El Abuelo y su tumba, 39 años después.


«El abuelo», esa figura familiar por la que siempre sentí mucho respeto. Solo coincidí en el tiempo con uno de ellos pues el otro falleció antes de que yo naciera.  EL ABUELO Y SU TUMBA Enero 24

Terrible mes el de Agosto de 1961 (14 meses antes de que yo naciera) cuando mi madre perdió a su padre y 11 días después a su primer hijo de 29 días de vida.
Mi madre era la sexta hija de una familia de siete hermanos por lo que mi abuelo ya era mayor cuando ella nació.  No conozco mucho de su vida salvo algunos detalles _contados con los dedos de una mano_ escuchados principalmente a mi madre, a mis tías o a mi prima Ino, porque es mayor que yo.

De oficio principalmente albañil, donde trabajó hasta la edad de 78 años y falleció a los 80, dentro del mismo mes. Por lo visto era de testarudo a muy testarudo pues falleció de inanición ya que se negó a comer para acabar con su vida.
El médico no pudo hacer nada contra eso; con ello trató de dejar de causar molestias a la familia conviviendo a temporadas en casa de cada hijo, aun estando todos ellos viviendo en el mismo pueblo.
Recientemente me contaron que era una persona que generalmente andaba todo el rato canturreando, incluso el día en el que anduvo fabricando el ataúd de su esposa fallecida ese mismo día.
Contaba él que no habría en Alcorlo ni una docena de casas donde no hubiera puesto sus manos; construyó en el pueblo una  para cada hijo de varias plantas (siete en total) más todas las que le dio de sí toda una vida de albañilería…

carnet-2012-solo-foto

 

Luis Esteban Alcorlo se llamó, sí, igualito que una calle que hay por el centro de Madrid. Aunque no tuve la fortuna de conocerle siempre sentí mucho respeto y admiración por él, trabajador nato, posiblemente cabezota, de ideas cerradas. En la guerra civil un hijo de apodo “Tronchapinos” se marchó a combatir con “los rojos”, al parecer tiempo después se cambió de bando, pero mientras tanto, cuando llegaron los “rojos o los verdes» al pueblo, a mi abuelo le dejaron pelao de vacas y ovejas y dando gracias al “altísimo” de que no le pegaran dos tiros. Los vecinos evitaron que le detuvieran alegando que tenía muchos hijos y que uno de ellos le había salido “mal” pero que era un hombre bueno y honesto que no se metía con nadie…

No hace mucho me enteré de que parte del botín de ganado que la tropa se llevó como botín de guerra para alimentarse, se quedó encerrado en una paridera del pueblo de al lado, durante muchas semanas, por miedo a represalias, nadie tuvo valor de soltar a los animales, y cuando alguien informó a mi abuelo de que allí estaba parte de su ganado no se molestó en ir a recuperarlo porque al parecer las ovejas estaban sin lana porque se habían tratado de alimentar, para sobrevivir, comiéndose la lana unas a otras, quedando tísicas y en un estado muy difícil de recuperación. Cuento esto a modo de anécdota, casos de este pelo sucederían millones durante aquellos años de contienda, sin importar el color del uniforme que llevaran puesto. Tan solo UNA única fotografía existe de él, la del carnet de identidad, a base de insistir a la nieta que me lo adjudicara en su testamento  llegó un día y me lo dio, en un cuadro lo puse, gracias Ino.

 


IMG_4526-abuelo-luis-webSu única foto conocida y su firma,  tan común en aquella época, » No sabe».  

A veces cuento a mis amigos que mi abuelo Luis fue el inventor de “taca taca”, al parecer, cuando sus piernas no le permitían caminar más que unos pasos él tomaba una silla y apoyándose en ella se desplazaba, cuando se cansaba se sentaba en dicha silla para retomar fuerzas.                                                     

Pero no voy a hablar de “este abuelo” si no del que tuve la suerte de convivir varios años con él, hablo “del Evaristo”, padre de mi padre.
Se casó con mi abuela Angela Vacas  Ortega que en esos momentos era viuda y con un hijo (Jesús), su marido Gregorio Del Amo falleció por causas relacionadas con la minería ya que trabajaba en las minas de plata de Hiendelaencina y en aquellos tiempos un minero no superaba los 35/40 años de vida.
El padre de mi abuelo Evaristo participó en la Guerra de Cuba en 1898 por eso a mi padre, de apodo, le solían llamar “El Habanero”.

