas, brújulas, herrajes para ajustar o calibrar los mecanismos, etc etc etc.

Además de las CUATRO neveras llevaría también CUATRO mochilas cargadas con otras tantos equipos fotográficos que utilizaría, sí, CUATRO, parece exagerado pero así era la aventura que me proponía llevar a cabo. Una de las mochilas la pesé al volver, 5 kg dio en la romana, la otra 4 y las otras dos menos, ni siquiera llegué a pesarlas, se me ocurrió pesarlas porque al volver de la furgoneta con ellas me parecía totalmente desproporcionado y que “algo estaba haciendo mal”, no era posible que en ese momento llevara DOS mochilas en una mano, otras DOS en la otra, la bolsa del dron colgada al cuello y la correa del perro sujeta en una mano, si me hubiera encontrado en ese tramo hasta casa con alguien conocido le hubiera pedido que por favor me hubiera tomado una foto porque de no verlo no podía creerse, ¿tanto material hace falta de verdad para pasar un fin de semana en el campo?… repito: “¡algo estoy haciendo mal!”, y eso que la misión era “ir al campo a disfrutar, no a volver igual o peor que me marché” j aja aja…

4 —  MATERIAL QUE SUELO LLEVAR EN ESTOS CASOS.
CUERPOS DE CÁMARAS: En algún momento de la lectura tengo que mencionar todo o mejor dicho parte del material que llevé porque de especificarlo todo ocuparía un par de folios, sobre todo la parte de la iluminación. Cámaras: Nikon 810, Canon 6D (ambas full frame), en SLR Canon 7D, Canon 80D, cada una con sus defectos y virtudes como en la 80D la posibilidad de crear vídeos timelapse sin desgaste del obturador, una gran ventaja con algunos inconvenientes que son perdonables hacia el fabricante, también y por añadidura me llevé el equipo de mi hijo que aunque la idea era utilizar SOLO SUS DOS OBJETIVOS también se vino en la bolsa la Nikon Z5.

OBJETIVOS FOTOGRÁFICOS. Objetivos fotográficos múltiples y que salvo CUATRO de ellos el resto (por falta de tiempo) llegué a utilizar todos, objetivos aptos para todas las SLR y solo algunos para Full Frame: Nikon 35/70 f2.8, Nikon 70/210 f4-5.6, Nikon 11/16 f2.8, Tamron 70/200 f2.8, Canon 24/105 f4, Canon 100mm f2.8, Sigma 18/35 f1.8, Sigma 35 f1.4, Sigma 50 f1.4, Nikon 50 f1.8, Yashica 50 f1.7, a falta de algún olvido me salen 10 objetivos y te preguntarás ¿tantos objetivos fotográficos hacen falta de verdad? Pues realmente ¡NO!, con uno solo para cada ocasión sería suficiente porque solo se puede MONTAR UNO CADA VEZ, pero si queremos sacar gran parte de la Vía Láctea necesitaremos un 12mm y si queremos un acercamiento importante para fotografiar a la nebulosa de La Laguna (por ejemplo) necesitaremos un objetivo zoom con gran luminosidad como el Tamron 70/200 f2.8 cosa que el Nikon 70/210 (mencionado arriba) con su abertura de f4-5.6 no es el más indicado dada su escasa luminosidad aunque tengo conseguida alguna fotografía de la galaxia de Andrómeda con él que es para abrir la boca, eso sí, montado en un seguidor de estrellas y trabajando con mucha paciencia y no menos pericia para obtenerla. Fotografía de la Galaxia de Andrómeda y de la Nebulosa de La Laguna obtenidas el año anterior.

MATERIAL PARA ILUMINAR LA ESCENA. ¡Claro que se puede ir a fotografiar por la noche y no llevar más que una pequeña linternita puesta sobre la cabeza para moverse por el campo, pero si realmente quieres que tus fotos nocturnas “además de serlo tienen que parecerlo” no te queda otra que iluminar la escena. Eso conlleva unos cuantos tipos o modos de iluminación, cada cual ilumina la escena de su manera particular, llegando a ver aberraciones de iluminación con focos que parecen diseñados para iluminar estadios de fútbol, yo soy del otro tipo, de los que ilumina la escena de una manera tenue, como si no quisiera verse que se hizo artificialmente, para ello utilizo una lamparitas que iluminan mucho menos que la luz de un teléfono móvil y me paso el tiempo de exposición (que puede variar entre unos segundos y varios minutos) moviéndome por delante de la escena pintándola con mi luz de tal manera que así no quedan sombras porque los diferentes puntos de iluminación matan las sombras.

Entre algunos materiales o “linternas” puedo enumerar: Una linterna de bolsillo pequeña pero de largo alcance gracias a su zoom, capaz de llegar a iluminar a 200 metros con un punto de luz a esa distancia de 5 metros aprox. Siempre puede surgir algo sospechoso en las inmediaciones.

Más de media docena de pequeñas baterías con salida USB de 5 voltios en las que se insertará entre batería y foco led un regulador de potencia para obtener la luz necesaria en cada necesidad. Media docena de focos de distinta temperatura de color para hacer un ambiente más frío o más cálido para realzar o atenuar el color de la hierba o de las hojas de los árboles.

Pequeños puntos de luz para colocar en los trípodes e iluminar su posición para su fácil localización ya que de noche todos los gatos son pardos y especialmente cuando se fotografía la Vía Láctea ya que en esas fechas la luna no está visible por lo que la oscuridad es muy acusada llegando a estar a una distancia de tres metros de una persona y no verla solo sentir su voz.

Pequeños puntos de luz que suelo instalar en una pértiga de tres o cuatro metros para conseguir una iluminación semejante a la de la luna, esto suelo hacerlo cuando es un timelapse y se necesita luz contínua durante las tres o cuatro horas que durará la sesión timelapse.  Enlace al vídeo de Vía Láctea del año pasado. https://www.youtube.com/watch?v=2Vltd0xfO8s

Pequeñas Baterías de 8.4 voltios (tamaño cajetilla de tabaco) para alimentar las cámaras durante los timelapse ya que una batería sola no suele hacer el millar de fotos que se requiere en cada sesión. Baterías de 12 voltios (tamaño cajetilla de tabaco) para alimentar otros mecanismos como el motor de la barra timelapse y su equipo de control de disparo y de desplazamiento por la barra a lo largo de ese tiempo…

Cables de diferentes tipos y colores para controlar los disparadores de la cámara, la alimentación de los equipos como el control remoto del disparo, etc varios cargadores para recargar diferentes tipos de baterías y aparatos como los seguidores, baterías de las cámaras, etc. Todo un arsenal de achiperris para resolver cualquier emergencia.

5 — AVERÍA EN LA VOLKSWAGEN. Cuando llegué a la gasolinera a por la botella de gas butano estuve tentado en no apagar el motor de la Volkswagen porque me sabe mal que por unos minutos de nada darle trabajo y más trabajo al motor de arranque, que aunque el año pasado lo desmonté y puse al día y es una operación muy sencilla de realizar porque hay muy buen acceso a ese motor de arranque no querría tener que volver a intervenirlo al menos este año… sé que son paranoias mías pero es así, total que paré la furgoneta.

Al momento volví con la botella de gas llena y la puse en el maletero, cinturón y darle al arranque pero en vez de arrancar lo único que pasó es que se apagaron las luces del cuadro como si se hubiera desconectado la batería.

¡No puede ser! Pensé, sí, cierto es que esa batería llevará allí puesta al menos SEIS AÑOS, pero hace solo unos meses le hice un test de potencia y mostraba tan solo una pérdida de un veinte por ciento por lo que no sería una avería inminente el tener que poner otra batería nueva. Si había arrancado esa misma mañana con esa batería TRES VECES con el mismo brío que si fuera una batería nueva ¿por qué ahora no mostraba ninguna potencia? Pues al parecer es así, antiguamente las baterías de los automóviles “te avisaban” de que había que reemplazarlas, comenzaban por perder potencia hasta que llegaba un día que no eran capaces de mover el motor y de hacerlo lo hacían sin brío, sin energía, pero ahora no, ahora arrancan perfecto y a la siguiente vez ya están muertas. Tengo que decir que esta furgoneta con sus 360.000 km arranca en menos de un segundo, o sea, perfecta.

Ale, pues muy bien, porque ya eran las 12:30 y ya andaba con el tiempo justo para llegar a casa y seguir con mi rutinas diarias, entre otras dar un paseo al medio día a las perrillas de mi hijo y demás…

Lo normal en estos casos es llamar a la asistencia en carretera (creo, porque afortunadamente NUNCA en mis 38 años de conductor he tenido necesidad de ello) pero el caso es que yo creo que “yo no soy normal” así que pensé que lo más rápido para resolver tal situación era que yo mismo le diera solución “allí y ahora”.

Esa furgoneta lleva DOS baterías, la principal y otra de apoyo para la iluminación y alimentación de aparatos que se puedan necesitar, tanto para 12 voltios como para 220 voltios, tensión que tenemos en casa, o sea, con la que podemos cargar cualquier dispositivo de los que tenemos entre manos por la casa como un ordenador portátil, cargadores de baterías, del dron, una afeitadora eléctrica, etc etc etc.

A pesar de tener esas DOS baterías parecía que esta segunda batería estaba desconectada, pues tiene un dispositivo automático instalado para cortar el suministro eléctrico en caso de avería o sobre intensidades, sobre todo para evitar incendios y/o explosiones y efectivamente, ¡estaba desconectado! Y me dije: “pues ya está, subo el automático y le doy al arranque”; así lo hice obteniendo el mismo resultado, le daba al arranque y se apagaban las luces del cuadro.

