De este animal recuerdo varias cosas y casi todas tristes, desde la paliza que le pegaron que casi le costó la vida a las perrerías que le hacían algunos jóvenes, después el traslado a otro pueblo y finalmente el abandono y muerte. ¡Hasta para ser perro hay que tener suerte en la vida!
Del primer perro que hubo en la casa de Alcorlo apenas tengo recuerdos, era una perra de tamaño mediano, mi padre practicaba la caza y toda su vida tuvo algún perro de los que contaba mil hazañas persiguiendo o recuperando las presas. Perros que eran capaces de capturar una pieza sin necesidad de escopeta o hacerse con una liebre de tamaño superior en peso.
Parece ser que aquella perra tenía algún problema en Continuar leyendo «Capítulo 021. Mi perro Manolo.»