Evaristo falleció en Alcorlo el 2 de Enero de 1976, viernes, y al día siguiente lo estábamos enterrando en el pueblo limítrofe con Alcorlo, San Andrés del Congosto, porque en el cementerio de Alcorlo ya no se permitían enterramientos porque pronto quedaría inundado por las aguas del pantano.

Casualidades que tiene la vida mi hija, su biznieta, nació ese mismo día pero 17 años más tarde ¿casualidades de la vida? Alguna vez escribiré sobre “estas casualidades” que ya van siendo muchas…

En esta fotografía de Eusebio Vacas se le ve con una cabra; de ese animal sacaron parte del sustento para alimentar a una de sus nietas, según contaba mi padre.

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No puedo decir que tengo muchos ni grandes recuerdos con él pero sí de que se le veía buena persona, falleció de 84 años, víctima de una trombosis, infarto, angina de pecho, ictus o similar; le dio tomando el sol en este lugar donde pasaban la tarde de invierno las personas mayores, barrio de «Los Palos«, pocos días después falleció. Fotografía de Pili y Alain.

No puedo decir que tengo muchos ni grandes recuerdos con él pero sí de que se le veía buena persona, falleció de 84 años víctima de una trombosis, infarto, angina de pecho o similar, le dio tomando el sol en este lugar donde pasaban la tarde de invierno las personas mayores, barrio de «Los Palos«, pocos días después falleció.

Siempre lo conocí mayor, muy mayor, también tenía graves problemas con la vista, en esta foto de los últimos años caminaba agarrado al vestido de mi abuela, no hay muchas fotos de él como es lógico (por la época).                           Fotografía de Alain Thibault, 1968 aproximadamente.

Recuerdo una tarde que fuimos a la vega de arriba en la zona de “Los Campronales”, yo tendría seis o siete años y le dije que tenía sed, tardó poco en ir a un melonar y traer un melón amarillo, el problema es que no había herramienta para partirlo, ni navaja ni cuchillo, parece que lo estoy viendo ahora mismo, se acercó a un “incadera” (piedra fina clavada en el suelo a modo de mojón)  y le dio un golpe que lo partió el melón en dos, esa fue la “coca cola/refresco” de esa tarde…
Nunca me preocupé por la fecha exacta de su muerte pero siempre recuerdo que esa noche o noches en el pueblo había hogueras a modo de fiesta en varios puntos, una de ellas en la plaza, ¡era Navidad! Cuando digo que no me preocupé me refiero a mis primeros cuarenta años de vida, pero investigando con mi familia hemos llegado a la conclusión de que fue ese 2 de enero cuando falleció.

En la Asociación tenemos un documento de los 51 últimos fallecidos y enterrados en Alcorlo hasta 1975, pero ¡claro! Mi abuelo ya no estaba entre ellos, como dije antes “fue el primer difunto que no se enterraría en Alcorlo”.

Falleció viernes, fin de semana, por eso las hogueras, Navidad y mucha gente que había en el pueblo, gente que había emigrado a trabajar a la ciudad y volvían para pasar las fiestas con la familia.

Al día siguiente, sábado, fue el entierro, pero no en Alcorlo sino en San Andrés del Congosto porque en Alcorlo ya no estaba permitido los enterramientos ya que el cementerio lo cubriría el agua del embalse.

Una hilera larga de personas seguíamos al auto que llevaba el féretro. No, no era uno de esos Mercedes modernos adaptados para tal fin, sino el coche “del Martín de la tienda” que era el propietario de la tienda del pueblo y propietario de uno de los escasísimos autos que había en el pueblo.

Sus yernos o lo que es lo mismo _mi padre y mi tío_ se encargaron de hacer el hoyo en el cementerio el día anterior. Contaron que estando acabando de abrir el agujero y en un golpe de azadón arrancaron el tacón de un zapato al cadáver de la tumba vecina, este detalle quizás aporta más seguridad a la hora de confirmar el punto exacto donde se encuentra enterrado, cometido que he llevado a cabo 39 años después y es el motivo de este relato.

 

Yo entonces tenía 12 años. En aquellas fechas los abuelos no  eran ni mucho menos como los de ahora, _por lo general siempre mimando a los nietos y malcriándoles convertidos en sus lacayos_  sino más bien lo contrario pero a pesar de eso yo sentí muchísimo la muerte y la pérdida de mi abuelo, después de mi padre era el único hombre que tenía cercano y en el cual refugiarme, por eso no dejé de llorar desde que lo vi tendido dentro de la caja que por cierto, a los críos no nos dejaban que lo hiciésemos, mirar un muerto no era cosa para niños porque lo mismo te entraba un trauma con ello.