Por un instante pensé en qué podía estar pasando pero pronto comprendí que como la batería principal estaba TOTALMENTE MUERTA todo el trabajo lo tenía que hacer la otra y ante tal necesidad de intensidad que demandaba el motor de arranque hacía desconectar el automático.

Lo malo es que con la segunda batería no era capaz de arrancar pero lo bueno es que esta segunda batería (aunque no esté en su mejor momento) tendría capacidad para hacerlo, solo tenía que dejar a un lado, o saltarme, el paso del automático así que saqué los cables para ayuda en el arranque (las pinzas, que van siempre en el maletero), cables autoconstruidos con dos unidades de DOS cables de 16mm cuadrados de sección cada uno de ellos, (32 mm) no como los que suelen vender en algunas tiendas que llevan un conductor de 4 mm y que absorben tal voltaje que resulta IMPOSIBLE resolver la situación de arrancar el motor al que la batería le falló.

El problema es que un solo cable no tenía la longitud suficiente ya que estaba todo pensado cuando calculé la sección y longitud de esos cables, 2 metros tienen de longitud, más largos serían un incordio por el bulto en el maletero y por la consiguiente pérdida de potencia por su resistencia, así que como uno solo no llegaba tuve que unirlos en modo serie para hacer un puente eléctrico entre el borne positivo de una batería (ubicada bajo el asiento del conductor) y la batería “agotada o muerta” del interior del motor y de esta manera en SOLO UN SEGUNDO de mover el motor de arranque la furgoneta ya caminaba por si sola de nuevo, recoger los cables y de vuelta a casa, eso sí, tratando de que no se parase porque de hacerlo tendría que volver a realizar el procedimiento de los cables.

Tenía una opción para resolver dicho problema rápidamente que era pasar por la casa de mis padres de nuevo y cargar con una batería que tengo por allí que, aunque no es ideal para arrancar motores, puede hacerlo fácilmente así que me costó llegar hasta allí y a pesar de que intenté NO PARAR LA FURGONETA tratando de sacar la llave de la casa del llavero no pudo ser y finalmente se me paró el motor de nuevo.

De nuevo otra vez la tarea de arrancarlo con los cables pero en unos minutos llegué a casa, justo a tiempo, como si nada raro hubiera ocurrido.

Podía haber ido a la tienda por la tarde en busca de una batería nueva y pagar por ella un sobrecosto pero recientemente compré una para la Combo que me salió muy bien de precio, vía web, que te la llevan a casa y todo así que opté por poner esa batería nueva recién puesta en la Combo en la Volkswagen y salir pitando para la montaña cuanto antes.

Ya comenté al principio que ese día “había comenzado torcido”, primero con el incidente de los perros y ahora con el de la batería pero ¿algo más podía torcerse por el camino?… ¡por supuesto que sí, todo es posible cuando los astros se ponen en fila! jajajaj.

Con gran parte del material antes mencionado ya preparado en casa solo quedaba revisar la larga lista y trasportarlo hasta la Volkswagen para cargarlo, curiosamente siempre se quedan cosas en casa, esta vez no eché en falta ninguna de las que después necesitara; entre ellas eché también un ordenador portátil por si se me llenaban las tarjetas de memoria o en mis largas horas de aburrimiento posible quería echar una mirada al resultado de las fotos nocturnas pero no llegué a necesitarlo; mi idea entre otras era hacer algún timelapse y eso te puede llenar una tarjeta de memoria en tan solo una sesión.

6 — EL VIAJE. Sobre las tres y media el Suguitos y yo salíamos hacia la montaña como alma que se lleva el diablo, eso sí, tres viajes me costó hacer cargado como una mula desde casa a la furgoneta, como dije antes cuatro grandes mochilas, cuatro neveras y varias bolsas y cajas más.

En cuanto tomamos pista en dirección al Alto Rey pronto me di cuenta de que el día se podía torcer aún más y lo que tanto prometía de haber un cielo despejado era más bien todo lo contrario, pero como dijo Julio César aquella noche delante de la orilla de aquel rio “alea jacta est” la suerte estaba ya echada y sin mirar para atrás en 45 minutos pisábamos tierra de Alcorlo.

Allí solo estuvimos durante poco rato, con la escalera puse las banderas que tenemos en la asociación en sus anclajes, es una señal de que algún Alcorleño andamos por allí, encendí un par de velas que tenemos ofrecidas a la persona que durante varias décadas se encargó de conservar la Ermita y que ya no está entre nosotros, descargué material para la fiesta cercana de San Antonio (entre ellas la botella de gas butano) y pronto continuamos marcha sin mirar para atrás porque aunque aún quedaban cuatro horas para la puesta de sol aún no sabía muy bien ni lo que iba a hacer ni donde colocaría los equipos a trabajar ni nada de nada y es que a veces, sobre todo cuando vas mal de tiempo este parece pasar a otra velocidad más rápida como así lo dice Murphy en su ley: “La duración de un minuto depende del lado de la puerta de wáter que te encuentres”.

Llegamos por fin al punto más alto de la montaña del Alto Rey, una larga subida que la Volkswagen tuvo que subir en segunda velocidad. Como la idea era fotografiar la Ermita milenaria que hay ubicada allí en el punto más alto el resto del camino el Sugus y yo lo hicimos caminando, como no puede ser de otra manera, porque esos últimos cien metros lo componen una empinadísima cuesta que acaba en una escalera de hormigón.

En cuanto puse los pies en la tierra tuve que recurrir a ponerme sobre la camiseta de manga corta que llevaba puesta la camiseta térmica de manga larga y sobre esta una sudadera térmica y sobre ella un forro polar y para la cabeza un gorro, o sea, la misma ropa que si fuera invierno, porque allí corría un viento de al menos 170 kilómetros/hora.

Imaginé la iluminación y tipo de luz que emplearía para iluminar la fachada de la Ermita en el supuesto de que el tiempo cambiara bastante porque además del viento las nubes ocupaban gran parte del cielo, o sea, que nada se ponía a mi favor para fotografiar tranquilamente y de una manera apropiada la Vía Láctea, después de noventa días de espera este fin de semana, esta nueva luna, tampoco lo conseguiría, esta vez porque el tiempo no parecía que iba a ayudarme en absoluto.

Ya estudiado y decidido el tema de la iluminación de la Ermita, que por cierto, la fachada en esta fecha está orientada 30 grados con respecto a Polaris y que tengo que hacer números porque estoy convencido que cuando la construyeron la hicieron en línea con esa estrella que hace un círculo completo en 26.000 años.

Estando con los pies en ese lugar no puedo por menos que pensar cómo era la vida de esos Ermitaños allí arriba donde la siembra no es productiva y bajar al valle y subir ya tenía su penitencia, posiblemente ayunarían durante varios días seguidos… a ver si leo algo relacionado y me entero.

Bajamos con la furgoneta hasta la zona más plana desde donde, por la distancia, se puede contemplar la Ermita, y con ello las cuatro enormes antenas que hay justo al lado, ¡¡¡como si con lo grande que es la montaña no se hubieran podido instalar doscientos metros más arriba!!!

El Sugus es feliz en el campo siguiendo las huellas o rastros de cualquier animal pero sobre todo si le lanzas una pelota al momento lo tienes delante para continuar con la tarea de lanzarle otra vez la pelota y así ese animal puede estar todo el día, sin descanso, realmente necesita un criado para él solo, para que lo entretenga porque te hace un acoso sicológico si no le haces caso, te deja la pelota a tus pies y se queda inmóvil delante de ella a la vez que te mira a los ojos a ti y luego a la pelota y así sucesivamente como invitándote a que rápidamente se la vuelvas a lanzar. Ahí le vemos pelota en boca.

Quiero decir con esto que el cuidado de ese animal en el campo ya es una tarea importante, si detecta un rastro de un animal y se encuentra suelto ya te puedes dar por jodido, como sucedió este invierno pasado que le salió una liebre de delante del morro y tuve que ir a recogerlo al monte, a un kilómetro de distancia, el reventón de correr que me metió aún no se me ha olvidado, pero aquello era campiña, tierra de cultivo y esto es sierra, o sea, todo lo contrario, aquí o el animal vuelve por sus propios medios o vuelves a casa sin perro por lo que por todo ello no se le puede quitar la vista de encima. Anotar que me sorprendió gratamente que en aquellas altitudes habiten las perdices, al poco de llegar vi a una corriendo por el borde del camino, jamás lo hubiera ni pensado, allí no hay cereal que comer por lo que se deben alimentar de pequeños insectos y gramíneas.

7— LOS TIMELAPSES: Ya he estado muchas veces allí en aquel lugar pero siempre que voy llevo otra idea nueva a realizar, producto de nuevas técnicas de fotografía, de nuevas composiciones, de nuevas perspectivas así que como el sol en esos momentos no le quedaba ya más de una hora para ocultarse pensé en hacer un timelapse cuyo contenido sería la silueta de las montañas producto de su luz a ras de suelo.

Para ello pensé en utilizar la Canon 80D y el objetivo Canon 85 mm f1.8, es una focal buena para “acercar” aquellas montañas bastante alejadas y ahí comenzó el primer fallo técnico del fin de semana, ¡el primero!

Monté la cámara sobre un seguidor y este sobre el trípode, la idea era que la cámara se moviera a la misma velocidad que el sol para que su brillo no entrase en el foco. Este seguidor creo que era la versión número 4, posiblemente llevara sin utilizarlo un par de años pero esta no fue la causa. La ventaja de esta cámara para hacer timelapse es que no necesita trabajar el obturador para hacer el trabajo por lo que no se desgasta y por lo tanto la vida de la cámara se prolonga pero el problema es que la configuración queda completamente en manual, quiero decir con ello que no se va a adaptar al nivel de luz que haya en el ambiente, me explico, si el ambiente no cambia de luz pues perfecto, pero si cambia de luz como en el caso de una puesta de sol tienes que andar midiendo muy bien la exposición porque puedes acabar con un vídeo más negro que el sobaco de un grillo.

En su día, cuando compré esta máquina, no pude por menos que ponerme en contacto con el fabricante, curiosamente no supieron darme una explicación por correo así que les llamé por teléfono y el técnico que me atendió (creo que no era fotógrafo) no supo explicarme si había una solución para ello; unos días después encontré la solución en el manual ¡no hay solución posible para los cambios de luz! Por lo que una vez más llegué a pensar que los técnicos de Canon que diseñan máquinas fotográficas no son fotógrafos y de serlo no se han visto nunca en el campo ante semejantes situaciones porque realmente no es posible que no se pueda conseguir el medir la luz y tomar una foto ajustada en cada toma.

Bueno, pues una vez ajustada la luz a un promedio solo tuve que poner en marcha el dispositivo del disparo, la máquina sola sin más aparatos externos tomaría una foto en modo totalmente manual y FIJO cada cinco segundos, si estaba allí durante treinta minutos me saldría un vídeo final de 10 a 15 segundos, que es una duración suficiente para ver una puesta de sol. En esos momentos la escena prometía, no era para tirar bombas pero dependiendo un poco de como fuese la puesta de sol podría salir algo curioso.

Una vez aquello en marcha me puse a merendar porque la noche podía ser larga y lo mismo no tenía ni tiempo para ello como suele sucederme aunque parezca mentira, a veces la cena es un ir y venir a los equipos mientras vas dando bocados al alimento.

Al cuarto de hora voy a echar un ojo al sistema a ver si mis cálculos sobre el movimiento del seguidor eran correctos y me encuentro que el sol se había desplazado mucho hacia la derecha y pensé ¡el seguidor se ha roto! ¡pues no se había roto, se me había olvidado ponerlo en marcha! Es tan silencioso que si no miras no sabes si está funcionando o no, la cosa es que la mitad de la gracia del timelapse se fastidió porque en la escena nueva ya no entraban las siluetas de las montañas que me llamaron la atención un rato antes aun así corregí el encuadre y volví a comenzar un nuevo timelapse, timelapse que se arruinó porque al poco de comenzar el sol se ocultó totalmente detrás de una nube espesa y lo que debería haber sido una paulatina luz rasante sobre las montañas se convirtió en un corte de luz como cuando apagas la de la cocina, resultando un vídeo inútil para ser presentado en ninguna parte… ¡comenzamos bien! Imagen del comienzo del vídeo.

Mientras llegaba la noche monté la barra de los timelapse sobre dos trípodes para que fuera desplazándose mientras la cámara (montada sobre ella) grabara un vídeo de veinte minutos, luego solo tendría que acelerar su velocidad para conseguir el efecto timelapse. Para ello elegí una gran roca que en el comienzo del vídeo tendría gran importancia y que un tiempo después, (cuando la cámara hubiera avanzado la mitad del recorrido) perdería ese interés pues la Ermita del Alto Rey y sus antenas ya sería lo que más llamaría la atención

Todo salió bien, todo menos que cuando me dispuse a ver el vídeo y la cámara me dio un error de “fallo en la tarjeta de memoria” por lo que no pude saber el resultado; ¡era la primera vez que me fallaba esa cámara y esa tarjeta, Nikon 810. Saqué esa tarjeta y la guardé en un lugar seguro, al día siguiente y sin saber cómo ni porqué la tarjeta no dio problema alguno y pude ver el vídeo en la misma Nikon 810 ¡Ah, sorpresa!

Como el tema del vídeo no funcionó, a continuación lo repetí tomando fotografías seguidas cada cinco segundos y ahí llegó el siguiente error de la noche. La configuración era de tiempo de exposición de 4 segundos porque el vídeo resultante debería mostrar un paisaje con aspecto nocturno pero no tuve en cuenta que una fotografía con movimiento de cámara de 4 segundos saldría algo movida, como así sucedió, obteniendo un resultando que no llegaré a utilizar, o sea, mi gozo en un pozo, porque después de las primeras imágenes capturadas debería haber parado el mecanismo y chequear el resultado de la fotografía, en fin, fallo de principiante, lo bueno es que la barra funcionó perfectamente en las dos ocasiones.

Durante todo ese rato de la puesta de sol todo en mi era un vaivén, un ida y venida a observar una cámara y la otra mientras andaba dando bocados a la merienda/pre cena, la 80D con su paisaje y su luz del sol y la Nikon 810 desplazándose por la barra y por si fuera poco se me ocurrió montar también el iphone sobre un seguidor mientras hacía un timelapse del valle acabando con la escena de la Ermita mientras las nubes pasaban por el valle, aunque a lo lejos.

Lo del iphone y su timelapse fue todo un experimento, nunca antes lo había puesto a trabajar en ese fin pero por los resultados veo que puede llegar a ser interesante, por supuesto que le tuve que poner un cordón umbilical a una batería nodriza por si se le ocurría quedarse sin energía en aquella media hora que anduvo en la tarea.

Y llegó la noche y con ella se apaciguó el viento, el horizonte se veía lejos, del orden de 200 km de distancia pero había una especie de calima que una vez se marchó el sol durante unos minutos se pudo ver una perfecta banda azul y violeta, “la hora dorada” sobre el horizonte ¡malo para la Vía Láctea! Este es un fotograma del iphone capturando el timelapse, en el que se puede apreciar esa “hora dorada” y el aspecto del timelapse.

Ya eran las 22:00 cuando recogí la barra timelapse y los trípodes con la 80D y el iphone y como había aprovechado el tiempo de luz para elegir una escena solo tenía que esperar a que la Vía Láctea apareciera por el horizonte, eso sería sobre las 23:30 así que como disponía de tiempo subí hasta la Ermita y coloqué dos diminutas lámparas led en el suelo para darle un aire de presencia humana en aquel lugar.

Es muy difícil acertar con el nivel de la iluminación porque durante ese rato la luz del ambiente aún sigue cambiando y después de las primeras fotos tuve que volver a la Ermita y bajar la intensidad de la luz a la mitad, o sea, para hacernos una idea cada led alumbraría aproximadamente igual que una vela. Total que entre unas cosas y otras TRES veces me tocó subir a la Ermita, la última de ellas a recoger los led.

Como tenía que haber alguna o varias pegas en esa fotografía diré que el resultado fue el siguiente: la luz de los led, a pesar de que son bastante cálidos, no fueron lo suficiente y debería haberles puesto un filtro anaranjado o rojo por delante, la luz que puse tiene aproximadamente el mismo balance de blancos que el ambiente, otro fallo es que tomé tres fotografías con foco a la Ermita pero no caí en la cuenta de que debería haber tomado otra con foco mucho más cercano, para que la roca saliera enfocada, a mi favor tengo que decir que las fotos las tomé con la Nikon Z5 de mi hijo y no conozco ni los menús para revisar las fotos, ampliarlas etc así que confié y perdí.

Ya una vez que recogí los led de la Ermita se me ocurrió comprobar de una manera más relajada el resultado de la Z5 y al ver ese error lo traté de corregir fotografiando una escena parecida con la 810 pero ya no había luz en la Ermita por lo que ese monumento pasa desapercibido por la distancia y porque no hay nada llamativo en él.

Después de alguna que otra foto al valle y la Ermita al fondo pasé a la fotografía motivo principal de ese viaje, La Vía Láctea, que a esa hora (00:14) ya comenzaba a asomar por encima de la neblina que comenté antes.

Antes de que se hiciera completamente de noche ya había armado el trípode grande y pesado para montar sobre él el seguidor de estrellas, en esta ocasión la versión última e estos aparatos autoconstruidos, ahora sola faltaba que cuando Polaris fuera visible en el firmamento ajustar el eje del rotador, esa tarea la llevaría a cabo sobre las doce para a continuación comenzar la sesión fotográfica a la Vía Láctea.

Exactamente igual que si de una MALDICIÓN se tratara y por lo que he visto en el ordenador NINGUNA de las fotografías tomadas esa noche me satisfacen, me explico: las primeras tomas fueron de “acierto/error” hasta conseguir la velocidad del seguidor de estrellas correcta, bueno, hasta ahí bien, luego una vez conseguido eso solo era dispar+disparar+disparar y ¿qué me encuentro cuando las vuelco al ordenador? ¡Pues que las mejores fotografías de esa noche tomadas con la Nikon 810 y el Sigma ART 35 f1.4 (sí, f1.4) con un ISO ridículo de 800 han sido tomadas solamente en formato JPG y por qué? Pues sencillo, (mi queridísimo Murphy ya se había encargado de esa tarea).

La cámara tiene DOS ranuras para insertar otras tantas tarjetas de memoria, una de cada tipo; tenía configurada la cámara para que en la tarjeta SD me guardara el formato RAW (tarjeta que te recuerdo me dio error de tarjeta de memoria y tuve que sacar de la cámara) y que supuse (error mio) que al tener instalada solo UNA tarjeta de memoria guardaría en ella los dos formatos JPG y RAW pero no fue así. Esto me pasa por andar cambiando de modelo de cámara de cuando en cuando.