 

Bajé la vega abajo acompañando el féretro lloriqueando, seguí igual durante el rato de meterlo en la tierra pero no recuerdo que nadie se acercara a consolarme, quizás porque llorase “en silencio”.

Ya de vuelta para Alcorlo, la vega arriba, siguiendo el cauce del Bornova, yo seguí con las mismas, llorando de la manera que fuera pero llorando, para el exterior o para mis interiores, porque sentía una gran pena al saber que mi abuelo ya no estaría jamás conmigo, porque es bien sabido que los que se van toman la costumbre de no volver nunca más, al menos en el estado físico, pero al llegar al barranco La Mata de repente, igual que cuando sale el sol de detrás de una nube, paré de llorar, sentí una transformación, una tranquilidad, una calma… me quedé como aislado del resto de la gente por un tiempo… No se explicarlo… Sentí como si alguien me preguntara en el centro de mi ser: “¿Por qué lloras? no sufras más por el abuelo, él está bien donde está, allí se siente muy a gusto”. Esa sensación que experimenté me hizo recapacitar y pensé: «Lo más seguro es que el abuelo está en un lugar mucho mejor»; Y a partir de ese momento no se me cayó ni una lágrima más ese día por la pérdida de mi abuelo.

 

Cuando una persona fallece surgen cientos de problemas como consecuencia de ello y entre otros está el dilema de ¿lo incineramos o lo enterramos? Si el difunto no lo había dejado claro puede ser un problema y de hecho conozco varios casos de incineración que trajeron otros tantos problemas añadidos porque no entregan una urna de cenizas para cada miembro de la familia sino que solo hay UNA, etc, etc,

Aparte de la urna está el que “no hay punto o lugar” donde ir a colocar unas flores, un llanto o un recuerdo por lo que, repito, se de algún que otro caso de arrepentimiento por el crematorio.

 

Los años han ido cayendo y nadie, repito nadie, de su familia (por lo que he podido comprobar) volvió al cementerio de San Andrés del Congosto para nada pero no por ello en estos 39 años yo no me he acordado del lloro de aquel día por la pérdida del abuelo Evaristo.

Casualidades de la vida han hecho que lleve varios años visitando cementerios con cierta frecuencia, desde para hacer fotografías hasta para abrir cada año las puertas del cementerio conmemorativo de Alcorlo el día 1 de Noviembre… y el año pasado me dio por ir a ver “al abuelo Evaristo”.

 

En todos los cementerios pasa igual, hay tumbas fabulosas con fechas y nombres que ese día están impolutos pero también hay una barbaridad de tumbas totalmente olvidadas; la de mi abuelo pertenecía a este segundo grupo.

No tenía muchos datos para dar con su ubicación exacta en el cementerio pero la frase tan repetida de mi padre “está al lado del cura D. Iginio” era con la primera pista que contaba, con un poco de suerte podía ser fácil dar con el punto exacto.

 

El cementerio de San Andrés del Congosto es relativamente pequeño, cómo es natural es acorde con el tamaño del pueblo. Desde la puerta del cementerio hasta el fondo fui leyendo cada una de las leyendas de las lápidas con la esperanza de que D. Iginio aún estuviese visible; fui sin prisa, con paciencia, como buscando el rastro de una liebre, fila por fila, hasta que a falta de muy pocas para el final…  ¡qué alegría, encontré al cura!

 

  1. Iginiofue cura párroco de San Andrés y algunos años también lo fue de Alcorlo; apenas recuerdo su aspecto aparte del negro de la sotana y que era mayor, yo tendría cinco o seis años la última vez que le viese…

Era el 1 de noviembre. En esas fechas de otoño avanzado el cementerio no tenía muchas hierbas, ni todas las sepulturas estaban bien identificadas, fui guiándome por las palabras de mi padre que al abrir el hoyo le arrancaron el tacón del zapato del cura. A la izquierda no podía ser porque estaba identificada, a la derecha no hay nadie por lo que pudiera ser esa, la siguiente estaba ocupada e identificada, todo era incógnitas así que comencé con las fechas de fallecimientos.

  1. Iginio 1973, la siguiente pudiera ser ella porque no estaba identificada, las siguientes eran varias del 1975 y se acababa la primera fila.

La casualidad quiso que justo ahí al lado del cura había una cruz rota tirada en el suelo entre hierbajos, su diseño me sonaba y al momento caí que era exactamente idéntica a una que hay en el cementerio de Alcorlo por lo que la habría fabricado el mismo herrero, alguna relación había con Alcorlo ¡seguro!