¿Y eso es tan grabe? Te preguntarás, sobre todo si no trabajas con RAW, pues para mí SÍ, es fundamental en este tipo de fotografía trabajar en RAW, o sea, en otras palabras, “cuando no es por mi agüelo es por mi agüela” el caso es que no me salgan las cosas según lo previsto y es que en cuanto bajo la guardia viene alguien y me coloca un palo en el culo… jajajaja.

Tres meses esperando y ahora por una desgraciada tarjeta de memoria y su error incomprensible y perdonado al día siguiente no obtuve mi mejor foto de este mes, foto que al mes siguiente en el supuesto de que vuelva a intentarlo ya no será igual porque la Vía Láctea tendrá otra inclinación.

Para que te hagas una idea de la importancia del formato RAW es como si te mandaran pintar un cuadro de un paisaje y te dieran para ello doce pinturas de colores, eso sería modo JPG, pero ¿sería el mismo cuadro si en vez de 12 te dieran 120 pinturas con todas sus variantes de tonos? ¡Qué duda cabe de que no! Eso es formato RAW.

A partir de aquella mi mejor foto en modo horizontal cambié a modo vertical obteniendo media docena de fotografías del mismo aspecto que esta anterior, ahora solo me queda hacer un mosaico con ellas, la pena es que están en formato JPG… en fin, al parecer SIEMPRE hay que dejar algo para tener la excusa de volver a intentarlo.

Bueno, pues así me dieron las 1:34 y comencé a recoger los trastos y ya sobre las 2:45 después de contemplar durante un buen rato las estrellas (que seguían sin parecerme tan impresionantes como estoy acostumbrado a verlas en verano) y saborear mi té verde con limón (bastante calentito aún del termo) el Suguitos y yo nos metimos a la alcoba de la furgofiesta a descansar.

Al parecer no hacía buena temperatura porque el perro estuvo toda la noche durmiendo debajo de las mantas; bueno al decir “toda la noche” me refiero esas tres horas y poco más porque a las 6:10 ya estábamos correteando por el monte fotografiando la salida del sol y la Ermita y la silueta de aquellas montañas a contraluz, ya dormiríamos cuando tuviésemos tiempo de hacerlo. No hizo falta poner despertador alguno, al parecer el reloj biológico o el instinto hicieron lo que tenían que hacer.

8 — Sábado 4 de junio de 2022. Una vez que el sol ya se elevó por encima de la silueta de la Ermita poco se podía hacer así que ahora lo que tocaba era estirar las piernas así que nos encaminamos hacia lo que décadas antes sería un cuartel militar que protegía aquel enclave, es posible que ya lleve más de 30 años abandonado pero al estar protegido por una alambrada ni se me había pasado por la cabeza el cruzarla pero al llegar al lugar el día anterior y sin bajarme de la furgoneta descubrí que la alambrada está rota y que cientos de personas ya curiosearon aquellas instalaciones así que para allá que fuimos el Sugus y yo, el perro casi siempre amarrado de la correa porque los corzos en aquellas altitudes se escucharon ladrar muy cerca durante la noche y si detecta un rastro a saber cual sería el resultado.

El día estaba estupendo, pocas y escasas nubes del tipo algodonoso había en toda la extensión, que no era poca la que desde allí se podía contemplar, todo parecía que la noche siguiente sería más prometedora para conseguir mejores fotografías de la Vía Láctea, eso sí, en otro lugar, con otros paisajes.

El cuartel está totalmente arrasado, me dio la impresión de que un batallón de soldados se dedicaron a arrancar las puertas, tirar los techos de escayola y hacer cuanto destrozo se pudiera imaginar, una cosa es abandonar un lugar y otra cosa es destrozarlo todo, en fin, no encontré sentido a tanto gasto de energía o/y de dinero porque aquella obra de destrozarlo todo no se hizo en una mañana.

Aproveché a tomar unas fotos de recuerdo porque no tengo intención de volver a pisar aquellas instalaciones y sin tener un rumbo ni idea fija nos encaminamos hacia Galve de Sorbe porque desde allí la “mota de un castillo” parecía llamarme la atención aunque esa construcción la vez que intenté fotografiarla de lejos no la encontré nada interesante.

Otra opción que pudiera resultar interesante era fotografiar los molinos de viento que se divisaban en aquella dirección 30 km más adelante, en la zona de Villacadima aunque la idea no me convencía porque el año anterior andamos por allí Josemi y yo y los paisajes eran relativamente aburridos, llanos por lo general sin mucho que destacar.

Hacia las instalaciones fui con la misma ropa de abrigo de toda la noche, allí la temperatura lo mismo llegó a los 9 grados pero al volver ya lo hice en camiseta de manga corta, el día prometía ser “un buen día de siega”.

Para comenzar el camino tuve que hacer maniobra con la furgoneta y dar la vuelta en una zona que era llana cuando al dar para atrás de repente se paró en seco como cuando has dado a una pared ¡no puede ser, si no había ni árboles ni postes con carteles indicadores, ni paredes ni nada! ¿con qué me he dado? Pues con nada, con la única piedra que había en aquel entorno… en fin, gracias de la suerte, ir a acertar con la rueda exactamente al centro de la piedra… el primer susto/sorpresa del día…

Cruzamos el enorme pinar hasta llegar al cauce del rio Pelagallinas y continuamos sin parar: tan solo un automóvil nos encontramos de frente, era un tremendo autobús, por esas carreteras apenas si circulan autos.

Qué tristeza da visitar esos pueblos en los que solo ves de vez en cuando algún automóvil aparcado y prácticamente nadie caminando por sus calles… Cruzamos el pueblo con la furgoneta buscando el camino que lleva al castillo aunque no tenía intención alguna de llegar hasta él subido en ella pero no me resultó fácil y cuando quise darme cuentas estaba delante de la Ermita que hay en las afueras, allí paré un momento para mirar hacia atrás y ver donde comenzaba. El momento fue muy breve (como no puede ser de otra manera) porque en menos de CINCO SEGUNDOS tenía detrás de la furgoneta un auto que necesitaba pasar y yo se lo estaba impidiendo… cosas que pasan, bien seguro estoy que sería el ÚNICO auto que pasó por allí en toda la mañana al menos, durante las cuatro horas que anduve por la explanada del castillo contemplando los paisajes en ningún momento vi circulación por aquel camino y es que el maldito Murphy siempre está al acecho, te paras un momento y ya estás estorbando aunque ya no vuelva a pasar por allí nadie en todo el día.

Al retornar al pueblo y mientras cruzaba la plaza me vino bien encontrarme con un señor muy mayor al que le pregunté la dirección para ir al cementerio pues desde la distancia vi que allí comenzaba el camino, el cementerio está pegado al casco urbano y allí, en las proximidades de la puerta se quedó la furgoneta.

Intenté acceder al cementerio y me encontré un candado en la puerta pero a través del enrejado vi que lo que había allí dentro no llamaba mi atención como para emplear tiempo ni esfuerzo, quizás luego con el dron le diera un vuelo sobre él.

Con más bien poco interés de lo que podía ver o fotografiar en el castillo tomé una mochila pequeña y dentro puse la Canon 6D con el 24/105, suficiente para fotografiar amplio rango de fotografías y en poco rato ya estábamos en la explanada del castillo; voy a recordarme que la cuesta no me produjo apenas cambios en el ritmo cardiaco ni las piernas me pidieron auxilio, claro que son solo trescientos metros de distancia aunque sean en cuesta. También me colgué el dron y los prismáticos.

Allí al parecer siempre corre el viento, lo deduje yo solito al ver que había dejado la montaña del Alto Rey tan solo media hora antes y apenas si se movía el viento y allí ya era otro mundo, por otra parte al ver ya de cerca aquel batallón de molinos de viento de Villacadima no me quedó duda alguna.

A pesar del viento puse en marcha el dron, entre otras cosas para practicar un poco con él pero (todavía no sé muy bien porqué) no me dejó volar más alto de 30 metros y a una distancia de 50 por lo que el vuelo fue muy corto.

El día comenzaba a estar bonito, las nubes blancas de aspecto algodonoso me gritaban que les hiciera un timelapse porque eran ideales para ello pero ¿a qué, al castillo? Ufff, demasiado trabajo… así que di una vuelta alrededor del castillo tomando algunas fotos bastante pintonas con sus nubes y todo y nos volvimos en busca de la furgoneta para subirla a aquella explanada en espera de tener una idea clara de qué ruta tomar y mientras tanto aprovecharía para hacer unos timelapses aunque fueran sin mucha ilusión ya que la explanada está bastante limpia de rocas, árboles, etc que ayudan a dar profundidad a la escena.

Si el día anterior había experimentado los timelapses que hace el iphone y me parecieron bastante buenos y a la vez muy prácticos porque es “darle al botón y ya está” ¿por qué no repetir para ver sus posibilidades? Dicho y hecho, monté el iphone sobre un seguidor de estrellas y sin trípode ni nada le busqué un lugar desde donde la silueta del castillo se vería en contraluz contra un cielo de azul perfecto y unas nubes bonitas

Para mi gusto un timelapse “normal” dura una hora en ser capturado para tener luego un vídeo de diez o quince segundos, si es más largo puede aburrir al verse porque si solo son nubes pasando sin más pues… “poca chica”. Mientras el iphone iba capturando las imágenes el Sugus corría como un desesperado por aquella planicie del castillo en busca de su pelota. El perrete en este momento está en su mejor momento de energía, con qué velocidad arranca en busca de la pelota, tanto en la primera vez que se la lanzas como en la última, aunque fueran dos mil veces, siempre sale a toda velocidad a por ella. En una ocasión la perdió, bueno, quiero decir que no la tenía entre las mandíbulas y desde el primer momento que lo conocí me dejó asombrado la facilidad que tiene para localizarla pues en menos de cinco minutos y a pesar de que estaba a cien metros entre la hierba el animal la detectó, dudo que fuera por el olfato porque el viento corría de lo lindo, más bien me inclino a que fuera por la memoria… ¡siempre me quedo admirado por esa capacidad que tiene el animal de localizar la pelota! Imagen del timelapse del iphone.

El timelapse resultante del iphone no fue prometedor porque la mejor silueta del castillo quedaba en la otra parte y las nubes no venían precisamente de esa dirección pero al menos hizo bien su trabajo así que me dispuse a que repitiera el arte en la otra dirección donde se podía contemplar una gran explanada en el valle con abundantes vacas y caballos y en primer plano un manto de flores amarillas, todo ello acompañado por las sombras de las nubes que corrían por el valle a toda pastilla, así que con el mismo seguidor solo hice cambiar el equipo de asentamiento, le di al botón de grabar y ME ASEGURÉ de que la rotación, esta vez en vertical en vez de horizontal, estaba en marcha, pero de poco me sirvió el tanto asegurarme de las cosas porque diez minutos después pasé por allí a ver qué tal iba y me encontré que apenas si se había desplazado un poco ¿qué había pasado? Pues que al parecer con las vibraciones el motor se había desacoplado del piñón que mueve el resto de engranajes, entiendo que no lo había apretado bien y por las vibraciones se fue aflojando, en fin, que se necesitan mil ojos y de nuevo “cuando no es por mi agüelo es por mi agüela” el caso es que las cosas no salgan a la primera… ya lo dice el maldito Murphy en su ley cuando dice: “si algo se puede estropear se estropeará”. No me quedó otra que volver con el timelapse a comenzar un nuevo vídeo. Imagen del timelapse del iphone.

El viento a esa hora, en vez de amainar iba en crescendo, el día que prometía una buena manga corta se torció y ya se necesitaba de manga larga pero gorra no te podías poner porque no hacías otra cosa que de vez en cuando ir a recogerla unos metros más allá porque salía volando en cuanto levantabas un poco la vista… de haber tenido allí chinchetas hubiera intentado sujetármela con ellas, jjajaja

No hay nada más aburrido que grabar un timelapse, durante esa media hora no puedes hacer nada, tan solo esperar y a veces tener cuidado de no introducirte en la escena por lo que tampoco puedes hacer ni fotos en aquel lugar así que me di una vuelta por los alrededores y descubrí que podía poner la Canon 80D a trabajar con otro timelapse diferente. A diferencia del iphone que te va mostrando la imagen según la va capturando esta máquina no, una vez le das al botón se convierte en una caja de zapatos cerrada, que no puedes abrir hasta que le das al botón de fin, así que no te queda otra que estudiar bien la velocidad de rotación y el punto de inicio y el de fin, todo ello es aproximado porque son rotadores de fabricación casera con múltiples velocidades que en cuanto cambias el valor del voltaje un poco ya puedes saber exactamente qué ángulo exactamente se va a girar.

La idea de este timelapse de la 80D era ver la silueta del castillo por un lado, mientras las nubes pasaban sobre él y luego, coincidiendo en que el sol llegaría a la línea de la pared de la parte más alta la pared se transformaría de ser muy oscura a ver cómo el sol la iluminaría, claro, todo eso, la idea era muy buena pero sin haber estado allí anteriormente y sin haber tomado nota de tiempos y fechas todo era “cogérsela con papel de fumar” y ¿qué salió? Pues realmente NADA interesante porque justo cuando la pared cambió de sombra a sol, justo en ese instante el encuadre la deja por un lado, quiero decir que si hubiera rotado tan solo un cinco por ciento más lento al menos ese detalle se hubiera visto, por lo demás pues… salió un vídeo vamos a llamarle “correcto sin más”.

Ya después de comer al medio día me daba pereza el irme a otro lugar porque encontré una escena con una composición muy maja para fotografiar el castillo por la noche con la Vía Láctea sobre él (imagen siguiente) y opté por echarme la siesta un rato, allí mismo, en la furgoneta, pero me resultó verdaderamente difícil, el viento que hacía era tal que movía la furgoneta, la baca generaba ruidos de todos tipos y colores, lo mismo bufaba que soplaba, en fin, creo que dormí durante solo una hora y el viento en vez de ir a menos iba a más así que dejé la opción de la fotografía nocturna para otra ocasión, que quizás no llegue a producirse nunca, y nos marchamos de allí en dirección a casa en vez de hacerlo hacia Villacadima y de allí a Atienza ya que estaba previsto en lo posible ir allí el domingo a primera hora porque se celebraba la conocidísima fiesta de la “Caballada de Atienza”, pero que a medida de que iba llegando la fecha menos ganas tenia de asistir a ella porque las referencias que encontré por la web sobre ella (fotografías y vídeos) la encontré visualmente floja y para nada me apetecía estar entre la gente con la correa del perro en la mano etc… nada, nada, había ido al campo para estar solo… Aspecto del vídeo timelapse de la Canon 80D.

9 — EL RETORNO. En Galve tomamos el camino de la derecha en vez del que nos llevó allí, en dirección a Umbralejo, Montepinillos, etc, cruzamos el mismo bosque de pinos ya casi centenarios, enormes, no como los que hay por los montes de Cogolludo que se quedaron en forma de bonsay hace ya más de cuarenta años (porque siempre los he visto igual de tamaño) y llegamos a Semillas. A un par de kilómetros del pueblo hay un pequeño poblado de casas de guardar el ganado y tomé rumbo para allí por un camino forestal, el viento no amainaba…

La idea era ver la posibilidad de hacer fotografía nocturna en aquellas construcciones ruinosas, la mayoría sin tejado ya pero el lugar me suscita bastante interés, también me hubiera gustado hacer un pequeño vídeo con el dron pero no llegué ni a sacarlo de la bolsa.

Durante este año la maleza se ha apoderado mucho más del lugar, fue allí donde el año pasado grabara una de las escenas del documental “Los pueblos del silencio” que más han gustado, la que se ve a una persona de espaldas caminar mientras acariciaba las piedras de una casa en ruinas, fue un gran acierto grabar esa escena, he escuchado varios comentarios positivos sobre ella.

Allí, muy cerca de Semillas el año pasado por estas fechas (mes de marzo o abril) hice noche para fotografiar la Vía Láctea y pensé en quedarme allí pero era aún demasiado pronto para tomar asiento ya y esperar la noche, yo quería descubrir nuevos lugares, nuevos ambientes, nuevas escenas, otras posibilidades más avanzadas pues esas ya las conocía así que continué carretera en dirección Las Navas y luego Bustares, nada del entorno cercano a la carretera me pareció digno de fotografiar aunque para solo la Vía Láctea sí era interesante, no había nada por medio enfrente de ella en los primeros 30 km que pudiera molestar. El problema de llevar tanto equipo encima es que la furgoneta hay que tenerla siempre a mano, no porque te puedas levantar lo que lleves en ella sino porque siempre vas a necesitar material que llevas allí.

Cruzando ya el pueblo de Bustares en dirección a Hiendelaencina en la salida del pueblo paré a dar un paseo y tomar una cerveza. Al poco de alejarme del coche sentí el zumbido de las abejas… uf, qué mal rollo, mejor dar media vuelta mientras recordaba el episodio que vivió mi padre por el año 70 cuando un enjambre entero de abejas se le posaron sobre la cabeza de él y de las mulas que llevaba, provocándole una pérdida de conocimiento durante mucho rato, poco más y fallece allí en mitad del monte…

Estando allí con la cerveza en la mano y mirando con los prismáticos todo el monte que tenía por delante no encontré nada interesante, ni una construcción, ni un árbol solitario en una llanura, ni unas rocas curiosas, nada, así que decidí ir a hacer noche a la mina de Santa Teresa de Hiendelaencina. Ya estuve allí el año pasado pasando la noche y haciendo varios timelapses a la Vía Láctea pero este año estaba mucho más vago para ello y solo tomaría alguna fotografía de las instalaciones, el principal esfuerzo lo haría con la Vía Láctea. Enlace al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=2Vltd0xfO8s

Al poco de salir de Bustares, en una curva de la carretera me fijé en una pequeña “hoja anaranjada” que había en la carretera, me pareció que era una mariposa que del impacto contra un auto estaba muerta así que en cuanto pude di la vuelta y volví en su busca. Allí no se puede ni parar en los márgenes de la carretera ni hay caminos agrícolas cercanos así que me aseguré que Murphy se estaba echando la siesta y durante los cinco segundos que necesitaba para recoger aquella mariposa no vendría ningún automóvil en ningún sentido, algo difícil de saber porque es una hondonada, pero confié en mi sensibilidad auditiva.

Y así lo hice, tuve que volver casi al pueblo a dar la vuelta, recogí al animal que no era otra cosa que una mariposa anaranjada con puntitos negros y la puse sobre el salpicadero, se encontraba muerta pero en buen estado así que pensé que en cuanto llegara al próximo destino le buscaría un lugar apropiado para que no se malograse.