Busqué otra cruz igual en todo el cementerio pero no había otra ni parecida, esto me llevó a pensar que era la de mi abuelo y ¡justo al lado del cura! Ya eran dos posibles coincidencias.

Después del hallazgo de la cruz, y no estando totalmente convencido, me fui a abrir el cementerio conmemorativo de Alcorlo y busqué en él la cruz que yo recordaba muy parecida para asegurarme que era idéntica y efectivamente, son idénticas salvo que la de mi abuelo perdió la placa metálica donde se escriben los datos.

Al ver que todo esto coincidía volví a San Andrés y tomé los restos de la cruz como si fuera la de mi abuelo con intención de repararla y posteriormente colocarla otra vez allí.

Vueltas y más vueltas con la incógnita de si será o no será esa la cruz el caso es que… que Dios me perdone si me equivoqué.

 

A lo largo de todo este año 2015 aparte de repararla y de fabricar una placa de mármol blanco con los consiguientes datos he continuado con las investigaciones sobre fechas y recuerdos de aquel día del entierro, quizás tenga pocos datos a favor pero ninguno en contra de que mi abuelo no estuviese al lado de D. IGINIO, la anécdota del tacón del zapato me hace pensar que seguro que al cura lo enterraron con zapatos cosa que al resto de mortales ya lo dudo…

Se acerca nuevamente la fecha de “los Santos” y quería dejar zanjado el tema, era la fecha tope que me puse para seguir investigando así que le pedí a mi primo Antonio (también nieto) que me acompañara, porque al ser más joven que yo quizás tenga más memoria o mejores recuerdos y entre los dos consiguiésemos dar alguna luz más al caso.

 

Antes de comenzar a clavar la cruz donde yo suponía que debía ser la tumba de mi abuelo repasamos los datos cronológicos de las tumbas y nos presentamos en 1976.

Es increíble el cerebro humano cómo trabaja, a base de estrujarnos la memoria y leer fechas de defunciones conseguimos estar casi de acuerdo cien por ciento en el punto exacto.

Pues si la tumba del lado izquierdo de D. Iginio no podía ser porque no correspondía la fecha ya que esa fila correspondía entre 1973 hasta el 1975, luego la siguiente fila continuaba desde 1975 con la primera tumba bien identificada, por cierto, se trataba de una señora también de Alcorlo. Luego había dos más sin ninguna identificación hasta llegar a “los pies del cura”, que si volvemos a la expresión de mi padre al lado del cura pues también se puede interpretar así… el dato en contra es que fallecieron tres personas en pocos meses, quizás casualidad, por lo demás todo encaja, el tacón, la cruz encontrada, la expresión de mi padre, la tumba sin identificar…

De tanto tiempo que estuvimos allí “devanándonos los sesos” con fechas y recuerdos me vino a la mente como si de una fotografía desde el aire se hubiera podido hacer de como fue el momento del entierro y donde estábamos situados el grupo mayoritario de personas y para nada era cerca de la pared del cementerio así que cada vez lo veía más claro que era justo allí, donde habíamos decidido, el circulo se estaba cerrando.
Fotografía explicativa del lugar, espero que se entienda tanto lío.

Todo el cementerio está en cuesta pero en ese lugar que decidimos como “el correcto” la cuesta era más pronunciada así que buscamos unas piedras para sujetar la tierra y hacer una base para colocar el trozo de mármol y clavar la cruz.

Las sepulturas en esa SEGUNDA FILA apenas si son visibles, apenas si resaltan sobre el terreno, pero aun así conseguimos identificar el número de tumbas que había, justo enfrente de la de Dº Iginio quedaba la de mi abuelo, eso sí, todo allí está bastante apretujado, sin caminos ni espacio para transitar entre tumbas.

 

En estas fechas pasarán por ese lugar todos o muchos familiares de los difuntos que se encuentran ahí así que si nos equivocamos de lugar espero que alguien me lo comunique de una manera u otra porque con el tiempo ya hemos visto que muchas cosas se consiguen y en un pueblo pequeño las noticias no corren si no que «vuelan»….

Estoy muy contento de “mi obra” y de que mi abuelo ahora tenga su sitio identificado o «casi».Evaristo nació tal día como hoy hace 122 años, Felicidades abuelo. Tu familia no te olvida.

No morimos cuando el corazón deja de latir sino cuando no queda nadie para recordarnos. Peor que la muerte es el olvido. Agustín Esteban.

Gracias por llegar hasta aquí. Agustín y sus cosas. alcorlopantano.com