Y ahora seguro que te estarás preguntando ¿Por qué y para qué tanto esfuerzo por una mariposa muerta? ¡este tipo es raro y tonto! Pues resulta que hará unos ocho años me encontré una mariposa muerta en la calle, un animal no mayor que una moneda de un euro, como su aspecto estaba intacto con mucho cuidado la sujeté con una gota diminuta a una hierba seca, luego tiempo después a una piedrecita, vista a una distancia de medio metro nadie diría que es un esqueleto muerto.

Durante estos años me ha servido como modelo para comparar el nivel de detalle que pueden mostrar algunos objetivos fotográficos amén de la profundidad de campo entre ellos porque cuando se trata de fotografía macro nos creemos o no tenemos suficiente información para saber qué porcentaje de “mariposa” nos va a salir enfocado en la fotografía y por lo tanto qué abertura mínima tenemos que emplear para que al menos salga enfocada media mariposa; o sea, repito, la cogí para que trabaje como modelo fotográfico para mis estudios sobre fotografía y objetivos.

Cierto es que algunos fotógrafos utilizan sprays que deja a las mariposas atontadas o muertas y luego les hacen las fotos porque de otra manera o las coges a primera hora de la mañana, cuando aún no se han calentado, o no te dejan acercarte y lo último que yo haría sería matar a una mariposa para que me hiciera la función de modelo fotográfico ya que me resultaría imposible porque al verla vería allí un crimen, ahora bien, si me la encuentro muerta y en buen estado si puedo se viene conmigo, en los último ocho años solo me he encontrado aquella primera y esta.

Ya con la mariposa en el salpicadero continuamos marcha hacia Hiendelaencina, ni un árbol seco, ni casi verde, ni una roca llamativa, nada, nada en todo el entorno, ya he recorrido ese camino varias veces buscando algo que fotografiar y cuando llego al final de la explanada de los tres km sigo sin haber visto nada; para que el demonio no enrede “nada” no significa “nada en absoluto” porque sí hay tres o cuatro lugares que empleando tiempo y esfuerzo se podría conseguir algo pero para eso hay que ir allí “con las pilas bien cargadas” y ese no era el momento.

10 — LA MINA SANTA TERESA: En la mina de Santa Teresa te sueles encontrar con algún paseante sobre todo al finalizar la tarde, siempre hay algún curioso que se acerca hasta allí y ese día no pudo ser menos. Lo primero que me encuentro fue un auto en el lugar exacto donde el año anterior dejé la furgoneta, el auto tenía las ventanillas abiertas, estaba a la sombra y pensé que sus ocupantes estarían por allí visitando las ruinas así que tomé las riendas del perro y nos dimos un garbeo por las inmediaciones para estudiar las posibilidades fotográficas nocturnas y un rato después me encontré con cuatro paisanos que caminaban dirección al auto y al momento se marcharon.

Al menos tres lugares encontré donde podría tomar alguna fotografía nocturna, finalmente se reducirían a tan solo dos. La luna estaba ya algo crecida y hasta la una y media no se marcharía y lo hizo por el peor lugar posible porque allí tenía prevista una fotografía de un árbol medio seco con el fondo la montaña del Alto Rey, fotografía que finalmente dejé para otra ocasión.

Por tiempo no podía quejarme, aún quedaba una hora para ponerse el sol y el Sugus y yo merendamos porque las comidas no solemos perdonarlas. A continuación me dispuse a preparar el equipo que necesitaría después, entre ellos la barra timelapse para hacer un vídeo en el que la cámara cruzaría una puerta mostrando al principio el campo y acabando después con la Vía Láctea; una misión de difícil a imposible porque necesitaría hacer un montaje en edicción porque físicamente no sería posible. Para ello necesitaría dos trípodes, la barra propiamente dicha y la caja eléctrica para mover el desplazador.

A continuación preparé un trípode con un seguidor por si se terciaba hacer un timelapse de fotografías a la Vía Láctea ya que esa noche prometía mucho más que la anterior, el ambiente de nubes estaba más limpio y la atmósfera en general prometía más; finalmente no llegué a utilizarlo porque era ya demasiado trabajo para atender a tres equipos sin volverse loco con idas y venidas a revisarlos.

Estando en ello comenzó a sonar el ladrido de uno o de dos perros y pensé: “normal, por estos caminos siempre viene gente, sobre todo los fines de semana” cuando unos minutos después veo pasar muy cerca de mí a un perro bastante grande y al momento por un caminito poco visible veo que a menos de diez metros venía una liebre corriendo que parecía perder el culo, venía justo en mi dirección perseguida por un perro a muy corta distancia.

Como al parecer no había campo bastante para entrar todos la liebre pasó por mi lado, el perro me golpeó en las piernas al pasar a toda pastilla persiguiéndola pero es que un metro después estaba el Sugus atado a la furgoneta por lo que la liebre le debió de pasar a una cuarta del hocico pero como este animal cuando ve una liebre no sabe si es animal para juegos o para qué en vez de agarrarla se puso a correr detrás de la liebre y del perro pero al momento como se encontraba atado de la correa del cuello, cuando la correa no dio más de sí el perro se paró tan en seco que sobre el aire le vi darse la vuelta para caer de costillas al suelo levantando polvareda y un instante después liebre y perro desaparecían por una calle de aquel caserío. Todo sucedió en menos de cinco segundos.

En este caso Murphy y su suerte también quisieron hacer que en vez de estar el perro amarrado en el arnés lo estuviera en el collar del cuello que del tirón tan brusco le pudo haber causado una lesión. Unos minutos después pasaban una pareja de paisanos por el lugar, supongo los dueños de los perros, sabían que los perros perseguían algo pero no supieron qué era hasta que se lo conté.

Después de ese pequeño susto o encontronazo a mí me dio un ataque de risa, ¡con lo grande que es el campo y no tenía la liebre otro lugar por donde huir, jajajjaja! Nunca había visto a una liebre tan cerca y con un perro a un metro por detrás, un instante después tenía a un perro detrás y a otro delante que parecía esperarla (el Suguitos), jajjaja pero tuvo suerte porque al otro día volvería a verla de nuevo.

Ya iban siendo las nueve y media y el Suguitos y yo cenamos, mal antes pero llegando esas horas al perro no lo podía dejar suelto así que enganché la correa al pantalón porque cuando se ve solo en la furgoneta se pone a ladrar armando una escandalera en el campo que hay que evitar a toda costa y además algún corzo sonaba ladrar cerca de allí con el consiguiente peligro de que el Sugus saliera en su búsqueda.

11 — LLEGÓ LA VÍA LÁCTEA. Sobre las diez tenía todo ya preparado, solo tenía que esperar a que anocheciera de verdad dejando un ambiente de oscuridad cuanto más acusado mejor pero la luna no lo iba a permitir esa noche. Con lo que aprendí la noche anterior sobre velocidad de obturación mínima para el vídeo configuré la cámara a 1/3 de segundo y un disparo cada cuatro segundos. Para iluminar la escena coloqué un pequeño led detrás y a 45 grados de la cámara para que iluminara la parte interior de la fachada y para la construcción principal que se vería a través de la puerta le puse una linterna algo más potente y para darle un toque de color rojo la metí dentro de la carcasa roja de una vela consumida.

Ni que decir tiene que tuve que hacer varias pruebas para que la iluminación fuera un tanto correcta, no quería que pareciese de día siendo noche o que fuera insuficiente y no resultara eficaz, total que un encaje de bolillos porque el vídeo comenzaría a grabarse con algo de luz y media hora después sería ya noche cerrada sin más luz que un cuarto de luna ¡a ver cómo te comes eso!..

El resultado del vídeo fue bastante acertado, no puedo decir perfecto pero sí acertado, tanto en la configuración de los disparos como en el tiempo como en el movimiento de la cámara, posiblemente quedara algo oscuro en los últimos minutos aunque es posible que hasta venga bien a la hora de trabajarlo, ya se verá.

En esta época la Vía Láctea comienza a levantarse sobre el horizonte sobre las 23:00 pero lo que se dice poder fotografiarla bien hay que esperar hasta las 0:30, a esa hora ya tenía orientado el seguidor sobre el trípode hacia la Polaris, todo preparado así que con mi mejor artillería me puse a hacer disparos.

Cuando hablo de “mi mejor artillería” hablo de la Nikon Z5 y el Sigma 35 f1.4, o sea, el equipo de mi hijo. Quise probarlo y las pruebas suelen dar como resultados “aciertos y errores”.

La Nikon Z5 es una máquina de fabricación reciente y muy mona, no tiene espejo por lo que todo lo haces por el visor electrónico y por la pantalla, eso tiene sus pros y sus contras aunque con objetivos de este pelo (f1.4) no resulta difícil enfocar bien a las estrellas, otra cosa muy distinta hubiera sido hacerlo con un f3.5.

Utilicé esta cámara y no la Nikon 810 además de por probar la Z5 por no andar cambiando objetivos y abriendo cámaras, sobre todo en la noche que es todo más propenso a caídas, tropiezos y accidentes tanto personales como de material; el utilizar la Nikon Z5 me jugaría una mala pasada, vuelvo otra vez al tema Murphy.

Del seguidor que utilicé no puedo decir en contra casi “ni pio” casi todas las fotos que tomé con velocidades de exposición de 50 segundos mostraron unas estrellas puntuales, sin rastros de estela alguna. Hice algunas en formato horizontal, siempre con el 35 mm puesto, luego añadí a la montura un soporte en ángulo de 90º y tomé varias fotos en modo panorámico para luego hacer una gran foto con todas ellas.

Al Sugus a veces lo dejaba dentro de la furgoneta porque el animal tenía frío hasta que a veces sentía que tiritaba a su manera pero cuando de vez en cuando iba a recoger algo como una nueva batería, o sencillamente a echarle un vistazo el animal él quería acompañarme porque es un perro muy miedica y el miedo le puede a uno, no como el anterior perrito, el Yuco, que lo dejaba en la furgoneta y no levantaba ni la cabeza para mirarme, solo levantaba la vista, claro que aquel ya era mayor, del orden de diez años y esté solo tiene cuatro y el monte se le queda pequeño.

Pues eso, que una de las veces que salió de la furgoneta, (ya sería la una de la madrugada) en vez de estar a mi lado como solía hacer ya que repito: “el miedo le puede”, de repente tomó el camino como alma que se lleva el diablo y de vez en cuando se ponía pino en modo suricato, a dos patas girando sobre sí buscando olores, yo con la linterna de luz diminuta para no molestar (es la que suelo llevar siempre, aunque tiene muchas opciones de potencia), solo llegaba a ver lucir dos puntitos de luz de vez en cuando porque aunque el animal es de color blanco y negro la noche estaba bastante oscura así que me olvidé de fotos y cámaras y salí corriendo en busca del animal en la oscuridad de aquel campo no sin antes coger la linterna potente.

Al parecer nada más salir de la furgoneta le dio el olor a algún corzo y ni se lo pensó ¡ahí te quedas Agustín! Menos mal que al momento, no sé si por mis voces de llamada, volvió y a lo lejos comencé a ver lucir sus dos ojillos. Le puse la correa y a partir de ese momento estuvimos yo detrás del trípode haciendo fotos cada cincuenta segundos y él detrás de mí acurrucado como si fuera una oruga, con las orejas frías, parecía que a esas horas ya no hacía calor… en fin, otro susto más.

No quería ir a dormirme sin hacer una foto a un edificio que hay allí y que tengo fotografiado ya desde hace ocho o diez años y que ahora he visto que no he sido capaz de superar, lo hice con una Canon 30D de tan solo 8 mpix.

Sobre esta foto ya antigua comentar que por supuesto es un montaje, la Vía Láctea no se encuentra NUNCA en esa posición, me refiero a la parte inferior, el terreno se ve muy iluminado y es por la luz de la luna, el interior del edificio fueron linternas metidas dentro de las carcasas de unas velas. Técnicamente hay un problema de iluminación pero al parecer eso no tiene importancia porque es una de las fotos más visitadas de mi web.

La escena sí es cierto que está más buscada esta vez, o sea, es algo más profesional, pero la iluminación fue mejor la vez anterior; como anécdota de aquella noche diré que en aquella ocasión mi compañero y yo nos vimos amenazados por unos mastines que había por allí cuidando las ovejas y mi compañero hasta dejó abandonados su trípode y cámara en el lugar y marchó a la furgoneta en mi busca, yo en ese momento tenía tres perros cada vez más cerca y por más piedras que les tiraba más se acercaban, un rato difícil pasamos en aquella oscuridad donde casi lo único que veíamos era brillar los ojos de los perros al resplandor de la linterna. Como puede verse las dos fotos tiene muy diferente aspecto, si compositivamente es mejor la segunda visualmente es mejor la primera. Las dos son situaciones diferentes y por supuesto los resultados también lo son, comenzando por la maquinaria y continuando con la edición o procesado.

Pues eso, con la Nikon 810 y el Nikon 35/70 f2.8 hice varias tomas porque tuve que volver al punto de la iluminación a corregir el nivel de luz un par de veces, en ese momento la luna estaba ya bastante caída, no es una fotografía extraordinaria porque técnicamente tiene varios fallos pero puede valer como toma y como experimento. Otro error es que el foco está siempre en el fondo y no tuve en cuenta que con máquinas full frame hay que tenerlo más presente porque la profundidad de campo es más crítica que en una DSLR y no digamos ya en una MICRO 4/3 por lo que debería haber hecho otra toma más cercana con el foco a la distancia de dos o tres metros y es que ¡¡¡uno no termina de aprender!!!

A dormir. Eran como las dos de la madrugada, tan solo algún perro despistado se escuchaba a lo lejos allí en el pueblo, y algún esporádico canto del autillo. El Suguitos estaba helado, se metió en el rincón de la cama y no se movió en toda la noche. Me desperté un cuarto de hora después de haber salido el sol (las 6:30) no me importó porque no tenía previsto ninguna otra fotografía de ese lugar a esa hora… quizás por falta de ilusión o por haberlas hecho ya el año pasado.

12 — DOMINGO, 5 de junio de 2022. Al poco de salir el sol ya nos levantamos el Suguitos y yo, dormí de un tirón si bien es cierto que con alguna pesadilla sin mucha importancia en los últimos minutos del sueño. Pronto tomamos ruta para estirar las piernas por aquellos campos plagados de cantueso ahora en flor, en su máximo esplendor de colorido.

Nada más comenzar el camino le lancé la pelota al Sugus porque si lo quieres ver entretenido solo con lanzarle la pelota es suficiente, de hecho creo que la única manera de hacerle volver es mostrarle la pelota.

Bueno, pues eso, en la primera lanzada a escasos metros de dejar atrás la furgoneta le lancé la pelota en dirección hacia dónde íbamos, no hizo el perro más que cogerla con la boca y se dio media vuelta para traérmela y que se la volviera a lanzar cuando justo en ese mismísimo instante, en el momento de girar la cabeza, a escasos metros del perro apareció la liebre del día anterior, venía por una calle del poblado que hacía esquina con la que nosotros caminábamos por eso ella no nos vio llegar. En pocas palabras, si el perro llega a ver la liebre hubiera tardado “cero coma” en soltar la pelota y lo mismo andaba yo aún a estas horas por aquellos montes dando voces buscando al perro, bendita suerte y maldito Murphy, jajjajjaja.

Me hizo tanta gracia esa casualidad que varias veces me comenté a mí mismo: “tiene cojones que con lo grande que es el monte tengamos que coincidir en fecha y lugar con la liebre, no hubo bastante con lo de ayer, poco más y me quedo sin perro al menos durante horas”. Ya a partir de ese momento al Sugus se le fastidió el galopar por el monte libremente y me vi obligado, para evitarme sustos, el llevarle siempre sujeto por la correa.

La caminata duró más de una hora, con la Canon 6D y el todo terreno Canon 24/105 al hombro no necesitaría más, también los prismáticos para disfrutar de las vistas. Son lugares ya recorridos muchas veces y quieras que no te das cuenta como el monte cambia. Hace no tanto, nueve años, en esa plaza hice unas fotos con el Yuco, hoy la maleza la está invadiendo, los robles sobre todo, ya no hay animales que la mantengan a raya con su alimentación y su caminar pisándolo todo sino que ahora cualquier planta apenas tiene depredadores, pronto esa plaza, posiblemente en otros tiempos cultivada de centeno solo será un amasijo de pequeños y apretados robles.

Desde allí se divisa bien la masa de agua del pantano y tomé una fotografía para mostrar a la gente en mis charlas como la primitiva idea de construir el pantano por encima del pueblo no tenía forma de prosperar porque desde aquel lugar río arriba no hay más que profundos barrancos donde embalsar agua se transforma en imposible.

Al llegar de nuevo a la furgoneta almorzamos opíparamente, salí con bastante ropa y a medio camino ya me sobraba toda ella salvo la camiseta de manga corta sin embargo mis piernas querían más y más monte.

Como teníamos todo ya recogido y montado en la furgoneta pronto comenzamos nueva ruta pero ¿Dónde ir? A veces cuando uno tiene tanta libertas es un problema porque surgen infinidad de posibilidades así que por el camino decidí echar un ojo a mis raíces, a mi tierra, y me metí por un camino que de seguirlo acabaría muy cerca del agua y muy cerca también donde en su día estuviera el pueblo de Alcorlo pero la Volkswagen no es un vehículo ideal para andar por los caminos y tronchar jaras así que pronto la aparqué y dos dimos otro garbeo por un lugar un tanto pintoresco por unas rocas grandes y redondeadas por el paso del tiempo.

Qué bonitos estaban los campos aún verdes aunque por poco tiempo, grandes manchas amarillas de hierba seca y agostada ya de dejaban ver porque estamos padeciendo unos días de calor extremo más típico del mes de Agosto que de Junio.

Sin prisa ninguna nos sentamos sobre una gran roca a la sombra de una carrasca y desde allí oteé con los prismáticos desde el Alto Rey hasta la presa, pasando por Zarzuela, Las Navas, Semillas, Bustares, el cerro de Cabeza Redonda y también pude ver con bastante nitidez la espadaña de la Iglesia de Robredarcas que sobresalía majestuosa sobre la verdura de los pinos; digo majestuosa vista a esa distancia porque realmente tiene una ruina avanzada y la espadaña la sujeta principalmente la hiedra que ha confeccionado un entramado duro y espeso, pues décadas anteriores sufrió un espolio de las campanas rompiendo para ello parte del tejado y ahí comenzó su ruina. El resto del templo está en ruinas, cuando la conocí, por allá por el 2005 aún permanecían en su lugar las vigas de madera del techo, ahora ya están todas en el suelo.

Realmente no me cansaba de mirar por aquellas lentes la hermosura del paisaje en estas fechas, todo el monte se apreciaba limpio, sin canícula veraniega, verde, vivo, siempre hay media docena de buitres sobre el cielo pero sino es con ayuda de los prismáticos pasan desapercibidos. El cielo amaneció limpio de nubes y pensé: “qué buena suerte la mía, ahora que ya acabé con las fotos nocturnas” jajajja.

Seguimos con el paseo por aquel paraje que pertenece a Hiendelaencina aunque la linde de Alcorlo está muy cerquita, lo conozco bien porque anduve por allí cazando con mi padre durante diez años. Por si se terciaba hacer alguna foto nocturna por allí fui tomando alguna que otra foto de los lugares para guardarlas de muestra. Ya en la última fotografía al guardar la cámara en la mochila descubrí que no tenía la tapa del objetivo en el bolsillo; miré lo menos tres veces en toda la mochila, luego otras tantas en todos los bolsillos del pantalón y no la encontré así que intenté volver sobre mis pasos por lo menos hasta el lugar donde tomara la penúltima foto pero como cuando caminas no te vas fijando en los senderos que pasas (por si tuvieras que volver) pues no acerté a encontrar la tapa y mira que me fastidiaba perder esa tapa, no por lo que vale sino por su valor sentimental.

Esa tapa fue un regalo de una gran amiga (Teresa) y lo mejor es que con la tapa también venía el objetivo Canon 24/105. Esa tapa la tuve que modificar porque al parecer los técnicos de Canon que diseñan esas cosas no son fotógrafos y de serlo no salen al campo y menos por la noche porque de otra manera no se comprende cómo pueden diseñar eso cuando para poner o quitar esa tapa (que protege la primera lente del objetivo) necesitas imperativamente quitar el parasol porque no te caben los dedos entre parasol y tapa para tirar de las presillas.

Yo no me puedo permitir ese lujo de andar perdiendo el tiempo en esos detalles porque “me como las uñas”, así que lo modifiqué para quitar o ponerla sin necesidad de tocar el parasol.

Bueno, pues al ver que ya estaba perdida la tapa solo me quedó resignarme y jurarme que de encontrarla JAMÁS volvería a salir esta tapa al campo (por la posibilidad de perderla) y desistí de buscarla pensando en utilizar otra de esa misma medida que posiblemente tuviera en casa, porque mirándolo bien casi todos los objetivos que tengo tienen medida de tapas diferentes, desde los 48mm hasta los 72, todo un abanico de medidas, por lo que es un encaje de bolillos el tener que poner un filtro delante de ellos por medio de anillos adaptadores.

Ya de vuelta en la furgoneta y recordando a mi padre cuando decía: “Dios me anuncia muchas cosas” algo me decía que la tapa no se podía quedar en aquel campo, no por lo que vale sino por lo ya relatado así que tomé de nuevo las riendas del Suguitos y como solo anduvimos medio km a la redonda con un poco de suerte hasta podíamos encontrarla como así sucedió en los primeros trescientos metros. Resulta que el iphone este que llevo ahora tiene una superficie antideslizante muy agresiva de tal manera que al sacar el móvil del bolsillo si la tapa está muy cerca de él la arrastra y como el suelo tiene mucha hierba no la escuchas caer y eso es lo que debió pasar…

Bueno pues ya con el ánimo otra vez arriba por haber encontrado la tapa tomamos rumbo a otro lugar. Pensé en volver allí porque es un paraje con muchas plantas de cantueso y como el sol no estaba demasiado alto con el dron podía hacer alguna toma vistosa, otro motivo era que como el suelo está lleno de excrementos de animales recogería una bolsa de abono para ponerla en los árboles que tenemos plantados en los alrededores de la Ermita de Alcorlo y estas fechas son muy buenas para aportar estiércol.

Así lo hice, con el dron hice varias batidas, sobre todo para ir tomando algunas prácticas porque como lo utilizo del ciento al viento de una vez para otra se me olvida si subir era mover la palanca hacia adelante o hacia atrás, jajaja.

El viento ya comenzaba a tocarme la moral con rachas de brisa bastante molestas para tomar vídeos con el dron pero aun así lo intenté, jugué con él, vi las posibilidades que tiene de grabar a tan solo dos palmos del suelo y su estabilidad para mantenerse en el mismo lugar. Lo llevé lejos y le hice volver en modo automático, lo hizo bien, luego intenté grabar unos planos para construir un vídeo mostrando aquel paraje que es bastante llamativo, robles y campos de cantueso principalmente y en último intento por grabar la simulación del ganado entrando en el recinto le pegué un porrazo al dron porque pensé que ya había pasado el nivel de la puerta y no, estaba justo allí, y todo porque volaba guiándome por las imágenes de la pantalla del iphone en vez de la visión directa del dron, en fin, que el aparato cayó desde una altura de medio metro al suelo y no le pasó nada, lo volví a subir al cielo y ya con poca batería le hice bajar hasta mis pies.

Ya era casi el medio día cuando llegábamos a la Ermita de Alcorlo, en ese momento Felipe continuaba su marcha rutinaria caminando hacia San Andrés, subió a la furgoneta y nos desplazamos hasta el paraje de Santecilla, una vega de secano en la parte Este de Alcorlo, allí elevé el dron sobre la vertical para tomar unas fotos de aquellos campos tan verdes y volvimos de nuevo a la Ermita para continuar con las tareas de siempre, cortar hierba, regar los árboles, etc et y cien etcs más.

Ya sobre las siete de la tarde di por finalizada la aventura del fin de semana, bajé al Suguitos a refrescarse en las aguas del pantano y nos volvimos a casa con mucho material en las tarjetas de memoria para analizar, mucho para echar directamente a la papelera sin reciclaje, el ordenador me habla de 38 gigas de tamaño de la carpeta y de 1126 archivos, vamos, lo normal, con que salgan de ahí media docena de fotos que pueda mostrar por tener cierto interés en su contenido ya me doy por contento.

Para acabar ya esta larga historia comentar que llegando ya a casa la mariposa seguía en su lugar, allí, sobre el salpicadero, a pesar de haber circulado más de 40 km con la ventanilla abierta hasta la mitad ni la había visto parpadear cuando de repente hizo dos o tres movimientos cortos y tan rápidos que no me dio tiempo más que a mirar cómo se marchaba por la ventanilla… ¡tanto esfuerzo para nada! El Universo no me dio la posibilidad ni de intentar subir la ventanilla ni de coger a la mariposa… rabia e impotencia sentí, ni un aviso en todo el camino ¡nada! Como si de repente el animal hubiera despertado repentinamente de un letargo se marchó así que no me quedó otra que pensar en lo que dice la Biblia: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea Dios”; claro que si El Señor me hubiera preguntado qué hubiera preferido directamente le hubiera respondido: “No me des nada si tienes intención de quitármelo tan pronto”.

13 — INCIDENCIAS Y PELIGROS. Esto de andar por la montaña tiene sus riesgos, si al coche le da por cortarse con una piedra o un raigón hacerse un agujero rueda, si le da por no arrancar (como me pasó en la gasolinera), etc te tendrás que buscarte la vida por tus medios para salir de allí, a ver cómo lo solucionas porque la cobertura móvil por allí es prácticamente inexistente, como tengas que esperar que una grua vaya a por ti ya puedes ir poniendo velas porque no tienes cobertura GPS en el móvil y a ver cómo le explicas el lugar donde te encuentras.

No cabe duda de que solución habría pero mejor no pensar en ello, como tampoco si tienes un traspiés y se te tuerce un tobillo o te surge cualquier otro problema para caminar hasta el coche, como nos sucedió una noche con mi colega Ángel, que a las 1:30 de la madrugada, en la montaña del Alto Rey, ¡pero no cerca de las antenas sino medio km más arriba! pegó un traspiés y cayó redondo al suelo, luego no podía caminar y allí estuvimos esperando más de media hora hasta que en parte se recuperó, todo ello sin luz de luna, solo con la “farolita sobre la cabeza”, pues eso, que ante un percance de este tipo no te quedaría otra que volver hasta el coche a las “cuatro patas” porque nadie te iba a socorrer.

No vamos a hablar ya de los peligros de los bichos del campo como los “ciempiés” del que el refrán dice: “si te pica un ciempiés no duras un mes”, o un alacrán del que dicen: “Si te pica un alacrán no comes más pan”, o una víbora o yo qué sé cuántos peligros más encierra el campo, en fin, ¡la aventura es la aventura! Y si no quieres aventuras de este tipo pues quédate en casa haciendo “el círculo de la muerte”  del que te recuerdo que va desde la cama del dormitorio a la cocina, pasa por ver la tv del salón y de ahí va al wáter y vuelta a empezar, en el que el accidente más grave que puedes tener es que se caiga un vaso al suelo y se rompa.

Algunos me dicen o aconsejan: “¡No vayas solo al campo, la tv lo dice cada vez que se encuentran con un montañero muerto o perdido”, ya, el problema es que la mayoría de quienes podrían acompañarme no lo harían ni pagándoles.

Bueno, pues creo que con estos 26 folios ya tengo para entretenerme recordando en el futuro cómo me fue ese fin de semana, por una parte bien esperado y a la vez también bien disfrutado aunque como siempre esperando que la próxima vez se dé mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un comentario en “Escapada fin de semana”

  1. Maestro eres la remonda no se si alguien es capaz de hacer lo que tu haces por el amor a la fotografía, pienso que cada uno se divierte y disfruta con lo que mas le gusta, para mi tienes un merito y un valor incalculable y lo que tu haces es estar enamorado de tú saber y hacer lo que mas te gusta, cuando yo se mayor quiero parecerme un poquito a ti, un fuerte abrazo y en hora buena por tus relatos tan apasionantes.
    GRACIAS MAESTRO POR TODO LO QUE NOS OFRECES.

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